No es nada nuevo que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, haga declaraciones disparatadas sobre asuntos internacionales.
Pero su reciente comparación entre el Holocausto nazi, que mató a más de 6 millones de judíos, y la respuesta de Israel al ataque terrorista del 7 de octubre por parte de Hamás es una muestra monumental de ignorancia que alienta el antisemitismo.
Hablando en la Cumbre 37 de la Unión Africana en Etiopía, Lula dijo el 18 de febrero que lo que está sucediendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino es parecido a lo que pasó “cuando Hitler decidió matar a los judíos”.
Israel acusó a Lula, con razón, de trivializar el Holocausto y negarle al país su derecho a la autodefensa. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que Lula “ha demonizado al Estado judío como el antisemita más virulento”.
El gobierno israelí posteriormente declaró a Lula “persona non grata”, y Brasil llamó a consultas a su embajador en Tel Aviv. Dos días después, los presidentes de Colombia y Bolivia expresaron su “solidaridad” con los comentarios de Lula.
Para ser justos, Lula, de 78 años, a diferencia de los presidentes de Colombia y Bolivia, y de los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua, ha condenado el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre.
Unos 1,500 terroristas de Hamás entraron en Israel ese día y mataron a más de 1,200 civiles, entre ellos abuelos, bebés y 250 jóvenes que asistían a un festival de música. Los terroristas también llevaron a más de 200 rehenes a Gaza, mataron a muchos de ellos y violaron “sistemáticamente e intencionalmente” a las mujeres, según constató la Asociación de Centros de Crisis de Violaciones en Israel.
Se puede criticar legítimamente, como yo mismo lo he hecho, la política del actual gobierno israelí de permitir la expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania, o la cerrazón de Netanyahu a negociar la creación de un estado palestino que reconozca el derecho de Israel a existir. Pero acusar a Israel de llevar a cabo un “genocidio” al estilo nazi es ridículo.
Primero, es una comparación falsa. El Holocausto nazi fue una política sistemática de arrestar a los judíos y exterminarlos en campos de concentración. Fue un genocidio, que según Naciones Unidas se define como “actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal”.
Israel ha declarado la guerra al grupo terrorista Hamás, no al pueblo palestino, para protegerse de nuevos ataques. Hamás, en cambio, tiene como política oficial la destrucción de Israel.
Hay más de 2.1 millones de palestinos viviendo en Israel, y su número se ha disparado en las últimas décadas. Hay palestinos en el congreso israelí, y en la Corte Suprema. Y en Israel se permite practicar todas las religiones en público, algo que no se puede decir de todos los países islámicos.
En segundo lugar, Hamás inició esta guerra. Lo más probable es que las tropas israelíes estén cometiendo excesos, como en cualquier guerra, pero, a diferencia de Hamás, no ataca intencionalmente a civiles. Por el contrario, Israel advierte habitualmente a los civiles de Gaza que abandonen las zonas donde su ejército está a punto de atacar.
La guerra de Israel contra los terroristas de Hamás ha dejado más de 28,000 muertos, según las autoridades de Gaza, controladas por Hamás. Israel dice que más de 10,000 de ellos son combatientes de Hamás, y que los líderes de Hamás se esconden en hospitales y usan a civiles como escudos humanos.
En tercer lugar, es irónico que Lula haya hecho estas declaraciones en Etiopía, donde hasta 600,000 civiles han muerto en la guerra del gobierno etíope contra el Frente de Liberación Popular de Tigray en los últimos dos años, según el diario español El País. Pero Lula no dijo una palabra sobre los civiles etíopes muertos en el conflicto, ni sobre los cientos de miles de civiles asesinados en la República Democrática del Congo, Sudán o Siria.
La ira de Lula se centra exclusivamente en Israel. Su absurda comparación con los nazis le ha dado buenos argumentos al gobierno israelí para tildarlo de racista y antisemita.