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Sunday, November 24, 2024
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En temporada electoral, hay que marcar contrastes y enfatizar lo positivo de la inmigración

Maribel Hastings

Esta semana el presidente Joe Biden solicitó al Congreso 4,700 millones de dólares en fondos de contingencia a usarse si los cruces migratorios rebasan determinada cantidad a diario. Es un trámite, pues los republicanos de la Cámara Baja ya rechazaron una partida mayor en el plan de ayuda a Ucrania para que Donald Trump siga explotando el tema en su campaña.

Biden intenta demostrarle a los electores que se están tomando medidas para abordar los temas de la frontera y de la inmigración que pasaron de estar entre los últimos lugares a los primeros en el interés de los votantes.

Lo cual me lleva a hacer una observación sobre el discurso de Biden sobre el estado de la Unión la semana pasada. Y no se trata de que haya empleado el término “ilegal” para referirse al indocumentado imputado por el asesinato de la joven estudiante de enfermería en Georgia, Laken Riley. Biden luego dijo que no debió utilizarlo.

Fue más bien su insistencia en promover el proyecto republicano de ‘seguridad fronteriza’ que revive nefastas propuestas de Trump, incluidas las que minan las leyes de asilo.

Es demasiado entusiasmo por un plan por el cual los demócratas hicieron incómodas concesiones denunciadas por grupos pro inmigrantes. Es quizá el ejemplo más reciente de un patrón demócrata por las pasadas décadas cuando se ven arrinconados por los republicanos en el tema migratorio: hacer concesiones con la esperanza de obtener algún avance.

Esta estrategia es efectiva si la otra parte negocia de buena fe. Pero Trump y su ejército republicano solamente buscan politiquear con el tema, mentir, apelar al racismo y la xenofobia, tal y como lo hacen ahora con la tragedia de la joven Laken Riley. No buscan soluciones. Quieren caos y crisis.

En la frontera hace dos semanas, Biden dijo que quiere trabajar con Trump y los republicanos para que este lenguaje migratorio avance. Es loable que todavía piense que Trump y los republicanos quieran colaborar en inmigración. Pero precisamente los votantes pueden ver los contrastes entre un presidente que al menos intenta que algo avance y un ex-presidente que hace todo por evitarlo.

Esto lo han enfrentado ex-presidentes demócratas en época electoral cuando buscan apelar a votantes más allá de su base aunque a veces irónicamente terminan decepcionando a electores de su base.

En 1996, enfrentando la reelección y la presión de un Congreso republicano, Bill Clinton convirtió en ley dos de las reformas más restrictivas en la historia de Estados Unidos: la de asistencia pública o welfare, que incluso negó beneficios a residentes permanentes; y la de inmigración, que entre otras cosas, nos dio las prohibiciones de ingreso (Ley del Castigo) de tres y diez años que impidieron que millones de indocumentados con vínculos familiares con ciudadanos o residentes permanentes pudieran regularizarse.

Barack Obama ganó la presidencia en 2008 prometiendo una reforma migratoria y obtuvo 67% del voto latino. Pero para “atraer” apoyo republicano, deportó a media humanidad y fue tras la enorme presión de los Dreamers que giró DACA en 2012 enfrentando una reelección y el descontento de electores hispanos. Tras DACA, Obama aumentó su apoyo entre los latinos a 71% en su reelección en 2012 probando que tomar medidas audaces y beneficiosas en materia migratoria y explicando a los votantes las enormes aportaciones de los inmigrantes rinde frutos en las urnas.

Entiendo la presión sobre Biden por la frontera. Quiere demostrar firmeza pero los republicanos MAGA jamás lo apoyarán aunque deporte a millones. Y los electores oscilantes, como el resto de la población, quieren una solución balanceada que integre la seguridad fronteriza con una vía a la legalización y otras avenidas que permitan el ingreso de inmigrantes de manera regular. Se pueden hacer ambas cosas.

Como hemos repetido en este espacio, hay que estar a la ofensiva, no a la defensiva hablando también de lo positiva que ha sido, es y será la inmigración para nuestra economía y para la fibra de esta nación.

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