Ottawa, (EFE).- La cuarta ronda de las negociaciones para la firma de un tratado de la ONU sobre contaminación plástica se inició este martes en Ottawa con la presencia de miles de delegados para avanzar unas conversaciones atascadas por diferencias de procedimiento y con el objetivo de que el acuerdo esté terminado a finales de 2024.
A pesar del consenso generalizado de que la contaminación plástica se ha convertido en una crisis global y que es necesario limitar la producción y uso de este material, en las tres rondas negociadoras previas (celebradas en Uruguay, Francia y Kenia entre finales de 2022 y noviembre de 2023), el avance ha sido escaso.
A la cuarta ronda negociadora del Comité Intergubernamental de Negociación de la ONU (INC-4), que durará hasta el 29 de abril, le seguirá a finales de este año una quinta y final en Busan (Corea del Sur) en la que se espera se acuerde el texto final del tratado internacional, que será vinculante.
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico de España, Teresa Ribera, declaró el domingo a EFE en Ottawa, donde participó en una reunión ministerial para impulsar las negociaciones, que el objetivo es acordar el texto final entre Ottawa y Busan y abrir el tratado a la ratificación en cada país en 2025.
“Pensamos que es muy importante que esto sea así”, explicó.
Este martes, en la apertura de la conferencia, el ministro de Medio Ambiente de Canadá, Steven Guilbeault, declaró que de la misma forma que a mediados del siglo XX los plásticos se convirtieron en el símbolo de la cultura de consumo, “baratos, desechables y modernos”, creando una “generación de usar y tirar”, ahora es necesario “tirar esa generación de usar y tirar”.
Guilbeault añadió ante miles de delegados de 173 países y multitud de organizaciones tanto ecologistas como de los sectores afectados que “es necesario crear un nuevo consenso global que termine con la basura plástica, que es ineficiente en términos económicos y dañina”.
El ministro canadiense, anfitrión de las negociaciones, señaló que el acuerdo tiene que incluir “eliminar o restringir productos plásticos problemáticos e innecesarios así como químicos dañinos; establecer objetivos y desarrollar criterios de diseño para acciones concretas para permitir el reuso y reciclado”.
Entre 1950 y 2019 la producción mundial de plástico, que en un 99 % depende de los combustibles fósiles que causan las emisiones con efecto invernadero, pasó de 2,2 millones de toneladas anuales a 460 millones de toneladas. Se prevé que la cifra llegará a 1.500 millones para 2050 si no se establecen límites.
Graham Forbes, jefe de la delegación de Greenpeace en la conferencia de Ottawa y responsable de la campaña contra los plásticos, explicó a EFE que la organización ecologista aboga por una reducción de la producción de plásticos hasta del 75 % para 2040.
Forbes añadió que es necesario “olvidarse del mito de que el reciclado será la solución para esta crisis” porque, advirtió, la toxicidad de los plásticos aumenta con su reciclado.
Tanto Forbes como Felipe Victoria, director de Política Internacional de la organización Ocean Conservancy, que también se encuentra en Ottawa, coinciden en la importancia de estas negociaciones.
Victoria declaró a EFE que “esta es una oportunidad única en una generación para poder cambiar la situación y encontrar una solución a la crisis de la contaminación plástica”.
“Si no se aprovecha esta oportunidad, tardaremos 25 años en recrear el momento político e institucional que ha permitido estas negociaciones. Hemos necesitado 20 años para llegar a este momento. Es una oportunidad absolutamente única”, terminó señalando Victoria.