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Wednesday, December 4, 2024
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El renacer de la grandeza olímpica: París 2024 y la llama inextinguible de los valores humanos

“A mis queridos ENEFOS. Bellos y bellas, brillantes todos. Con un sentido del humor inigualable. Me hicieron líder. Me enseñaron  el significado de la amistad. Me mostraron el camino para ser mejor.

Alfredo Cuéllar

INTRODUCCIÓN

El olimpismo es un movimiento global que trasciende el deporte, simbolizando la unión de las naciones y la exaltación de los valores humanos más elevados: el respeto, la excelencia y la amistad. Surgido de las antiguas competencias en Olimpia, Grecia, los Juegos Olímpicos modernos han evolucionado hasta convertirse en un escenario donde atletas de todo el mundo compiten bajo reglas de juego limpio, representando no sólo sus habilidades físicas, sino también el espíritu indomable de la humanidad en busca de la paz y la armonía global.

Este artículo muestra una visión libre de mi propia experiencia como ENEFO, exalumno de la Escuela Nacional de Educación Física que, gracias al destino, a mí como a mis compañeros de esa escuela, nos permitió conocer esos juegos y ese movimiento olímpico de primera mano en los XIX Juegos organizados en la Ciudad de México.

PARIS

Los Juegos Olímpicos de París en 2024 han llegado a su fin, dejando tras de sí una estela de emoción, logros deportivos y un legado duradero en la historia del Movimiento Olímpico.

Celebrados en la icónica ciudad de París, este evento deportivo de clase mundial destacó por su enfoque en la sostenibilidad, la inclusión y la innovación.

Una de las características distintivas de los Juegos de París 2024 fue su compromiso con la sostenibilidad ambiental. Desde la reducción de residuos hasta el fomento del transporte público sostenible, estos Juegos establecieron un nuevo estándar en la organización de eventos deportivos, demostrando que es posible llevar a cabo grandes competencias de manera encomiable.

La diversidad cultural también estuvo en el centro de los Juegos Olímpicos de este año, con programas culturales y eventos especiales que celebraron la riqueza y la pluralidad de Francia y el mundo entero. La ciudad de París se convirtió en un escenario vibrante de encuentro, donde atletas y espectadores de todas partes se unieron en un espíritu de camaradería y competencia deportiva haciendo eco del ideal olímpico.

El rendimiento deportivo excepcional fue una constante a lo largo de los Juegos, con momentos emocionantes, récords batidos y actuaciones memorables que quedarán grabadas en la historia olímpica. Atletas de diferentes países brillaron en disciplinas tradicionales y emergentes, demostrando que el espíritu olímpico trasciende fronteras y culturas.

Además, los Juegos de París 2024 han dejado un legado significativo en la comunidad local y en el mundo del deporte. Con la inversión en infraestructura deportiva, programas educativos y el fomento de la actividad física, estos Juegos están destinados a inspirar y motivar a futuras generaciones de atletas y amantes del deporte.

INAUGURACIÓN Y CLAUSURA

La ceremonia de inauguración y clausura, esta última con su desfile semi-desordenado de deportistas y entrenadores, fue un reflejo del espíritu de camaradería y celebración que caracterizó estos juegos. Más allá de las victorias individuales, estos Juegos Olímpicos se destacaron por la disciplina, tenacidad y espíritu competitivo de los atletas, quienes encontraron en la tecnología y las condiciones optimizadas—desde calzado de última generación hasta mediciones de precisión y pistas mejoradas—un aliado en su búsqueda por alcanzar lo imposible.

EL ORIGEN Y LA DIMENSIÓN SIMBÓLICA

Desde sus orígenes en la antigua Grecia, los Juegos Olímpicos han sido un símbolo glorioso de competencia justa, orden y juego limpio, exaltando los valores sublimes de la convivencia humana. Las ceremonias, con sus himnos, banderas y discursos, no sólo son un espectáculo deportivo, sino una poderosa exposición de la dimensión simbólica de la humanidad. Son un recordatorio eterno de la paz y la unidad, valores que se oponen a los horrores de la guerra y el odio entre razas.

Cada país sede ha dejado algo para la historia. En México 68 apareció la cultura junto al deporte. Por primera vez se usó el tartán, las pistas de piso sintético. Hubo muchos récords, pero sin duda, el más sobresaliente fue el que aún sigue vigente la marca de Bob Beamon de 8.90 metros en su espectacular salto de longitud que tuvo que ser medido tres veces, incluyendo a las autoridades internacionales como testigos. Ese salto superó el récord entonces vigente por más de medio metro.  Una proeza sin más explicación que pensar en -momentos divinos- en lo que todo se combina para hacer lo extraordinario.

EL LADO SINIESTRO DEL OLIMPISMO

Sin embargo, detrás de ese ideal olímpico conmovedor e inspirador, más allá del brillo de las medallas y la alegría de las victorias, también existe un lado oscuro en la historia moderna de los Juegos Olímpicos. La corrupción entre algunos dirigentes olímpicos, la compra de votos para la asignación de sedes y la politización de los procesos han empañado este evento global.  Las drogas y hormonas han sido otra fuente de escándalos, como ahora son los transgéneros.  A pesar de las supervisiones y pruebas de control siguen problemas rodeando estos asuntos y seguramente habrá otros.

La organización de unos Juegos Olímpicos o una Copa Mundial de Fútbol no sólo es un reto logístico, sino también una oportunidad para que una nación muestre su capacidad organizativa, sus progresos y enaltezca a sus líderes políticos, pero también es una tentación para el abuso de poder y la corrupción.

EL MEDALLISMO

A pesar de que una y otra vez, románticamente se habla de que lo importante “no es ganar sino competir”, metáfora que empieza a retarse por aquellos que dicen, “claro que no, lo que importa es ganar, lo demás no importa”; la verdadera salud está en la educación física, no en el deporte.

El deporte es como la presunción de que esas súper mujeres y súper hombres campeones, son una muestra de millones cuyas bases psicomotoras se iniciaron con la educación física, pero la realidad es tristemente diferente.  Con miras al “campeonismo” o al “medallismo”, desde pequeños a muchos seres humanos se les cultiva, entrena, alimenta, y prepara mental y físicamente para ser campeones.  Se pierden de vidas “normales”.  Pero todo para la gloria del sistema o nación que los presume. A los niños y jóvenes que no dan los rendimientos se les deshecha y se sigue buscando a los mejores.  Así es de importante el asunto.

La ex Unión Soviética, a la que ahora se le prohibió competir, y sus naciones satélites, además de  China ahora, antes Cuba, y siempre los Estados Unidos y otras naciones de Europa se han movido por diferentes caminos a probar en los Juegos Olímpicos y los campeonatos mundiales que el número de medallas áureas es sinónimo de gobiernos que funcionan, sistemas exitosos, y ciudadanos felices (campeones).   

NACIONES CON MAS MEDALLAS

Para seguir con este mito morboso dejo constancia de los cinco países con más medallas en París: Estados Unidos 126, China 91, Japón 45, Australia 53, y Francia 64.  Para los que piensen que me equivoqué por poner a Australia y Francia después de Japón, es porque la regla o tradición es que se pone primero al que tenga más medallas de oro. Fue el caso de Japón que con menos medallas antecede a Australia y al país anfitrión por tener más de oro.

Dicho de otra manera, no importa cuánto se justifique no haber ganado, no tener muchas medallas, sigue siendo una muestra fuerte tener campeones. Curiosamente, voceros de noticias culpan parcialmente a la mala educación física y el desempeño poco profesional de estos maestros por el modesto desempeño de cinco medallas de México en Paris: tres de plata y dos de bronce.  Comparado con los legendarios juegos olímpicos de México con nueve medallas 3, 3 y 3 oro, plata y bronce respectivamente.  La verdad, no muchos progresos en más de medio siglo.

Pero es justo decir que culpar a los mentores físicos por los pobres resultados de París, es falsedad de falsedades.  Las razones del bajo rendimiento de México son multifactoriales y las culpas más obvias están con la falta de rendición de cuentas de las autoridades deportivas y las del gobierno federal que las sostiene y financia.

ENEFOS Y EL OLIMPISMO

Todavía tenemos presentes los ENEFOS, a nuestro maestro Alcántara diciendo: “La gente se confunde.  Dicen -olimpiada- a los que son Juegos Olímpicos.  Olimpiada era el período de cuatro años entre cada juego olímpico.  Los triunfadores de cada certamen, en Grecia eran -olimpiónicos- que se convertían en celebridades por el resto de sus vidas”.  Mientras lo escuchábamos con atención, nuestros espíritus soñaban viendo a aquellos super hombres y mujeres, los mismos que en fechas próximas se reunirían en la Cd. de México.

Después de 2,800 años que tienen de vida estos Juegos Olímpicos no ha habido muchos cambios en la esencia de esos juegos que, en honor de Zeus, se celebraban originalmente.  Bueno, algo ha cambiado, ya no es en nombre de Zeus que se organiza ese magno evento, son ahora en honor del país anfitrión y el nacionalismo, pues se lucen los que más ganan medallas. Esas naciones con más medallas, deben ser modelo de naciones pacíficas, que favorezcan la diplomacia, la participación y la concordia.  Desgraciadamente, no es el caso. El poder lleva aparejado ese lado siniestro.

MÉXICO Y PARÍS

Para aquellos que fuimos parte de la generación “olímpica” de la ENEF, tres generaciones, o sea los que en 1968, estaban en 1º, 2º y 3º de la icónica escuela, los Juegos Olímpicos de París 2024 evocan profundas remembranzas de un tiempo en el que México, en medio de dudas por parte de las naciones del mundo y en un contexto de conflicto social por los disturbios estudiantiles, organizó los XIX Juegos Olímpicos en 1968, que, por cierto, nunca el movimiento estudiantil estuvo en contra de ese compromiso adquirido por México.

Aquellos jóvenes que colaboraron en la organización de ese evento, desde tareas simples hasta funciones cruciales, ahora, en nuestra tercera edad, revivimos con admiración y nostalgia aquel momento histórico en el que México demostró al mundo que una nación emergente podía estar a la altura de los más grandes desafíos.

CONCLUSIÓN

En resumen, los Juegos Olímpicos de París 2024 han sido mucho más que una competencia deportiva; han sido una celebración de la excelencia, la diversidad y el espíritu olímpico en una de las ciudades más emblemáticas del mundo. Con su legado de sostenibilidad, inclusión y logros deportivos, estos Juegos dejarán una huella imborrable en la historia del Movimiento Olímpico.

Pero Paris, nos deja también un legado complejo: una celebración de la humanidad y sus logros, pero también una advertencia sobre los peligros de la ambición desmedida. Es un recordatorio de que, aunque la llama olímpica arde con fuerza, debemos protegerla de aquellos que buscan apagarla con la sombra de la corrupción. ¿Serán capaces Los Ángeles de aprender de esto?

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