Por Andrés Oppenheimer
Hay un nuevo fenómeno mundial que ha recibido poca atención de los medios estadounidenses, pero que puede tener un gran impacto en el futuro: se trata de “la globalización sin Estados Unidos”, o la “globalización del resto del mundo”.
Mientras que el presidente Donald Trump se retiró de algunos de los acuerdos más grandes del mundo, como el gigantesco tratado comercial transpacífico de 12 naciones, y el Acuerdo Climático de París de 195 países, y ha anunciado aranceles contra productos europeos, canadienses y mexicanos, el resto del mundo está firmando importantes acuerdos comerciales que están pasando por alto a Estados Unidos.
Veamos algunos de los más recientes acontecimientos del comercio mundial:
El 28 de junio, la Unión Europea, de 28 países, firmó un histórico acuerdo de libre comercio con el bloque MERCOSUR de América del Sur, compuesto por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. El tratado se negoció durante 20 años.
El acuerdo incluirá a más de 780 millones de personas y, bajo varios criterios, será el tratado comercial más ambicioso de ambos bloques. En virtud del acuerdo, que tendrá que ser aprobado por los parlamentos de los países signatarios, los aranceles se reducirán en un total de $4,500 millones al año.
Irónicamente, Estados Unidos intentó firmar un acuerdo de libre comercio hemisférico durante dos décadas, desde la Cumbre de las Américas de 1994 en Miami. Pero el plan fue rechazado por Argentina en 2005 y ha sido archivado. El gobierno de Trump no ha planteado retomar la idea de ningún acuerdo comercial regional con Sudamérica.
El 30 de mayo, 55 países africanos iniciaron el Tratado de Libre Comercio de África, que se espera entre en vigencia este mes. Incluirá el comercio de bienes y servicios para 1,200 millones de personas y se ha negociado durante los últimos seis años.
El acuerdo exige eliminar los aranceles del 90 por ciento en la mayoría de los bienes de consumo, lo que se espera hará aumentar el comercio continental en 52.3 por ciento. Ya ha sido firmado por los parlamentos de 23 países africanos, lo suficiente para ponerlo en marcha.
El año pasado, después que Trump se retirara del acuerdo TPP –que había creado el mayor bloque comercial del mundo y fue concebido por el ex presidente Barack Obama en parte para contrarrestar la creciente influencia económica de China– los restantes países signatarios firmaron el llamado acuerdo TPP-11 sin Estados Unidos. El TPP-11 incluye a Japón, Australia, Vietnam, Singapur, México, Chile y Perú.
China e India están negociando activamente la llamada Asociación Económica Integral Regional (RCEP) con otras 14 naciones asiáticas que podrían convertirse en el mayor bloque comercial del mundo. Las negociaciones del RCEP incluyen a Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur y Vietnam.
Mientras todo esto está sucediendo, Trump está adoptando un obsoleto nacionalismo proteccionista. Trump ha dicho que “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, algo que la mayoría de los economistas consideran una estupidez mayúscula.
A mediano y largo plazo, las guerras comerciales de Trump provocarán más represalias de otros países, harán caer el comercio internacional, perjudicarán a los exportadores estadounidenses y harán que los consumidores de Estados Unidos paguen más por la mayoría de los productos que compran.
Es posible que los aranceles de Trump hagan que algunas fábricas regresen a Estados Unidos, pero probablemente no crearán más empleos –como cree Trump– sino que serán operadas por robots. Los robots son cada vez más inteligentes y más baratos. Trabajan tres turnos seguidos y no piden aumento de sueldo.
En lugar de tratar de traer de vuelta a Estados Unidos trabajos poco calificados que se hacen más eficientemente en otros países, Trump debería ayudar a crear empleos en Estados Unidos en inteligencia artificial, robótica, impresoras 3D, diseño industrial y otras ocupaciones altamente calificadas.
Es cierto que Estados Unidos sigue siendo la economía más grande del mundo. Pero la globalización sigue adelante a pesar de Trump, y el proteccionismo obsoleto del presidente estadounidense sólo hará que el país se quede más aislado y sea más débil.