* Caos en cruces fronterizos
* Carriles de inspección reducidos
* Vienen fechas más críticas
Si bien se ha hablado y prometido un cierre de la frontera por parte de Estados Unidos, bajo el argumento de que se pretende frenar la entrada de inmigrantes indocumentados a ese país, política que fue prácticamente una de las principales promesas de campaña del presidente electo, máxime con la designación de quien será el ejecutor de tales medidas, Tom Homon, a quien ya se le denomina el futuro “Zar de la frontera”, algo inusual está ocurriendo en la frontera de México con Estados Unidos.
Durante los últimos meses se ha ido advirtiendo por parte de quienes tienen necesidad de cruzar frecuente u ocasionalmente la frontera méxico-estadounidense, sobre todo conduciendo vehículos particulares, que los carriles de revisión en las aduanas de Reynosa y Matamoros, que son los casos que conocemos más de cerca, pero seguramente ocurre algo similar con otros puertos de entrada fronterizos, se han reducido drásticamente formando verdaderos embudos que ocasionan que la revisión se haga muy lenta, formándose enormes filas que en días pico de la semana llegan a ser de varios kilómetros (o millas) en el lado texano.
Las filas son de varios carriles provocando, además, congestionamientos que alteran el flujo ordinario local de las ciudades fronterizas mencionadas.
Hemos tenido oportunidad de conversar con oficiales de diversas corporaciones de la frontera americana sobre lo que ocurre y coinciden en afirmar que son las reducciones en carriles de revisión lo que impacta en el tránsito de vehículos hacia México con las consecuencias de vialidad antes descritas.
Un factor que hay que tomar en cuenta, en el que no tienen responsabilidad las autoridades encargadas de las revisiones en ambos lados, es que muchos de los ciudadanos estadounidenses que integran la fuerza laboral documentada, es decir, residentes permanentes o ciudadanos estadounidenses del Valle de Texas, sobre todo aquellos que no tienen grandes percepciones económicas, han optado por mudarse al lado mexicano donde los costos de estancia les resultan más bajos teniendo que, lógicamente ir y venir diariamente de su casa a los centros de trabajo.
Pero la voz de alarma la han dado ya comerciantes y prestadores de servicios médicos que integran lo que se conoce como centros de atención al turismo fronterizo, que están apreciando una menor presencia de los turistas texanos de la frontera y de los llamados “Winter Texans”, que son estadounidenses del norte de Estados Unidos y canadienses que tradicionalmente permanecen en el sur de Texas durante alrededor de seis meses y que representan una inyección económica para ambos lados de la franja fronteriza por su capacidad de consumo.
Seguramente la Guardia Nacional Mexicana, pero también las autoridades federales estadounidenses fronterizas involucradas en el tránsito internacional, podrían encontrar soluciones adecuadas.
Se supone que cuentan con la formación logística, de seguridad y militar que les podrán permitir desarrollar un plan que pueda, si no resolver, al menos paliar el problema.
En el pasado trascendía que las autoridades de ambos lados de la frontera se reunían localmente para intercambiar opiniones y analizar la problemática relacionada con los cruces fronterizos.
Las verdad, no contamos con la información de si eso sigue ocurriendo, pero los factores que permiten resolver ese tipo de problemas son infraestructura adecuada, personal, pero sobre todo, coordinación.
Atender el problema es algo que dará beneficios económicos, y de movilidad, entre otros.
La situación se volverá mucho más compleja en las siguientes semanas con los asuetos en la Unión Americana con motivo del día de “Acción de Gracias”, de vacaciones con motivo de Navidad y Año Nuevo, de la llegada de miles de paisanos a territorio mexicano y de los consumidores mexicanos que acuden a realizar compras con motivo de Navidad a territorio estadounidense.
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