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Wednesday, December 25, 2024
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El arquitecto mexicano que mapeó la Notre Dame asolada para que resurgiera de sus cenizas

París, (EFE).- El día que ardió Notre Dame, el arquitecto mexicano Alejandro Arredondo llevaba dos años viviendo en París y su tristeza fue igual a la de los franceses que vieron en directo la destrucción del templo. No sabía aún que con su trabajo, y el de muchos otros, el templo reabriría apenas cinco años y medio después.

Su participación en la reconstrucción vino de la mano de la empresa Art Graphique & Patrimoine, para la cual este especialista nacido en Coacalco (en el Estado de México) llevaba trabajando tan sólo unos meses aquel fatídico 15 de abril de 2019.

“No sabía que aquel día iba a cambiar mi vida y mi trayectoria”, rememora Arredondo en una entrevista con EFE, a escasos días de la gran reapertura del próximo sábado.

Junto a muchas otras, su empresa fue una de las seleccionadas para arrimar el hombro en la gesta de reconstruir Notre Dame en el menor tiempo posible, un esfuerzo presupuestado en 700 millones de euros que ha incluido desde las más altas tecnologías hasta los oficios más tradicionales, como el de cantero o carpintero.

A Arredondo, en concreto, le tocó coordinar a un equipo que utilizó escáneres 3D y drones de alto rendimiento para crear una “nube de puntos” de Notre Dame. Eso permitió tener una maqueta digital de alta precisión que sirvió para realizar las obras de reconstrucción de las zonas destruidas.

“Consistió básicamente -explica- en tomar las medidas y pasar por todos lados, tanto por el interior, como por el exterior de la catedral”, incluidos los rincones prácticamente inaccesibles tras el incendio.

Existen muchas maquetas del templo, detalla Arredondo, e incluso pueden encontrarse con una mera búsqueda en internet, pero no necesariamente se ajustan fielmente al estado real de la catedral: ni “todos los muros están derechitos”, ni “todas las ventanas están perfectamente redonditas” en un edificio con más de 850 años de historia.

“Una renovación de este tamaño merece lo más fiel a la realidad”, opina este egresado de la Universidad de Monterrey, formado también en Barcelona (España).

Un choque emocional

El mapeado comenzó sólo unos días después del incendio y era un puente necesario ante el reto de conjugar la tecnología y el saber hacer del siglo XXI con el espíritu y las técnicas de una catedral gótica, ya que muchos elementos prácticamente no se utilizan en la arquitectura contemporánea.

El grueso de la labor del equipo coordinado por Arredondo se prolongó hasta 2021, aunque posteriormente han seguido interviniendo de forma puntual en la reconstrucción hasta este mismo 2024.

“Tuvimos que estar muy en la urgencia” porque fue un evento totalmente inesperado, cuenta, aunque en realidad tener esta clase de registros de todos los monumentos patrimoniales sería una estrategia muy útil de conservación, sobre todo en caso de catástrofes como ésta.

Aquellas primeras visitas de su equipo no sólo supusieron “un choque emocional” al ver el edificio destruido, recuerda, sino que también fueron el periodo con más retos porque la accesibilidad era muy complicada.

“Como todo el techo se cayó después del incendio, hubo una nube de plomo que se estableció alrededor de la catedral. Y eso es tóxico para la salud”, indica el arquitecto mexicano, por lo que los trabajadores tenían que usar equipos como monos de protección y mascarillas de varios filtros.

A nivel profesional, para Arredondo éste ha sido “un proyecto que pasa una vez en la vida” y, desde luego, el más importante de su carrera.

“Hay mucha gente que tiene un enlace con esta catedral, mucho cariño, mucho amor. Es un edificio que, desde mi punto de vista, une a las personas”, comenta.

Así lo valora también desde su propia experiencia al ser, en cierta medida, como embajador de México y de Latinoamérica en esta gesta tan francesa, que para el país ha sido una cuestión de Estado.

“Hubo mucha gente que trabajó -agregó- y era impresionante cómo cada persona dio lo mejor de sí”.

Como experto, él mismo certifica que la celeridad con la que se ha restaurado la emblemática catedral, que no es sólo un edificio religioso sino también un símbolo de París y de la historia de Francia, es bastante “increíble” y algo que no está al alcance de cualquiera.

“Admiro mucho a todos los que han participado”, asegura.

Nerea González

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