EN SÍNTESIS
La administración entrante de Donald J. Trump planea realizar redadas migratorias en Chicago la semana posterior a su inauguración, según informaron dos personas familiarizadas con los preparativos. La operación, denominada “Operación Salvaguarda” por parte de la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), está diseñada como el primer paso hacia lo que el presidente electo ha anunciado como la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos.
La operación está programada para iniciar el martes posterior a la ceremonia de toma de posesión y concluir el lunes siguiente, aunque las fechas podrían cambiar. Aunque ICE realiza rutinariamente deportaciones en ciudades de todo el país, esta operación se vincula simbólicamente con la toma de posesión de Trump, lo que refuerza su mensaje de endurecimiento contra la inmigración irregular.
OBJETIVO: CHICAGO Y CIUDADES SANTUARIO
Chicago, una ciudad liderada por demócratas y conocida por su política de “ciudad santuario”, será el epicentro de esta operación. ICE planea enviar aproximadamente 150 agentes adicionales para ejecutar las redadas, en lo que parece ser un intento de exhibir públicamente una postura dura contra la inmigración indocumentada y castigar a las ciudades que rechazan colaborar con las autoridades federales.
Un portavoz de la policía de Chicago declaró que el departamento no interferirá con las actividades de las agencias federales, aunque subrayó que la policía local no documenta el estatus migratorio de los individuos ni comparte información con ICE.
IMPACTO Y CONTROVERSIA
La administración Trump parece buscar un impacto visual significativo, con agentes de inmigración equipados con chalecos balísticos y arrestando a inmigrantes en un bastión demócrata. Tom Homan, nominado por Trump para liderar las deportaciones masivas, aseguró que el público debería prepararse para acciones que generen “shock y asombro”.
Homan también ha indicado que el gobierno no dudará en deportar a padres indocumentados, incluso si tienen hijos nacidos en Estados Unidos, y ha sugerido que los agentes federales se duplicarán en las ciudades santuario.
RETOS LOGÍSTICOS Y FINANCIEROS
Aunque Trump ha prometido deportar a millones de inmigrantes indocumentados, estos planes enfrentan grandes obstáculos logísticos y financieros. Durante su mandato previo, la administración Trump logró deportar a 267,000 personas en un año, una cifra muy inferior al récord anual de más de 400,000 deportaciones bajo Barack Obama.
Las redadas masivas anteriores promovidas por Trump, como una en 2019 que planeaba detener a 2,000 migrantes, apenas lograron detener a 35 personas. Estas cifras subrayan las dificultades inherentes de una operación de esta magnitud.
POLARIZACIÓN Y RESISTENCIA
La política de redadas masivas y la postura antiinmigrante de la administración Trump generan profunda polarización. Las ciudades santuario, lideradas principalmente por demócratas, se han resistido a colaborar con ICE, argumentando que estas políticas erosionan la confianza entre las comunidades inmigrantes y las fuerzas del orden.
Mientras tanto, organizaciones de derechos humanos y activistas han criticado la medida como inhumana y como un uso desproporcionado de los recursos federales para castigar a las comunidades vulnerables.
UN MENSAJE DE FUERZA POLÍTICA
Más allá de los resultados concretos de la “Operación Salvaguarda”, la administración Trump parece decidida a usar estas acciones para enviar un mensaje contundente: ninguna ciudad santuario estará exenta de las políticas de inmigración de línea dura.
Sin embargo, este enfoque plantea preguntas sobre su sostenibilidad y las repercusiones en las relaciones entre los gobiernos locales y federales, así como en el tejido social de un país profundamente dividido.
La historia de estas redadas, y las promesas de deportaciones masivas, marcará un capítulo clave en la agenda política de Donald Trump, definiendo su enfoque hacia la inmigración y su impacto en las comunidades inmigrantes en los Estados Unidos.
Esta historia no puede terminar sin recordar que más del 50% de los indocumentados son mexicanos. México asegura estar preparado para recibir a los paisanos reportados. ¿Realmente están?