Andres Oppenheimer
El resultado de las elecciones del 9 de febrero en Ecuador es una mala noticia para Estados Unidos y la democracia en América Latina: el partido populista de izquierda del expresidente Rafael Correa — un aliado de la dictadura de Venezuela— sacó un resultado mejor de lo esperado, y tiene posibilidades de ganar la segunda vuelta electoral del 13 de abril.
La mayoría de las encuestas habían pronosticado que el presidente de centroderecha Daniel Noboa, de 37 años, ganaría por un margen cómodo, y quizás hasta lograría ser reelecto en la primera vuelta.
Pero Noboa obtuvo el 44.2% de los votos, terminando en un empate técnico con la candidata de izquierda apoyada por Correa, Luisa González, que obtuvo el 43.9%.
Leonidas Iza, el candidato del partido de izquierda indigenista Pachakutik, que ganó el 5.3%, y quedó en tercer lugar. Los votantes de Pachakutik ahora serán un factor decisivo en la segunda vuelta.
Hay mucho en juego para toda la región en las elecciones de Ecuador, porque un regreso del partido de Correa le daría nuevos bríos, o por lo menos un respiro, al grupo de dictaduras de izquierda de la región.
“Luisa González está en la línea del Socialismo del Siglo 21”, me dijo en una entrevista el expresidente ecuatoriano Jamil Mahuad. De ganar, González probablemente se aliaría con el grupo del los BRICS, liderado por China y Rusia, agregó.
Correa gobernó Ecuador ente 2007 a 2017, durante el boom petrolero del país, y huyó de Ecuador tras ser sentenciado a ocho años de prisión por cargos de corrupción. Es un furibundo crítico de Estados Unidos desde su infancia, cuando su padre pasó tres años en una prisión estadounidense acusado de tráfico de drogas.
Como presidente, Correa cerró la base antinarcóticos estadounidense de Manta y aprobó una ley de “ciudadanía universal” que, según sus críticos, permitió a muchos líderes del crimen organizado establecerse en el país.
Santiago Basabe, un politólogo que enseña en la Universidad San Francisco de Quito, me dijo que la candidata de Correa tiene las mejores posibilidades de ganar la segunda vuelta electoral. Esto se debe a que el presidente Noboa y González juntos obtuvieron casi el 90% de los votos en la primera vuelta, y es probable que el partido Pachakutik, que salió tercero lugar, respalde a González.
Pachakutik sacó más del 5% del 10% de los votos que están en disputa, y lo más probable es que muchos votantes de ese partido del movimiento indígena se pasen a la candidata del correísmo, explicó Basabe.
Jaime Durán Barba, un consultor político y encuestador cercano a Noboa, me dijo que le sorprendieron los resultados de la primera vuelta, porque prácticamente todas las encuestas le daban una ventaja más amplia de Noboa.
Pero Durán Barba me señaló que todavía cree que Noboa ganará en la segunda vuelta, porque los votantes de Pachakutik no son un bloque monolítico.
“(El líder de Pachakutik) Leonidas Iza es de izquierda, pero sus seguidores indígenas no piensan en términos ideológicos occidentales de “izquierda” o “derecha”, sino en términos de sus identidades culturales”, dijo Durán Barba. “Tradicionalmente, votan en contra de Correa, porque Correa hizo cosas en su contra”.
El gran desafío de Noboa en los próximos dos meses será acabar con la narco violencia — que es la principal prioridad de los votantes ecuatorianos— y aliviar la crisis energética del país. En enero se registró un número récord de homicidios en Ecuador.
Para recuperar su impulso político, Noboa tendrá que hacer alianzas con grupos indígenas, llevar a cabo algunas acciones espectaculares contra la narco violencia y obtener todo el apoyo diplomático que pueda de Estados Unidos, Argentina y otros que lo respaldan en América Latina.
A menos que Noboa recobre la iniciativa, González tiene buenas posibilidades de ganar, porque muchos ecuatorianos tienen buenos recuerdos de la bonanza económica producto del auge de los precios mundiales del petróleo durante la presidencia de Correa.
Lo que olvidan muchos ecuatorianos es que Correa malgastó los ingresos de esa bonanza y dejó al país peor que antes.
Si gana la candidata de Correa, es probable que pierdan los ecuatorianos, y que su país se convierta en un nuevo dolor de cabeza para la región.