Por Andrés Oppenheimer
Bien por la congresista demócrata de El Paso, Verónica Escobar, y otros funcionarios públicos que han decidido no asistir a la visita del presidente Donald Trump a las víctimas del asesinato masivo de El Paso, Texas. ¡Y bravo por ellos por decir públicamente que no se prestarían a estar al lado de un presidente cuya retórica racista está envalentonando a los terroristas domésticos en Estados Unidos!
Ya era hora de que los legisladores y los funcionarios locales dejaran de cumplir con la ridícula exigencia de Trump, Fox News, la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y otros de que no se debe “politizar” el tema de los asesinatos masivos por respeto a las víctimas durante los primeros días después de estos incidentes.
Esa fue la estrategia que durante mucho tiempo usaron los cabilderos de la industria de las armas para silenciar temporalmente a sus críticos después de estas masacres. Querían una tregua para ganar tiempo, hasta que las víctimas fueran enterradas y la atención pública cambiara a otro tema. ¡Eso se acabó!
Después del asesinato masivo de El Paso que dejó 22 personas muertas, y una ola de asesinatos masivos que ha matado a más de 250 personas en lo que va del año en Estados Unidos, Escobar –así como los aspirantes presidenciales demócratas de Texas, Beto O’Rourke y Julián Castro, entre otros– decidieron llamar las cosas por su nombre inmediatamente después de la masacre.
“Rechacé la invitación (de Trump) porque me niego a ser una cómplice de su visita”, dijo Escobar. “Me niego a unirme sin un diálogo sobre el dolor que sus palabras y acciones racistas y odiosas han causado a nuestra comunidad y país”.
Escobar se refería, entre otras cosas, a las falsas afirmaciones de Trump de que hay una “invasión” de inmigrantes latinoamericanos –de hecho, las cifras del Centro de Investigación Pew muestran que la cantidad de indocumentados ha disminuido de su nivel en 2007– y que la mayoría de los indocumentados mexicanos son criminales y violadores.
No es sorprendente que un documento escrito por el asesino serial blanco de 21 años de El Paso, usando las mismas palabras de Trump, dijera que “este ataque es una respuesta a la invasión hispana de Texas”.
Los ataques de supremacistas blancos contra hispanos, judíos, musulmanes y otras minorías han aumentado en un 35 por ciento de 2017 a 2018, según la Liga Antidifamación de EEUU (ADL).
“Estás usando la oficina de la presidencia para alentar y envalentonar a los supremacistas blancos”, dijo el aspirante demócrata y ex vicepresidente Joe Biden, refiriéndose a Trump.
Es cierto que Trump salió a la televisión en la Casa Blanca el lunes y, leyendo del teleprompter, pidió a la nación que “condene el racismo, la intolerancia y la supremacía blanca”.
Pero, ¿cuál es el verdadero Trump? ¿El que constantemente tuitea comentarios racistas sobre los inmigrantes latinoamericanos y calienta a sus audiencias con la promesa de construir un muro en la frontera para detener una “invasión” inexistente? ¿O el que leyó una vez esa línea de teleprompter, probablemente escrita por sus asesores, después del tiroteo en El Paso?
Sólo hay una forma de saberlo, y será si Trump deja de hacer comentarios racistas, y comienza a hacer más difícil comprar armas de guerra.
En sus comentarios televisados posteriores a El Paso, Trump culpó a los videojuegos, la violencia de las películas de Hollywood y las enfermedades mentales por la epidemia de tiroteos masivos.
Pero Japón, Corea del Sur y los países europeos también tienen videojuegos y películas violentas, y personas con enfermedades mentales, y sin embargo no tienen los tiroteos masivos de Estados Unidos. La razón es que no es tan fácil para un potencial asesino obtener un arma automática en esos países.
Trump también afirma falsamente que los civiles necesitan armas para defenderse de los asesinos masivos. Eso resultó ser una tontería en El Paso, ya que Texas es uno de los estados con más gente armada en el país, y eso no ayudó a detener al atacante.
Es hora de que también sean los republicanos quienes le pidan a Trump que cambie su discurso. Si Trump no deja de usar su irresponsable demagogia racista, el terrorismo doméstico seguirá aumentando y muchas más personas inocentes morirán.