Donald Trump y el aumento del odio racial en Estados Unidos

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Andres Oppenheimer
Andres Oppenheimer

Por Andrés Oppenheimer

He visto muchas elecciones desde que llegué a Estados Unidos hace cuatro décadas, pero ésta es la primera que se ha polarizado este país al punto de estar separando a amigos de muchos años y creando tensiones en las mesas familiares. Es algo que estábamos acostumbrados a ver en algunos países latinoamericanos, pero no en Estados Unidos.
Por primera vez, al igual de lo que ha ocurrido en Venezuela, Ecuador y otros países de la región, un demagogo narcisista, Donald J. Trump, está hechizando a las masas con una retórica llena de odio, culpando a los extranjeros de los problemas de su país.
Hasta ahora, la civilidad política era una característica distintiva de los estadounidenses. Era una de las primeras cosas que los extranjeros admiraban cuando llegaban a este país. Los políticos se peleaban en el Congreso, pero era raro ver que amigos o familiares se distanciaran por motivos políticos.
Pero ahora, todo eso ha cambiado. Hay incidentes de violencia en actos políticos, y los partidarios de Trump y Hillary Clinton se culpan mutuamente de haberlos provocado. Muchas personas que conozco han decidido no hablar de política con sus amigos y familiares, para no pelearse.
Por primera vez, no veo por las calles de Miami autos con calcomanías apoyando a los candidatos presidenciales. ¿Es que la gente tiene miedo de ser insultada, o de que alguien les raye el carro? ¿O será que sienten tan poco entusiasmo por los candidatos que no quieren mostrar su apoyo en público a ninguno de ellos?
El hecho es que, desde que Trump comenzó su campaña presidencial el 16 de junio del 2015 diciendo que la mayoría de los inmigrantes mexicanos “están trayendo el crimen” y son “violadores”, el racismo y la xenofobia han dividido este país como nunca antes en la historia reciente.
Trump diariamente azuza a su audiencia con comentarios veladamente racistas contra los hispanos, los afroamericanos, los musulmanes y otros grupos étnicos. Y lo más triste del caso es que su público lo celebra a rabiar.
El público de Trump celebró cuando su candidato dijo que el juez Gonzalo Curiel, nacido en Indiana, no era apto para juzgar en el caso contra la Universidad Trump porque “él es mexicano”. Los actos de Trump llegan a su clímax cuando el público corea “¡Construye ese muro! ¡Construye ese muro!”.
Y los seguidores de Trump aplaudieron durante varios años, hasta que el candidato se retractó recientemente, cuando Trump decía que el presidente Obama había nacido en Kenia, un esfuerzo no muy velado de quitarle legitimidad al primer presidente negro de Estados Unidos.
No es de extrañar que grupos neonazis estén apoyando a Trump, como reportó recientemente una investigación de la revista Mother Jones. Los grupos de supremacistas blancos se sienten envalentonados por la retórica de Trump, aun cuando el candidato haya dicho que no apoya a algunos de ellos.
Gracias a Trump, el ideal de los grupos neonazis de un país ario, antes relegado a los rincones más oscuros de la Internet, está ahora más cerca del discurso político socialmente aceptable.
Un nuevo informe de la Comisión de Relaciones Humanas del Condado Los Angeles afirma que los crímenes de odio contra los latinos en esa ciudad se incrementaron el año pasado en un impresionante 69 por ciento.
Y otro estudio del Centro Sureño de Estudios Legales de Pobreza (SPLC), basado en una encuesta de 2,000 maestros, afirma que la campaña presidencial “está produciendo un nivel alarmante de temor y ansiedad entre los niños de color y aumentando las tensiones raciales y étnicas en el salón de clase”.
El informe agrega que “los maestros han notado un aumento en el abuso, el ‘bullying’ y la intimidación de estudiantes cuya raza, religión o nacionalidad haya sido blanco de ataques de candidatos”.
Mi opinión: Yo no puedo votar por un demagogo que incita al odio, que es apoyado por grupos neonazis, que está dividiendo a los estadounidenses, y que habla como si estuviera por encima de la Constitución. He visto a demasiados de estos “salvadores de la patria” en América Latina, y siempre terminan destruyendo a sus países. Mi voto será para evitar que Estados Unidos siga ese camino.