Ante los estragos causados por la pandemia de COVID-19 en los destinos turísticos de Florida, el Caribe, México y América del Sur, es hora de empezar a pensar en crear “burbujas de viajes” entre los países de la región. Eso es lo que acaban de hacer Australia y Nueva Zelanda, y debería hacerse en todas partes.
Prácticamente ninguna industria ha sido mas afectada por la pandemia del coronavirus que la de los viajes y el turismo . Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, con sede en Londres, alrededor de 100 millones de empleos turísticos en todo el mundo se han visto afectados por la crisis.
En el Caribe, las economías de los países dependientes del turismo caerán en un 7.5 por ciento este año, según el Fondo Monetario Internacional. En algunos países del Caribe, como las Bahamas, el turismo representa el 70 por ciento de la economía.
Puede que sea demasiado pronto para pensar en reactivar el turismo internacional, pero España, Italia y otros países europeos ya están reabriendo algunos de sus destinos turísticos, y la ciudad de Miami Beach anuncio que reabrirá sus playas y hoteles el 1 de junio.
Estados Unidos y los países latinoamericanos deberían seguir los pasos de Australia y Nueva Zelanda.
Australia anunció recientemente la apertura gradual de una “burbuja de viajes” con Nueva Zelanda, que ha tenido un éxito similar en su lucha contra la pandemia. Eso permitirá a los ciudadanos de las dos naciones viajar como si estuvieran en sus propios países.
Del mismo modo, Alemania, Austria y otros países europeos con tasas de infección decrecientes están creando “Zonas verdes”, o corredores de viajes entre ellos. En Asia, Japón, Corea del Sur y Singapur están planeando su propia “burbuja de viaje”.
Desafortunadamente, el Presidente Trump está amenazando con moverse en la dirección opuesta. El 19 de mayo, Trump dijo que está “considerando” una prohibición de viajes a América Latina, particularmente a Brasil. Eso sería absurdo, considerando que, tanto numéricamente como per cápita, Estados Unidos tiene muchas más muertes por COVID-19 que cualquier país latinoamericano.
El número de muertes de COVID-19 en los Estados Unidos es de 27.6 muertes por cada 100,000 personas, en comparación con las 16.4 muertes de Ecuador, las ocho muertes de Brasil y las cuatro muertes de México, según la Universidad Johns Hopkins.
“Estados Unidos debería comenzar a planear “burbujas de viajes” con algunos destinos regionales lo antes posible”, me dijo Gloria Guevara, presidenta del Consejo Mundial de Viajes y Turismo. “Podría ser, por ejemplo, corredores entre algunas ciudades de Estados Unidos y destinos turísticos seguros en México y el Caribe”.
Del mismo modo, los países sudamericanos en etapas similares de sus curvas de contagio podrían comenzar a planear sus propias burbujas de viaje. Quizás Colombia, Perú y Chile deberían comenzar a planificar su propio corredor de viajes, señaló Guevara.
Cuando le pregunté cómo podrían protegerse los países de recibir turistas extranjeros infectados con COVID-19, Guevara me dijo que tendrá que hacerse con pruebas de saliva de 15 minutos realizadas en los aeropuertos antes de que los viajeros partan en sus vuelos internacionales.
De esa manera, si uno vuela de Miami a Cancún, tendrá la tranquilidad de saber que todos los pasajeros de su vuelo están libres de COVID-19. Lo mismo sucedería en el aeropuerto de Cancún al regresar, dijo.
“Lo que se necesita es una mayor coordinación entre los países”, agregó Guevara. “Muchos países ni siquiera están de acuerdo en aceptar los tests de COVID-19 de otros”.
Por supuesto, no hay garantía de que las “burbujas de viaje” internacionales sean absolutamente seguras. Pero, de hecho, tampoco hay garantías de que lo sean los viajes internos dentro de los países.
La conclusión es que en lugar de pensar en prohibiciones de viajes a países latinoamericanos con menos muertos de COVID-19 que Estados Unidos, Trump debería empezar a pensar en “burbujas de viaje” o “zonas verdes” en la región. Eso podría salvar millones de empleos en los Estados Unidos, el Caribe y América Latina.