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Saturday, November 23, 2024
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¡Todavía hay esperanza para la Argentina!

Un artículo reciente del Financial Times titulado “No hay futuro en Argentina” refleja el pensamiento generalizado de que Argentina es un país sin esperanza. Pero tras la victoria de la oposición en las elecciones legislativas del 14 de noviembre, creo que todavía hay esperanza para ese país tan castigado por el populismo.

Por supuesto, Argentina sigue siendo un caso de manual de cómo el populismo puede destruir un país a pesar de todas sus riquezas. Desde que el difunto general Juan Domingo Perón inició lo que hoy conocemos como “peronismo” en la década de 1940, Argentina ha ido cuesta abajo.

Mucho antes de que Hugo Chávez destruyera Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo, Perón había hecho algo parecido con Argentina, uno de los mayores productores de granos del mundo. Perón empezó a regalar mucho más dinero del que entraba en el país, sentando la bases de una tradición de gasto público desmedido, impresión descontrolada de dinero, inflación, mayor deuda externa y mayor pobreza.

Hoy, bajo el gobierno disfuncional del presidente Alberto Fernández y su poderosa vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, un 55% de los argentinos recibe uno o más subsidios gubernamentales, según un reciente estudio del diario La Nación.

Eso hace que Argentina sea un país inviable. Para mantener sus “planes sociales”, el gobierno debe imprimir cada vez más dinero, produciendo una inflación que se calcula en más del 50% para este año.

Los economistas ven pocas esperanzas de una recuperación rápida. El Banco Central está quebrado, y el país debe $45,000 millones al Fondo Monetario Internacional. A menos que el gobierno llegue a un acuerdo con el FMI, no hay forma de que los bancos extranjeros le presten dinero a un país que ya se ha negado a pagar nueve veces su deuda externa.

No es sorprendente que uno de los chistes más escuchados en Argentina en estos días sea que “la única salida es Ezeiza”, el nombre del principal aeropuerto internacional del país. Es el mismo chiste que escuché en 1976 cuando salí de Argentina, y que las generaciones posteriores han escuchado una y otra vez.

A pesar de todo eso, hay señales de esperanza.

En primer lugar, más del 40% de los argentinos han votado sistemáticamente en los últimos años en contra de gobiernos populistas peronistas, a pesar de la compra de votos por parte de estos últimos. Poco antes de las elecciones del 14 de noviembre, el gobierno de Fernández había aumentado el salario mínimo, y regaló refrigeradores y otros electrodomésticos a los votantes.

Sin embargo, la principal coalición opositora “Juntos por el Cambio” obtuvo el 42% de los votos en todo el país, mientras que el partido del gobierno ganó solo el 34%. El gobierno de Fernández perdió su mayoría absoluta en el Senado, lo que significa que no podrá aprobar leyes sin el apoyo de otros partidos.

En segundo lugar, al contrario de lo que está sucediendo en Estados Unidos con las absurdas teorías del expresidente Donald Trump de que le habrían robado las elecciones del 2020, los perdedores en Argentina no han disputado los resultados electorales.

Aunque Fernández esté haciendo piruetas retóricas para presentar su derrota como un triunfo, no ha cuestionando los resultados electorales. Irónicamente, Argentina parece menos amenazada por un golpe populista que Estados Unidos, donde Trump está preparando el terreno para no reconocer futuras derrotas electorales.

En tercer lugar, contrariamente a lo que sugiere el titular del Financial Times, no hay tal cosa como países sin futuro. No hace mucho Irlanda, Finlandia, Corea del Sur y Singapur eran mucho más pobres que Argentina y la mayoría de los demás países latinoamericanos. Hoy, estas naciones tienen algunos de los ingresos per cápita más altos del mundo.

Las elecciones intermedias demostraron que un gran número de argentinos se han dando cuenta de que ningún país puede crecer y reducir la pobreza sin atraer inversiones.

Si la coalición opositora se mantiene unida, los argentinos pueden lograr derrotar al populismo en las elecciones presidenciales de 2023, y comenzar una era de gobiernos responsables y honestos.

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