Millones de mexicanos acudieron este domingo a las casillas instaladas por el Instituto Nacional Electoral (INE) para emitir su opinión en la consulta de la revocación de mandato del presidente de la República, en este caso de Andrés Manuel López Obrador.
El hecho, a diferencia de las elecciones que constitucionalmente se celebran para elegir a ejecutivos de los tres niveles de gobierno y a los integrantes del poder legislativo, quedará registrado como un acontecimiento histórico e inédito, por ser la primera ocasión que se celebra una consulta de esta naturaleza, como por el sentido que se le dio a lo que de origen debería ser un recurso para deponer al presidente.
Independientemente de cuántos electores hayan concurrido a las urnas el domingo y si se reunió el porcentaje de votos emitidos para considerarlo vinculante, el ejercicio representa una novedad dentro de las posibilidades que por ley tiene el pueblo de México para pedir, en el futuro, mediante un proceso establecido legalmente, suspender en el cargo a un presidente en funciones ante la insatisfacción ciudadana por su actuación o incumplimiento de sus funciones.
En esta ocasión, paradójicamente, los promotores de la revocación de mandato fueron precisamente quienes no quieren la revocación de mandato.
El ejercicio se convirtió en un acto de apoyo manifiesto a la figura presidencial.
Ni se requiere revocarle el mandato al presidente, ni nadie en su sano e informado juicio podría pensar que exista una opinión mayoritaria en el país en el sentido de que Andrés Manuel López Obrador debiera dejar de fungir como presidente. Las encuestas serias que se hacen en el país, sin excepción reflejan la alta aprobación de la que goza el mandatario mexicano.
Por otra parte, es innegable que se produjo un movimiento entre algunos sectores de la población para que no se concurriera a la consulta para que, consecuentemente, no se llegara al número mínimo de votos requeridos para considerar como válida la consulta, por decirlo de alguna forma.
Sin duda lo ocurrido este “Domingo de Ramos” en el campo electoral provocará un inagotable torrente de reflexiones y opiniones cuyos efectos nos darán una nueva visión política del país.