El sábado anterior desde temprana hora trascendió la noticia de que el ex presidente Luis Echeverría Alvarez había fallecido el viernes por la noche. Los medios informativos se encargaron de confirmar la noticia durante las siguientes horas de la muerte del político mexicano, cuya contrastante personalidad lo mantuvo presente en la opinión pública después de concluir su mandato.
Hace unos meses se divulgó una foto donde aparecía en silla de ruedas y, más recientemente, se supo que había cumplido los 100 años de edad.
Fue presidente de 1970 a 1976.
Antes, fue secretario de Gobernación con el presidente Gustavo Díaz Ordaz; durante ese período gubernamental se produjeron los hechos sangrientos y represivos conocidos como “La matanza de Tlatelolco” el dos de octubre de 1968, donde un número indeterminado de estudiantes perdieron la vida. Estos hechos los marcarían a lo largo de su vida tanto a Ordaz como a Echeverría.
Por si fuera poco, durante su gestión se dio lo que se calificó como “El Halconazo” en 1971, en el que grupos represivos dieron muerte a más de, cuando menos, 220 manifestantes.
En contraste, Echeverría creó una serie de instituciones para apoyar a las clases populares con vivienda y servicios asistenciales que pasaron a formar parte de una estructura gubernamental imprescindible para atender las necesidades de la población, sobre todo la de medianos y escasos recursos económicos.
Un día, en la Ciudad de México por el año 1995, en plática con el periodista Héctor Reboulen sostenida por quien redacta estas líneas y José Manuel Brito, quien desempeñaba, éste último, funciones ejecutivas en un medio impreso de McAllen, se nos presentó la oportunidad de visitar en su casa de San Jerónimo al ex presidente.
Reboulen, quien tenía en aquel entonces unas relaciones y contacto no solamente con Echeverría, sino con otros ex presidentes mexicanos como Miguel de la Madrid y José López Portillo, nos indicó que la visita a la casa del ex presidente era solamente “para saludarlo y conocerlo”.
Brito y yo aceptamos. Teníamos diferentes motivaciones para conocer al ex mandatario: Brito, nacido en la República de Chile, posiblemente quería conocer al presidente mexicano porque brindó refugio a muchos chilenos tras el golpe de estado que derrocó a Salvador Allende en 1973, supongo y, por mi parte, quería conocer de cerca a quien formaba ya parte de la historia de México como un ex presidente, lo menos que podemos decir, controversial.
Echeverría nos atendió en la sala de su casa y fue en una pequeña mesa donde pudimos platicar con él. Al tiempo que consumíamos un “pico de gallo de jícama”, que nos fue servido por un integrante del servicio doméstico de su residencia, nos preguntó sobre la vida en la frontera México- Estados Unidos y algunos aspectos de la situación y cultura de los latinos en la Unión Americana en ese entonces.
Con aire de resignación nos comentó que en el pasado había muchas personas que lo visitaban pero que paulatinamente el número se había ido reduciendo. “Aquí siempre había muchos pasteles que nos traían los visitantes. Ahora son pocos los que vienen”, dijo para ejemplificar la ausencia de muchos de quienes solían acudir a su emblemática residencia.
Sin embargo, nos refirió, sabiendo que quien esto escribe es originario de Tamaulipas, que uno de sus amigos que nunca dejaba de visitarlo era el ex gobernador de Tamaulipas, Enrique Cárdenas González.
Como se convino, aquella no era una entrevista periodística para su posterior publicación en algún medio informativo, sino simplemente la oportunidad de saludar a este personaje de quien mucho se dirá y escribirá como protagonista que fue de una importante etapa del México de los últimos tiempos. Nosotros sólo lo referimos como una anécdota.
A su funeral, así como sucedía con las visitas de San Jerónimo, son pocos los que habrían acudido y se llevaría a cabo más dentro de un entorno familiar.
Así es la despedida de quien fue popularmente conocido como “El presidente de la guayabera”, que llegara al poder postulado por el Partido Revolucionario Institucional bajo el lema de campaña “Arriba y Adelante”.
La historia ha comenzado ya a juzgarlo.