San Juan, (EFE).- La meteoróloga puertorriqueña Amaryllis Cotto se sube a bordo de un “cazahuracanes” de la Fuerza Aérea de Estados Unidos cargada de “adrenalina”, necesaria para la arriesgada misión de sobrevolar los ciclones y recopilar datos que ayudarán a salvar vidas.
Estos aviones están muy ocupados durante la temporada de huracanes, que ahora llega a su pico, cuando acercándose al centro de los ciclones tropicales determinan la velocidad de los vientos, su categoría y trayectoria.
“Es tanta la adrenalina y tanto ocurriendo que tu mente no registra el miedo. Hay personas que no les gusta la sensación, pero es más la adrenalina y me fascina, me encanta”, aseguró a Efe Cotto, la primera meteoróloga puertorriqueña destacada en un “cazahuracán”.
La tripulación que viaja en los diez “cazahuracanes” C-130 que ostenta el cuerpo militar norteamericano consiste de al menos cinco personas: un meteorólogo, dos pilotos, un navegador y un oficial llamado “load master”.
“Cuando estamos entrando al sistema, dirijo a los pilotos adonde ir al área de interés, buscando ciertos puntos y zonas en específico”, detalló Cotto desde su despacho en el Servicio Nacional de Meteorología (SNM) de Houston-Galveston (Texas, EE.UU.).
La cantidad de personas a bordo de estos también llamados aviones de reconocimiento depende de la hora o la duración del vuelo desde donde partan en las diversas bases aéreas del sur o sureste de Estados Unidos o la isla caribeña de Santa Cruz.
¿CÓMO OBTIENEN LOS DATOS?
Para recopilar los datos del sistema tropical, Cotto explicó que desde la barriga del “cazahuracán” se lanza una cápsula que contiene varios instrumentos que recolectan la información del disturbio, como temperatura, humedad, velocidad de los vientos, posiciones de GPS y la trayectoria.
“La cápsula nos da además varios parámetros para poder entender los vientos fuertes, si está saturado, si hay humedad, y por eso hay varios puntos para saber si es favorable su intensificación, decisión que el Centro Nacional de Huracanes informa”, precisó.
La información recopilada entonces va pasando automáticamente a un computador, donde se van procesando los datos, que luego permiten a las agencias de seguridad y emergencias del Gobierno en la isla evaluar las decisiones que tomar para la ciudadanía.
“Cada sistema es diferente. Los vientos van a cierta velocidad, al igual que la dirección de estos. También se conoce si se está intensificando y estudiamos si la pared del ojo tienen unas áreas más peligrosas o de mal tiempo”, indicó la teniente.
Pese a vivir una experiencia única como meteoróloga de sobrevolar y entrar a la parte más fuerte de un huracán categoría 5, Cotto admitió que en su estado personal, le provoca nervios cada vez que se aproxima una temporada de huracanes por lo emocionalmente difícil de estar lejos de su familia.
Una familia con cuyo apoyo siempre ha contado hasta alcanzar su sueño, que empezó a gestarse desde su infancia en Puerto Rico, una isla acostumbrada a los huracanes y que hace cinco años quedó devastada tras el paso de María.
DESDE PEQUEÑA JUGABA A SER METEORÓLOGA
“Desde pequeña me ha fascinado estudiar los huracanes, y me gustaba la dinámica. Siempre fui atrevida y curiosa”, agregó la también miembro del Escuadrón 53 de Reconocimiento Meteorológico de la Reserva de la Fuerza Aérea de EE.UU.
Cotto contó a Efe que se interesó por esta ciencia mientras observaba al grupo de meteorólogos puertorriqueños que advertían por televisión de la llegada de algún sistema tropical a la región caribeña.
Con ese mismo afán, buscaba un pequeño mapa para apuntar las coordenadas y las trayectorias de los disturbios tropicales que se acercaban a la zona.
“A mis 11 años, estando en intermedia, decidí que esa era la meta que quería”, recordó de aquel momento, en 1998, año en que el huracán Georges pasó por Puerto Rico.
Cotto estudió en Embry-Riddle Aeronautical University en Daytona, Florida (EE.UU.), donde completó un bachillerato en Meteorología, con especialidades en Matemáticas y Control de Tráfico Aéreo, obteniendo la licencia de piloto.
Tras su maestría en Ciencias en la Universidad Internacional de Florida, con especialidad en Meteorología, pasó a trabajar por seis años en el Servicio Nacional de Meteorología de San Juan hasta que ascendió a una posición más alta en la misma agencia en Houston-Galveston.
Allí desarrolló también otras destrezas, entre ellas como piloto, porque a bordo de un “cazahuracanes” y en medio de los ciclones no es solo la meteoróloga del equipo sino “parte de la tripulación”, a la que debe ayudar.