Por Andrés Oppenheimer
Aunque el Presidente Trump promete construir un muro en la frontera y arremete contra los inmigrantes latinoamericanos, hay un fenómeno poco conocido que podría tener un impacto positivo: un número creciente de estudiantes estadounidenses están yendo a países latinoamericanos para hacer sus estudios en el extranjero.
Aunque la mayoría de los estudiantes de EEUU que van a estudiar afuera como parte de sus carreras universitarias siguen yendo a Europa, el porcentaje de quienes eligen destinos latinoamericanos está aumentando rápidamente. Y entre quienes viajan al exterior para tener experiencias fuera de sus planes de estudio, como pasantías o trabajos voluntarios, América Latina ya es el destino número uno.
Los datos provienen de un nuevo estudio titulado “Puertas Abiertas”, del Instituto Internacional de Educación (IIE) y el Departamento de Estado de EEUU.
Si bien las cifras corresponden al año académico 2016-2017, que comenzó durante la campaña presidencial de EEUU pero antes de las elecciones de noviembre de 2016, reflejan una tendencia que probablemente continuará. El número de jóvenes estadounidenses que hacen parte de sus estudios en el extranjero se ha más que triplicado en las últimas dos décadas, a 325,339 estudiantes este año, dice el informe.
De ese total, 53,000 fueron a países de América Latina y el Caribe en 2017, un aumento de casi 6 por ciento con respecto al año anterior. El número de estudiantes estadounidenses que fueron a Argentina aumentó en casi un 4 por ciento, a México en un 10 por ciento y a Colombia en un 25 por ciento. En comparación, el porcentaje de jóvenes estadounidenses que fueron a estudiar a Europa aumentó en un 3.5 por ciento.
Entre los 23,000 estadounidenses adicionales que realizaron pasantías o hicieron trabajos voluntarios en el exterior, más del 38 por ciento eligió destinos latinoamericanos y caribeños, en comparación con el 14 por ciento que escogió a Europa y el 10 por ciento a Asia.
Estas cifras son importantes, porque a largo plazo podrían ayudar a mejorar las relaciones interamericanas, y a aumentar la escasa atención de Estados Unidos a América Latina. Un universitario estadounidense que pasa un año en un país latinoamericano tiene muchas más posibilidades de invertir en ese país, o visitarlo. La movilidad estudiantil crea importantes vínculos culturales y políticos entre los países.
Sin embargo, también hay malas noticias en este tema. En parte debido al “efecto Trump”, el número de estudiantes extranjeros, incluyendo los latinoamericanos, en Estados Unidos está comenzando a disminuir.
Mientras que casi 1.1 millones de estudiantes extranjeros cursaban estudios en Estados Unidos en 2017, un estudio separado realizado por el IIE en octubre, ocho meses después del inicio del gobierno de Trump, muestra que hay una caída en las inscripciones de estudiantes extranjeros en EEUU para el año 2018.
La encuesta de 522 universidades estadounidenses muestra que “una proporción significativa de las instituciones nos informan que el entorno social y político de EEUU y el hecho de no sentirse bienvenidos en Estados Unidos son factores que contribuyen a la disminución de los estudiantes internacionales”, dice el informe.
Agrega que “la retórica que rodea las políticas (de Trump) y los consiguientes debates públicos sobre inmigración…preocupan a los potenciales estudiantes internacionales y sus familias”. Los estudiantes extranjeros respaldan más de 450,000 empleos en Estados Unidos y agregan más de $39 mil millones de dólares anuales a la economía estadounidense, según cifras del IIE.
En el 2017, el número de estudiantes latinoamericanos en Estados Unidos cayó en un 6.2 por ciento, a 80,000 jóvenes, principalmente por una baja del 32 por ciento de Brasil, a 13,000 estudiantes. El número de estudiantes de México subió en un 0.6 por ciento a 16,835, y el de Argentina creció un 0.8 por ciento a 2,200.
Comparativamente, hay 350,000 estudiantes de China, y 186,000 de India, en las universidades estadounidenses.
Resumiendo, la buena noticia es que el nacionalismo barato de Trump no está teniendo impacto en el flujo de jóvenes estadounidenses que van a estudiar a Latinoamérica. La mala noticia es que menos estudiantes latinoamericanos están yendo a las universidades estadounidenses, lo que no ayuda a estrechar los lazos tecnológicos, científicos y económicos.