Tucson (AZ), (EFE). – Las morgues en los estados de la frontera sur de EE.UU. como Arizona y Texas se encuentran saturadas y no se dan abasto para procesar y almacenar los cuerpos de indocumentados que han muerto en su deseo de lograr el “sueño americano”.
Prácticamente todos los días se reporta una persona ahogada en el Río Grande o rancheros descubren una persona muerta dentro de sus propiedades, contó a Efe Tom Schmerber, alguacil del condado Maverick en Texas.
En la mañana del 1 de septiembre nueve inmigrantes murieron al tratar de cruzar el río en el sector de Eagle Pass, que pertenece al condado de Maverick, y 37 personas fueron rescatadas de las aguas en ese incidente.
El migrante peruano Alan Vladimir Paredes Salazar, de 38 años, fue uno de los fallecidos. Su cadáver fue trasladado a la Oficina del Médico Forense del Condado de Webb, según contó a Efe su familia, que espera que el cuerpo sea repatriado lo más pronto posible.
Pero el proceso podría tardarse. La morgue del condado Webb no se da abasto procesando los cuerpos de migrantes que constantemente llegan de su frontera y condados vecinos.
Desde enero pasado y hasta finales de agosto en ese condado se han registrado las muertes de 218 migrantes, superando los 196 fallecimientos de 2021. Debido al aumento en los fallecimientos el año pasado la morgue del condado compró cinco refrigeradores portátiles, que ya se encuentran casi a su capacidad.
EL OLOR A MUERTE
La situación de las morgues en los condados fronterizos de Arizona no es diferente. De acuerdo con cifras del grupo Fronteras Compasivas, de enero pasado hasta finales de agosto un total de 126 migrantes indocumentados han muerto en la frontera de ese estado.
Gran parte de los fallecidos llegan a la morgue del condado de Pima, dónde Efe hizo un recorrido.
El frío de los congeladores y el olor de la muerte reciben a quienes cruzan la gigantesca puerta metálica de la cámara donde se guardan sólo algunos de los cuerpos que han sido encontrados en los últimos meses en la frontera.
“Contamos adicionalmente con cuatro contenedores que se encuentran afuera. Cada uno tiene una capacidad para 80 cuerpos. En este momento uno de ellos ya se encuentra a su máxima capacidad”, dijo a Efe Gene Hernández, investigador forense de la Oficina del Médico Forense del Condado de Pima.
La dimensión de la tragedia se refleja en las docenas de bolsas de color blanco, todas acomodadas dentro de los refrigeradores, identificadas solamente con una tarjeta de color anaranjado.
EL DESIERTO QUE NO PERDONA
Cada tarjeta muestra varios números que indican la fecha en que el cuerpo fue encontrado, las coordenadas del lugar y si corresponde a un hombre o una mujer.
La gran mayoría sólo tienen una palabra en común: “Desconocido”.
“Identificar el cuerpo es uno de los procesos más lentos y difíciles”, indicó Hernández. Precisó que uno de los principales obstáculos es el avanzado estado de descomposición en que llegan los restos.
El desierto de Arizona simplemente “no perdona” y en cuestión de días el cuerpo se descompone hasta llegar a un punto prácticamente de “momificación” por las altas temperaturas, o es devorado por animales.
Uno de los cuerpos dentro de las bolsas era solamente una osamenta de color café oscuro. El cráneo ya no tenía dientes y en la parte de la columna vertebral aún se podían ver restos de carne, hueso y tierra del desierto combinados en una sola masa.
“Algunas veces encontramos actas de nacimiento, identificaciones en las ropas de los migrantes, pero no podemos asumir que realmente son ellos”, dijo el investigador.
La oficina cuenta con más de una docena de gabinetes llenos de bolsas transparentes donde se pueden ver algunos de estos objetos, que van desde fotografías, cartas, licencias de conducir, credenciales de elector, rosarios, joyería, carteras y celulares.
Debido a la falta de espacios y la continua llegada de cuerpos de migrantes, los restos sólo se pueden mantener en los congeladores por cuatro meses. Si no son identificados en este periodo son cremados y sólo se conserva un pedazo de hueso para una posible identificación futura utilizando análisis de ADN.
“El problema es que las pruebas genéticas son muy costosas, y para poder hacer una identificación positiva la familia también debe otorgar una muestra”, explicó Hernández.
De acuerdo con las más recientes cifras del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), durante el presente año fiscal, que finaliza el 30 de septiembre, se han contabilizado cerca de 750 muertes de migrantes indocumentados en la frontera con México.
Es un nuevo récord que supera los 557 fallecimientos de migrantes reportados durante el año fiscal 2021 por esa agencia federal.