Bogotá,(EFE).- El narcotráfico ha diversificado sus negocios en México y esa es una de las causas de la espiral de violencia, asegura el académico Carlos Pérez Ricart, miembro de la comisión que investiga las violaciones a los derechos humanos en ese país.
Pérez Ricart participó esta semana en Bogotá, con expertos de varios países, en el Encuentro Internacional de Conflicto y Crimen Organizado, convocado por la Fundación Ideas para la Paz (FIP), y en una entrevista con EFE habló de la violencia en México.
Pregunta: ¿Por qué se desbordó la violencia?
Respuesta: El origen de la violencia en México es muy añejo e íntimamente anclado al narcotráfico. Sin embargo, desde el año 2006 las redes criminales comenzaron a diversificarse y muchas no solo se enfocaron en las drogas sino que ingresaron a negocios igualmente ilegales y más violentos, como la trata de personas, la extorsión, etcétera.
Esto tiene que ver con el hecho de que, hace unos 10 años, las redes criminales se abastecieron de un “stock” brutal de armas que venían de EE.UU. de manera ilegal. Hoy la violencia en México creo que tiene que ver menos con las drogas y más con esa diversificación de actividades ilegales.
P: ¿Hay cifras de ese tráfico de armas?
R: Es un mercado ilegal y por tanto tenemos solamente estimaciones, pero la última, más bien conservadora, indica que en los últimos 10 años se han importado ilegalmente hasta dos millones de armas de EE.UU. a México, son prácticamente 600 al día, no hay sociedad que aguante eso.
P: Y de ahí el aumento de asesinatos…
R: México tuvo en el 2006 una tasa de homicidios de seis por cada 100.000 habitantes, hoy está en alrededor de 28 o 30 por cada 100.000 y lleva más o menos 15 años en estas cifras. 30.000 muertos al año son casi 85 todos los días y aproximadamente uno cada 16 minutos.
P: ¿Se puede frenar ese desangre?
R: No hay “silver bullets”, no hay una bala de plata que te dé la solución. Creo que tiene que haber muchos componentes, uno de ellos es la fuerza militar, no puedes combatir al crimen organizado con ese alto poder de fuego que tiene, sin armas.
Pero tiene que haber también un componente de prevención y de cuidado. La mejor política de seguridad es una buena política social acompañada del componente militar.
P: ¿Cómo es eso de la violencia “clusterizada”?
R: Uno suele pensar que la violencia en México está extendida, pero en ninguna parte de América Latina está extendida. En un solo municipio de México, me refiero al de Celaya (Guanajuato) o en Tijuana (Baja California), hay más homicidios que en toda Alemania, Turquía o Egipto en un año. En cinco estados se comete el 50 % de los asesinatos y en alrededor del 20 % de los municipios, el 80 % de los asesinatos.
P: ¿Por qué esos lugares?
R: Cada uno tiene particularidades. Algunos son puertos donde se reciben y se exportan drogas; otros son lugares donde hay aduanas y mercados ilegales; otros son cruces de migración (…) en donde la trata de personas es grande; otros son mercados de armas o lugares en donde se pelea por la explotación de recursos naturales, como es el caso de Michoacán o Guerrero, o donde se siembra droga.
Quizás el gran error de los analistas que investigan México es pensar que se puede analizar toda la dinámica de violencia desde lo general y no ver lo específico de cada parte.
P: ¿Se combate a las bandas de tráfico de personas?
R: Es un ciclo vicioso porque en la medida en que México ha tenido cada vez una política migratoria más restrictiva, en parte por sus acuerdos con Estados Unidos, obliga a los migrantes a ir por zonas más peligrosas y eso aumenta las posibilidades del crimen organizado de secuestrarlos y pedir rescates. Además de que va aumentando la cantidad de gente que cruza México para llegar a EE.UU..
La mayor parte de la violencia en México no la ejecutan cárteles sino redes en donde están colusionados grupos, actores privados, actores violentos, compadrazgos, familias, políticos. Tenemos que terminar con ese uso de la violencia a partir de sectores políticos y económicos en México.
P: Y todo envuelto en un manto de impunidad…
R: Sí, pero la impunidad suele ser a veces una explicación redundante. Hay violencia porque hay impunidad, hay impunidad porque hay violencia. A veces como fenómeno no explica nada, es el resultado de algo, pero a veces es al mismo tiempo la respuesta y la pregunta, un fenómeno casi endogámico.
P: ¿Se está enfrentando eso?
R. Sí, hay esfuerzos centrados en reformar el sistema de justicia y el sistema policial, y cuando hablo de reformar la justicia tiene que ser desde cero. En México hay que desmontar las redes criminales de los años 70, 80 y 90, cuando el crimen organizado realmente tuvo una intersección con el Estado.
No debemos buscar soluciones parciales o administrativas sino repensar completamente el sistema de justicia para eliminar la impunidad.
Jaime Ortega Carrascal