Por la Dra. Acosta Then
El hígado graso es una enfermedad muy diagnosticada, pero poco tratada. Le llamamos “el gran enemigo silente”. Y para colmo, afecta bastante a los hispanos.
Un estudio de la Universidad de Texas concluyó que la propensión a desarrollar esteatosis hepática, el nombre científico, difiere entre los grupos étnicos: los hispanos son los que tienen una frecuencia más alta (45%) en la población urbana de EEUU. Los hispanos también tienen una mayor prevalencia de esteatohepatitis y cirrosis. ¿Por qué? De momento, se desconoce.
Los factores que promueven el depósito de grasa en el hígado incluyen la obesidad, la diabetes, la resistencia a la insulina y la ingestión de alcohol. Nuestro gran laboratorio es capaz de almacenar, sintetizar y eliminar procesos bioquímicos. Hay una clasificación de hígado graso, que no está relacionada con el consumo de alcohol. Y existen dos tipos, una simple, que es grasa en el hígado, sin proceso inflamatorio, y otra donde comienza a desencadenarse la secuencia de tres estadios hasta la fibrosis, que es cuando se vuelve duro, cirrótico y pequeño. Y ya, por último, el cáncer.
Dentro de las causas que se enumeran están la obesidad, el sobrepeso y niveles altos de colesterol. Aparte de eso, medicamentos como los corticosteroides o algún antecedente de virus como la hepatitis C. También una alimentación alta en grasas, harinas y azúcares.
El diagnóstico de hígado graso es asintomático. Se descubre en una evaluación clínica de rutina con el médico primario. Es probable que dentro del screening le hagan una sonografía, que sigue siendo el estudio más sensible para detectar la enfermedad. Con el examen físico, el médico puede detectar si el hígado está aumentando de tamaño, además de comprobar si sus ojos están amarillos.
Es muy importante que esta enfermedad no se tome a la ligera, y se acuda a un médico a tiempo. En la actualidad, no hay un tratamiento específico. Sin embargo, siempre habrá que efectuar un cambio en el estilo de vida, tomar vitaminas hepatoprotectoras y perder peso.
Por lo menos, hay que visitar al médico cada tres meses, con control sonográfico, y verificar que no progresa la enfermedad. También existen estudios de elastografía hepática, que es el famoso Fibrascam. Una prueba no invasiva, sin biopsia, para determinar si realmente la grasa en el hígado está provocando algún tipo de fibrosis o hay riesgo de cáncer.
* La Dra. Acosta Then es endoscopista bariátrica, directora de la Clínica de Obesidad y Especialidades Salutte Clinic, en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Pertenece a la Sociedad de Endoscopia Bariátrica de EEUU y dirige el programa “Peso feliz sin cirugía”. https://www.instagram.com/dra.acostathen