Washington, (EFE).- El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dado los primeros pasos en la apertura hacia Cuba que prometió durante su campaña electoral, pero por ahora no parece dispuesto a impulsar un deshielo a nivel diplomático como el que espoleó Barack Obama.
Las medidas anunciadas el lunes por la Casa Blanca -que incluyen la eliminación de los límites a las remesas- son el resultado de una larga revisión de la política hacia Cuba que duró más de un año, y responden a dos factores principales, según expertos consultados por Efe.
El primero es la creciente llegada de migrantes cubanos indocumentados a la frontera sur de EE.UU., una crisis que el analista William LeoGrande compara con el éxodo de Mariel de 1980 y el de los balseros en 1994.
“El segundo es el daño que estaba haciendo la política de línea dura hacia Cuba a la relación de EE.UU. con el resto de Latinoamérica, como ha demostrado el potencial de un colapso desastroso de la Cumbre (de las Américas)”, dijo a Efe Leogrande, experto en Cuba en la American University.
SALVAR LA CUMBRE DE LAS AMÉRICAS
El plan de Estados Unidos de no invitar a los líderes de Cuba, Venezuela y Nicaragua a esa cumbre que se celebra cada tres o cuatro años y cuya IX edición tendrá lugar en junio en Los Ángeles ha generado críticas de varios países del continente.
Los presidentes mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y boliviano, Luis Arce, han advertido que si hay exclusiones de países ellos no acudirán a la Cumbre; y la Casa Blanca enviará mañana a México al exsenador Chris Dodd para tratar de acercar posturas y salvar la cita.
Ninguno de los expertos consultados por Efe cree que Washington esté dispuesto a dar marcha atrás a su plan de excluir de la cumbre a los tres países que considera antidemocráticos, algo que irritaría enormemente a un aliado clave de Biden, el senador demócrata Bob Menéndez.
“Pero quizá el dar estos pasos constructivos (hacia Cuba) podría apaciguar a algunos de los líderes de la región que amenazan con no asistir”, aseguró a Efe la encargada de Cuba en la independiente Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA), Mariakarla Nodarse Venancio.
Las medidas anunciadas por Biden incluyen el restablecimiento de los vuelos comerciales a Cuba más allá de La Habana, la supresión de los límites a las remesas y la autorización de viajes con fines educativos o profesionales, así como de las visitas de grupos destinadas a hacer contactos con el pueblo cubano.
LEJOS DEL DESHIELO
Venancio describió ese anuncio como un paso “modesto pero positivo” para deshacer algunas de las políticas más duras impuestas por el expresidente Donald Trump (2017-2021), pero subrayó que “no es un regreso” al deshielo que impulsó Obama.
Según Leogrande, la política que ha esbozado Biden se parece más a la que mantenía Obama antes de diciembre 2014, cuando anunció el inicio de históricas negociaciones con Cuba, con la diferencia de que ahora -al contrario que entonces- Washington tiene relaciones diplomáticas con La Habana.
“Estas son todas medidas unilaterales de Estados Unidos y no representan un acercamiento hacia Cuba al nivel diplomático, más allá de las recientes conversaciones sobre migración”, opinó Leogrande.
El principal asesor de Biden para Latinoamérica, Juan González, subrayó este martes durante una conferencia en Miami que el anuncio está dirigido al pueblo cubano y no al Gobierno de Cuba, del que dijo que debe asumir su “responsabilidad por las violaciones de derechos humanos”.
Ese discurso es una continuación del que ha enarbolado la Casa Blanca desde las protestas del pasado 11 de julio en Cuba, que fueron duramente reprimidas por las autoridades cubanas y tras las que EE.UU. impuso sanciones a altos cargos militares de la isla.
BIDEN, MÁS DURO QUE OBAMA
Mark Feierstein, que fue asesor de Obama en temas latinoamericanos y también trabajó durante unos meses en la Administración estadounidense actual, recordó a Efe que Biden “tiene una idea diferente” de cómo debe ser la política hacia Cuba en comparación con su predecesor demócrata.
“Obama estaba preparado para ir más lejos que Biden. Obama, por ejemplo, habló de (que el Congreso debía) levantar el embargo (a Cuba), algo que Biden nunca ha respaldado (desde que llegó al poder)”, explicó Feierstein, que ahora trabaja en la organización Albright Stonebridge.
El exasesor cree que esa postura más dura de Biden procede del propio presidente y no de alguno de sus asesores, pero no descarta que el mandatario pueda suavizar más la política hacia la isla en el futuro, especialmente si Cuba emprende más “reformas económicas y políticas”.
Aparte de la persistencia del embargo, una de las medidas que más irritan a Cuba es el hecho de que Trump incluyera a la isla en la lista de países patrocinadores del terrorismo que elabora el Departamento de Estado, y está por ver si Biden se replantea esa medida en un futuro.
Para Estados Unidos, la gran prioridad es atajar el drástico aumento en la llegada de indocumentados cubanos, y el mes pasado denunció que Cuba no ha aceptado ningún vuelo de deportación estadounidense desde el pasado octubre.
En abril, durante un diálogo sobre migración en Washington, las autoridades de la isla indicaron que estarán dispuestas a aceptar esos vuelos cuando EE.UU. retome el ritmo de procesamiento de visados a cubanos al que se comprometió en un pacto bilateral en 2017.
Cuba denunció tras esas conversaciones que EE.UU. no mostró interés en dialogar sobre otros temas que no fueran el migratorio, pero Feierstein cree que las medidas anunciadas por Biden pueden ayudar a “mejorar el ambiente” bilateral y llevar a acuerdos, al menos, en lo relativo a inmigración. EFE
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