Ocurrió hace dos semanas. Sobre la calle Colón, en pleno centro de la ciudad apareció un cadáver. Las horas transcurrieron el primer día sin que ninguna autoridad, de las dependencias diversas que podrían haber dado la alerta lo hiciera. Seguridad Pública, Sanidad, Obras Públicas, Recolección de Basura, ninguna.
El fiambre yacía con la cabeza de su inerte cuerpo paralelo al filo de la banqueta, sobre el lecho de la céntrica rúa.
Pero ocurrió algo que pasa con frecuencia en la ciudad: Una enorme fuga de agua en la esquina de la calle Colón con Canales empezó a registrarse. Miles de litros del vital líquido empezaron a brotar incesantemente, los que, por gravedad, empezaron a fluir a lo largo de la calle Colón como un arroyo incesante, pero de agua potabilizada por el organismo encargado de esa función.
Cuando los vecinos de la transitada avenida esperaban que al segundo día de iniciada la fuga las autoridades procedieran a repararla vieron con frustración que eso no ocurrió.
Muchas personas que circularon por ese céntrico crucero tuvieron que pagar las consecuencias junto con sus vehículos, que caían en el inmenso boquete de más de dos metros, que destruyó suspensiones y llantas de unidades motrices.
Pero el cadáver, ya en su tercer día de permanecer en el mismo lugar, como producto de la intensa temperatura que se registra, terminó, tras inflamarse como globo su vientre, reventándose y sus vísceras que se esparcieron en torno al cadáver, fueron poco a poco arrastradas por la corriente de agua, eso si, potabilizada, que fue llevando en su cauce los restos del fiambre. Lo que quedó de los restos mortales poco a poco fueron erosionados por el líquido que fluía incesantemente.
Al cuarto día, desapareció, llevado por las aguas incesantes, el cuerpo del pequeño perrito que encontró la muerte atropellado por un raudo vehículo. Era un pequeño can callejero, un perro corriente, como suele calificarse coloquialmente al que no es de fina raza. Un perro sin pedigree, como esos que son mascotas de personas que pueden adquirirlos. Como esos que en ocasiones muestra en sus redes sociales el alcalde.
Y la fuga de agua ???
Tras cinco días, luego que se derramaron incuantificables miles de litros de agua que no llegaron a los hogares de los residentes de Reynosa o bien, a colonias donde no se cuenta en forma regular con el vital líquido desde hace meses, un inesperado hecho contribuyó a la solución.
Providencialmente, valga la expresión, un camión recolector de basurales del municipio cayó en la ya para entonces enorme caverna de donde fluía el agua, que lo imposibilitó para cumplir con la misión de la recolección de los desechos del importante sector reynosense.
Sólo entonces, suponen los vecinos, fue cuando se dio aviso de que ya no sólo se dañaban los vehículos particulares, sino también los oficiales, que se procedió a frenar la fuga y posteriormente a tapar el inmenso hoyanco.
Por días los vecinos presenciaron el arroyo artificial a lo largo de la avenida Colón que se formó con agua destinada al uso doméstico y comercial. Las pérdidas en todos los sentidos son incuantificables, incluyendo la de confianza en las autoridades.