La institución de educación superior más destacada del estado, la Universidad Autónoma de Tamaulipas, llevó a cabo recientemente el cambio del puesto más importante, si bien supeditado a la Asamblea Universitaria, el de rector, cumpliendo con el proceso que se encuentra establecido desde alrededor de 50 años en el Estatuto Orgánico que rige el Alma Mater para la designación rectoral.
Actualmente se ve con normalidad que el rector de la UAT y los directores de las distintas facultades sean electos mediante el voto de la base magisterial y estudiantil, pero eso no ha sido así a lo largo de la vida de la institución universitaria. Tampoco es un proceso que sea ordinario en otras instituciones de educación superior públicas del país donde la nominación y decisión de nombrar rector se lleva a cabo por órganos colegiados o patronatos a quienes corresponde exclusivamente determinar quién será la cabeza del conglomerado universitario.
La UAT, en ese aspecto cuenta con un proceso único en el que se permite tanto a estudiantes como maestros emitir su voto para, mediante un proceso democrático y paritario, ya que cada uno de esos sectores representa prácticamente el 50 por ciento de los votos, validen la designación de funcionarios universitarios que incluyen al nuevo rector.
Guillermo Mendoza Cavazos, el nuevo ungido con ese honroso pero delicado puesto, relevó a José Andrés Suárez Fernández, quien concluyó el periodo para el que fue electo.
No siempre ha sido así, no todos los antecesores han culminado su rectorado. Un buen ejemplo es el del Lic. Enrique Luengas Piñero, primer rector electo por el voto de los estudiantes y maestros universitarios en los setentas, durante el régimen estatal del gobernador Manuel a Ravizé. Luenga Piñero renunció al año de ser electo.
Pero el caso más extraordinario fue el de su sucesor, el Dr. Leandro González Gamboa, quien duró en el encargo solamente 28 días, depuesto por un intempestivo movimiento universitario en su contra. De hecho, González Gamboa duró más tiempo en campaña que en la titularidad del rectorado.
De ahí en adelante, con alguna excepción, los sucesivos rectores han cumplido con su encargo para el que fueron electos y algunos, inclusive, se reeligieron. La continuidad en la administración rectoral ha sido patente, sin dejar de cumplirse con el proceso de renovación, pero siempre imprimiéndose un sello especial en la personalidad rectoral en cada una de las diversas etapas.
Los integrantes de la UAT, miembros de la docencia o la base estudiantil, han tenido siempre, como ninguna otra comunidad universitaria del país, la potestad de participar en el proceso de elegir a su rector.
La UAT se encuentra en una nueva etapa, reafirmando bajo las más diversas circunstancias externas, que su proceso para regirse internamente sigue siendo vigente y válido.