• Discapacitados y personas mayores soportan horas bajo la lluvia para poder cobrar
Poco antes de las diez de la mañana, personas de la tercera edad, algunas caminando con el apoyo de un bastón, otros transportados en sillas de ruedas, junto con discapacitados, empezaron a hacer su arribo al auditorio municipal “Ramón Pérez García”, el jueves, donde deberían recibir el pago de la pensión que el Gobierno Federal les otorga por bimestre.
Se encontraron con un acceso bloqueado por un lado, personas en sillas de ruedas, con muletas para poder desplazarse ante la falta de alguna de las extremidades, invidentes y niños o jóvenes con alguna discapacidad llevados por familiares, donde los llamados “Servidores de la Nación”, a los que se les identificaba por sus chalecos colores café y guinda, eran incapaces de dar una explicación y en forma grosera les respondían a quienes preguntaran a qué hora podrían entrar a recibir su pago.
En el otro lado de la puerta, ya para esa hora se había formado una hilera de cientos de personas de la tercera edad que aparentemente podía desplazarse sin ayuda.
La fila fue creciendo hasta formar una columna humana de cientos de metros. La falta de indicaciones y la ausencia de personal que organizara al contingente provocó muchos abusos.
Personas que llegaban sin estar en la fila trataban de meterse; algunos de ellos lo lograban. Por si fuera poco, la llovizna empezó a abatirse sobre la valla humana. Algunos fueron previsores y llevaban sombrilla, con lo que lograron cubrir sus cabezas, no así sus cuerpos; otros improvisaron con bolsas de plástico una protección que les permitiera paliar los estragos que empezó a hacer la implacable naturaleza. Con sombrillas, pañoletas improvisadas y pocos sombreros o gorras nadie se escapó de empaparse.
“Lo que nos van a dar de dinero nos lo vamos a gastar en médico y medicinas porque de aquí vamos a salir enfermos”, se quejaban algunos. “Mi familia no quiere que venga pero no quiero que se queden con mi dinero”, decían otros. “El año pasado nunca me lo entregaron y cuando finalmente me comenzaron a pagar este año me dijeron que lo del año pasado ya está perdido. No quiero que se vuelvan a clavar mi dinero”, dijo alguien más.
La fila seguía interminable a las 12 del día y quienes estaban citados a las 11, o las 12, llegaban ilusamente exigiendo que se les brindara acceso. “Adentro está lleno, todavía no cobran los de las 9”.
Trascendió que el dinero que debería entregarse desde las nueve de la mañana lo transportaron a las 10 y media.
Llegó un momento en que los mismos beneficiarios se comenzaron a organizar, desesperados porque los guardias de la puerta, además de ser incapaces de poner orden y dar explicaciones, le daban acceso a amigos o recomendados, sin respetar la larga línea de espera que, para la una de la tarde, ya se encontraban desesperados entre charcos formados por la incesante lluvia.
Tuvo que hacer acto de presencia un destacamento de la Guardia Nacional ante lo que amenazaba con convertirse en una irrefrenable avalancha humana de quienes, con toda razón, demandaban que se respetaran las citas que se les habían programado.
Gracias a algunos integrantes de la columna humana, que se apostaron en los accesos al auditorio para evitar intromisiones abusivas y organizar a los que esperaban para que “no se les metieran en la fila” personas recién llegadas, los impacientes y mojados beneficiarios entraron por fin al auditorio para encontrarse con la sorpresa de que estaba congestionado por personas que formaban filas y eran llamados por altavoz para recibir recibos para formar nuevas e interminables filas para poder cobrar.
Esta vez, bajo el argumento de que se entró a un proceso electoral se adelantarían dos bimestres, $7700, o sea 1,925 pesos por mes, (marzo- abril y mayo-junio).
Algunos duraron cuatro horas o más para que se les pagara.
No es la primera ocasión en que se presentan situaciones caóticas en estos cobros que no han podido ser bancarizados. La empresa beneficiada con el contrato de transporte del dinero es Grupo de Seguridad Integral.
En el auditorio había un gran contingente de personas mayores, muchas en sillas de ruedas, con muletas e invidentes guiados entre la multitud por sus bastones, que lentamente fueron saliendo con un fajo de billetes recién impresos.
Afuera, el caos vehicular, sin prevenir lo que podría ocurrir; no había patrullas de tránsito que orientaran a los conductores que llegaban o que pretendían salir del estacionamiento. A lo largo del bulevar que da acceso al auditorio los vehículos estaban estacionados sin orden alguno. Anarquía vehicular.
Para los medios informativos los hechos pasaron inadvertidos, con excepción de Reporteros en la Red, que gracias a una excelente y oportuna reseña de la reportera Sandra Tovar se dio cuenta de lo que ocurría.
Pero quien pensó que la experiencia no se repetiría se dio cuenta de su error cuando el sábado volvieron a ocurrir situaciones similares, con la ventaja, si se puede llamar así, que los que esperaban largamente no sufrieron el embate de la lluvia como ocurrió el jueves.
Hasta ahí la crónica.
Los esfuerzos de llevar adelante una iniciativa federal para beneficiar a la población más vulnerable se topa de nuevo con algo peor a la corrupción: La incompetencia.
Se dice que en el reparto de los beneficios intervienen voluntarios de la Secretaría del Bienestar.
El distinguido académico Alfredo Cuéllar expresó en alguna ocasión que los voluntarios “Hacen lo que pueden, cómo pueden y cuándo pueden”, y ese quizá sea uno de los factores para que se reincida en los errores, aunque no debe ignorarse la alternancia en los responsables de los programas cuyos titulares a nivel Estado, José Ramón Gómez Leal, JR, Rodolfo González Valderrama y el anodino Luis Lauro Reyes Rodríguez, se han preocupado más por utilizar su función como un escaparate para poder satisfacer en un momento dado sus ambiciones políticas, que para cumplir su función con un alto sentido social, pero, además, disponiendo de grandes cantidades de dinero.
La historia está llena de ejemplos de propósitos gubernamentales que no cumplen cabalmente su cometido por la incapacidad de los responsables de ejecutarlos. El caso de Reynosa y el caótico pago de pensiones es un ejemplo más.