• Los “puentes cerrados”
Durante la presente época la frontera de Texas con Tamaulipas está siendo marcada por incipientes, pero ya controversiales campañas políticas que, dicho sea dicho en honor a la verdad, se viven con mayor intensidad en la parte que corresponde a Tamaulipas que a Texas.
En esta última región que mencionamos hay varios procesos electorales en marcha. De hecho, todos los años se registran elecciones de diversos niveles, ya que, por una parte, no todas las alcaldías del estado coinciden en la fecha en que tienen que renovarse y los puestos más diversos están sujetos a la aprobación de la voluntad popular. Citamos como ejemplo integrantes de directivas de distritos escolares, cargos policiacos de los condados, comisionados de ciudades y condados, jueces, congresistas, gobernador y los legisladores de nivel estatal, tanto de la cámara baja como de la alta, que hay de los dos en los estados de la Unión Americana.
Surgen de todas las tendencias y de ambos partidos que se enfrascan en una lucha política que llega a ser en ocasiones agresiva, despiadada, dadas las diferencias de ideas y proyectos que no son necesariamente aceptados por todos. Contienda no falta y regionalmente llegan a presentarse varias. Recordemos que en Texas, como en el resto del país, se tiene que ganar una elección con la mayoría absoluta, por lo que no es raro ver elecciones de las llamadas de segunda vuelta o desempate.
Pero si quisiéramos encontrar un punto en el que prácticamente la mayoría coincide, hablando de la frontera texana, casi sin lugar a dudas sería el de la necesidad de que la frontera se abra, frase coloquial con la que nos referimos a que las restricciones establecidas para que los mexicanos crucen a los Estados Unidos por la vía terrestre sean eliminadas y se permita, como solía acontecer, el libre tránsito de quienes con afán consumista, turístico o simplemente de temporal esparcimiento, solían cruzar al “lado americano” para realizar las más diversas actividades comerciales que representan ganancias económicas, creación de empleos y generación de impuestos para las ciudades de la frontera, en particular las del Valle de Texas, donde se ha recibido un enorme impacto ante la falta de consumidores mexicanos. Los puentes, así, “siguen cerrados”.
Cierto, hay una reducida población de mexicanos que pueden, en razón de sus actividades consideradas esenciales ir y venir en ambos sentidos de esta frontera. Esos son aquellos que se dedican a actividades relacionadas con el comercio internacional, transacciones aduanales y transportación internacional, por citar algunos.
Pero la gran mayoría no puede hacerlo de igual forma y nunca como ahora se ha podido constatar la interdependencia comercial, de transacciones e, inclusive familiar y amistosa, que existe entre personas radicadas indistintamente en ambos lados de la frontera.
Muchos mexicanos residentes fronterizos y del interior de la República han tenido que lamentar los obstáculos para poder cruzar con su visa a los Estados Unidos, prohibición que el pasado 21 de marzo cumplió ya un año.
Así, en una época en la que parece que hay aspectos políticos irreconciliables, amenazas a la salud por la terrible pandemia y la inseguridad que no ha podido ser erradicada, hay un punto de coincidencia, que se abra la frontera, que difícilmente podrían entender quienes no son residentes fronterizos y que, desafortunadamente, son quienes en muchos casos toman las decisiones que afectan gravemente a esta región binacional.