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Wednesday, February 5, 2025
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Justicia, no venganza

El éxito de cada mujer debe ser una inspiración para las demás;  y el abuso de una de ellas desprestigia a toda la humanidad.

AC

INTRODUCCIÓN

Confieso que esta colaboración me cuesta mucho escribirla.  Acepto anticipadamente que lo que leerán es políticamente incorrecto.  Reconozco que muchos, sobre todo muchas se ofenderán, pero siento en mi conciencia que alguien tiene que señalar cuando ve las cosas mal y lo que ha pasado con el “beso no consensuado” en España durante la premiación del equipo femenil y sus implicaciones está mal y perjudica, en vez de ayudar, la lucha legítima por la igualdad.

LO JUSTO

Recuerdo que una vez ví una película que me impresionó mucho.  El tema de la película y su título fue “El Juicio de Nuremberg” y presentaba la misión imposible del abogado defensor.  Este personaje trataba de salvar a un grupo de jueces y fiscales que actuaron apoyando, justificando o ignorando las atrocidades del holocausto.  En la película, estos jueces y fiscales siendo juzgados representaban la justicia de la que carecieron los judíos de la Alemania Nazi.

En una escena, se pasan las imágenes filmadas de miles de judíos amontonados, desnutridos, decrépitos, con caras de desesperanza, con trapos como ropas, avanzando sin oposición a las cámaras mortíferas de gas; seguida por otra con esos cuerpos ya inertes, amontonados en hornos crematorios.  Antes, se les saca oro o metales que tenían en las dentaduras, montañas de anteojos que se les habían quitado aparecen en la filmación auténtica.  La escena, de la película que describo, pasa esas filmaciones que avergüenzan a todo ser humano.

En la película aludida al terminar esa escena, todos hacen un silencio macabro sólo interrumpido por los fiscales de la película reiterando los cargos contra los acusados.  Todos ellos estaban sentados con cara de perplejidad y resignación en espera de ser juzgados.

LA ESCENA QUE NO OLVIDARÉ

Entonces viene la escena que no olvidaré nunca.  Los jueces le dan la palabra al abogado defensor (Maximillian Schell).  Éste, hace un silencio mayor con sus manos sobre su cabeza y la vista clavada en el escritorio.  No habla, no se mueve.  Otro de los jueces reitera al abogado que tiene el uso de la palabra.  Lentamente éste, se levanta, se pone sus lentes, camina hacia el jurado o público y dice algo parecido a esto: “Nos han presentado horrores, abusos que no tienen nombre, el resto de la historia de la humanidad no es suficiente para hacer justicia a estas víctimas de la locura ideológica, de la demencia de un grupo de imbéciles que se creyeron dioses.  Eso está muy mal.”  Regresa a su mesa, y se quita los lentes otra vez, y golpeando violentamente la mesa con su mano dice.  “¡Repito, eso no tiene nombre y ningún castigo es suficientemente fuerte para reivindicar a esos seres humanos víctimas de la maldad y la estupidez político-ideológica!”  Entonces, hace otro silencio y vuelve a golpear la mesa mientras dice: “Pero hoy buscamos justicia, no venganza.”

Yo imito esa conducta del abogado defensor diciendo, el resto de la historia de la humanidad no es suficiente para reivindicar la justicia que millones de mujeres se merecen.

LO JUSTO SE VUELVE INJUSTO

Pero tampoco y por ningún concepto esa deuda que tenemos con las mujeres debe transformarse en un movimiento para destruir a un ser humano, por “un beso no consensuado” -y utilizo la expresión “beso no consensuado” para situar a mis lectores en el caso, no porque esté de acuerdo en que hubo o no consenso.  Se pasó una y otra vez en los canales de noticias y comentarios de televisión y en las noticias en todo el mundo.  Lo que vimos, antes de los comentarios incriminatorios fue que, en un momento de euforia, el Presidente de la Real Federación Española de Futbol le dio un beso en los labios a una de las jugadoras.

EL BESO

Quienes vieron ese beso, fue algo alejado de faltar el respeto a la jugadora, debe haber durado menos de un segundo, aunque la televisión congelara el momento para hacerlo aparecer largo.  Sin duda, de no haber sido por los medios que empezaron a hablar de eso, el asunto no hubiera trascendido.

LA SUBCULTURA DEL DEPORTE

En canchas, gradas con espectadores, premiaciones, entrenamientos, y manejo de los equipos deportivos nunca han trascendido como conductas indebidas por las manifestaciones de júbilo después de un gol dentro de la cancha y entre el público.  Nada de esas manifestaciones a las que me refiero son consensuadas sino conductas espontáneas de júbilo entre seres humanos que se dedican a jugar o presenciar una justa deportiva. Y estos comportamientos celebratorios forman parte de la subcultura deportiva aun cuando era exclusivamente masculina, porque no están relacionados con el sexo ni con el género con la explosión espontánea del júbilo por el triunfo.

No defiendo ni condeno la subcultura deportiva actual, sólo la describo y constato que las manifestaciones de júbilo en esta subcultura no habían sido previamente vistas jamás como una falta de respeto o como acciones que debían ser previamente consensuadas.  Ahora que participan hombres y mujeres ¿ya no debe ser igual, sino diferenciado cuando se trate de interacciones mixtas? Reitero, ni condeno ni defiendo la subcultura deportiva actual, simplemente señalo que quienes quieran cambiarla necesitan primero entenderla y explicarla.

Las subculturas siempre están en evolución. La misma subcultura deportiva primero esperaba, luego toleraba y finalmente rechaza los rigores y extremos demandantes de muchos entrenadores usando lenguajes soeces o exigencias físicas peor que la de los entrenamientos militares.  Cuando las mujeres llegaron a esos niveles, se les trató “igual”, como sucede en cierta medida en la subcultura militar. Eventualmente las subculturas van cambiando para hombres y para mujeres. Precisamente, el equipo femenil español antes del mundial se quejó del entrenador por las demandas y formas que éste usaba en los entrenamientos.

MATICES DENTRO DE LA SUBCULTURA DEPORTIVA

El “beso no consensuado” es una expresión resultante de dos subculturas diferentes: la subcultura deportiva y la más amplia cultura social que, con toda razón, busca la justicia y la igualdad entre mujeres y hombres, así como acabar con los vicios y los abusos a los que se sometía a las mujeres. Y es en esta cultura social más amplia donde los tocamientos, los abrazos y los besos tienen que ser consensuados o castigados si no lo son -porque de no ser consensuados, no son sino expresiones de dominio y atropello que no pueden permitirse, como ha sucedido en la propia subcultura deportiva con entrenadores y médicos que han sido justamente castigados.

Los matices dentro de las subculturas agregan escenarios, eventos y circunstancias que hacen que las manifestaciones de conducta sean más o menos intensas.  Ciertamente, ganar un campeonato mundial es un evento que llena de la mayor emoción a los partidarios de ese equipo; es lo máximo, se justifica el júbilo, la emoción intensa, se vive la historia misma y se celebra de la manera que ha devenido instintiva para esa subcultura.

El “beso no consensuado” del aludido dirigente de fútbol era la expresión que en esa subcultura la ocasión ameritaba y le dictaba a los protagonistas. Si la subcultura es culpable, cámbiese la subcultura para todos. Pero mientras no sea sí, corresponde a los protagonistas arreglar -si lo hubo- lo indebido; sea pidiéndose disculpas y sumándose, en su caso, a los cambios de la subcultura.

En la subcultura teatral en vez de suerte se desea “que se quiebren una pierna” ¿esa expresión debe entenderse de igual manera dentro de la subcultura teatral que fuera de ella?  Como en los Juicios de Nuremberg, donde habría que distinguir el todo de las partes y condenar al todo y a cada una de las partes por su responsabilidad individual, “el beso no consensuado” no dio ya espacio para reconocer la subcultura y dar el peso que merecen los matices del evento y las reacciones y responsabilidades individuales de los protagonistas en ese momento. Los medios y los que apoyaron a los medios fueron juez y parte. Un juicio inmediato sin la menor referencia al contexto y a la subcultura en la que sucede.  ¿Será posible que ese acontecimiento del beso no consensuado y visto desde afuera sea más importante que el campeonato mundial femenil de España?

PERJUDICA MÁS QUE AYUDA

Mi argumento en contra de lo que pasó es que de pronto, los movimientos de liberación automáticamente se vuelven contra las subculturas mismas, sin entenderlas para -en su caso- cambiarlas y pretenden juzgar comportamientos individuales como si fueran acciones personales premeditadas, con los parámetros ajenos de otras culturas o subculturas. Las personas, las culturas y las subculturas pueden cambiarse y tienen el derecho y la obligación de ser cada vez mejores.

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