En memoria de Flavio Rocha Lerma y Enrique García Guevara, mártires de la autonomía universitaria
Este tres de marzo se celebra el aniversario de la autonomía universitaria de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT). Movimiento que permitió que se lograra que los universitarios conquistaran el derecho a tomar sus propias decisiones en el seno universitario; que los maestros y alumnos tuviesen la posibilidad legal de determinar el destino de la institución educativa y que los claustros universitarios fueran centros de enseñanza donde la ciencia, la cultura y las artes pudiesen florecer sin intervenciones ni consignas ajenas a la comunidad universitaria.
Recientemente tuvimos oportunidad de releer fragmentos del libro “Los héroes de la autonomía”, escrito por el periodista tampiqueño José Luis Hernández Chávez, en el que se narran detalles de una lucha que contó, no solamente con el apoyo de los estudiantes universitarios y de otros niveles, sino de padres de familia y también maestros.
Fue en el año de 1967 cuando un grupo de estudiantes de la Facultad de Derecho y Medicina de la entonces Universidad de Tamaulipas, así como de otras escuelas, dio inicio a una lucha en demanda de la autonomía universitaria durante el mandato del entonces gobernador Praxedis Balboa Gojon quien, tras operar para imponer a un rector universitario, Francisco A. Villarreal, encendió los ánimos estudiantiles que desembocaron en una serie de protestas que incluyeron huelgas de hambre estudiantiles tanto en Tampico como en Cd. Mante y una marcha que partió de Tampico hacia la capital del Estado con la intención de llegar hasta el palacio de gobierno para exigir al gobernante Balboa, bajo la consigna de “fuera manos políticas de la universidad”, que la comunidad de estudiantes y maestros, mediante sus cuerpos colegiados, tomaran las decisiones sobre la vida académica y administrativa de la institución de educación superior.
Desafortunadamente, el día primero de marzo, cuando los estudiantes de Derecho de Tampico Flavio Rocha Lerma y Enrique García, en un vehículo conducido por el también estudiante de Derecho Héctor Zavala López, se trasladaban para llevar alimentos y medicamentos para los participantes en la marcha por la autonomía universitaria, tuvieron un accidente en una peligrosa curva de Cd. González. Flavio y Enrique murieron en el percance carretero, en tanto que Héctor quedó gravemente herido pero logrando salvar su vida.
Finalmente fue concedida o, más bien, arrancada al gobierno, la autonomía anhelada, aunque quedaron pendientes algunos puntos del pliego petitorio que sería objeto de un movimiento posterior, ese mismo año. 21 días duró paralizada la entonces Universidad de Tamaulipas y otras instituciones educativas, pero se logró la incorporación al final de esta etapa, de facultades, que si bien operaban con el nivel de educación superior, no habían sido reconocidas por el Alma Mater de Tamaulipas.
Una de las peticiones del pliego petitorio, la renuncia del Lic. Francisco A. Villarreal, no se logró en esta jornada, pero antes de que concluyera ese año un nuevo movimiento, que contó con gran apoyo popular y que logró que se llevara a cabo la mayor manifestación de la historia de Tampico, permitiría que un punto más del pliego petitorio que fue enarbolado por los estudiantes se cumpliera.
Sin embargo, la paridad universitaria, el derecho de decidir los destinos de la UAT por decisión de alumnos y maestros y, asimismo, la elección de directores de escuelas y facultades y de rector, privilegio que prácticamente no tiene ninguna otra universidad en México, habría de lograrse varios años después, con otra lucha que inició la “Preparatoria Popular Tamaulipas” de Tampico, que fue un referente legislativo para lograr que la UAT contara con un estatuto orgánico donde se establece la paridad y la libre elección de directores y el rector, teniendo como máximo órgano de autoridad el cuerpo colegiado paritario que forma la Asamblea Universitaria.
Algunos de aquellos integrantes de esa gesta universitaria han pasado a mejor vida, pero dejaron un legado que permitió el fortalecimiento de la UAT y que miles de jóvenes se formaran en las aulas universitarias. Pero hay quienes, aún activos y gozando de salud, recuerdan esa importante etapa en la vida institucional y educativa del estado, entre ellos quien esto escribe.
El legado legislativo que preserva la autonomía administrativa y legal de la institución sigue vigente y son los universitarios quienes, desde el seno del Alma Mater, deben tomar las más importantes decisiones para cumplir con su noble función.
La historia de esta institución de educación superior, para muchos desconocida en la actualidad, merece ser no solamente ser conocida, sino divulgada.
Estas líneas son simplemente un pequeño esbozo de un movimiento universitario del que se han desprendido múltiples beneficios educativos y culturales para varias generaciones, no sólo de tamaulipecos sino de estudiantes provenientes de otros estados e, inclusive, del extranjero.
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