Las amenazas arancelarias de Trump ya están paralizando la economía mexicana. Las fábricas han suspendido sus planes de expansión y, en algunos casos, reducido la producción. México depende del mercado estadounidense para el 83 % de sus exportaciones totales.
“Es una política idiota, la de Trump”, me dijo el expresidente mexicano Vicente Fox en una entrevista, refiriéndose a los aranceles estadounidenses que entrarán en vigor el 3 de abril.
Trump se está disparando en el pie, porque los fabricantes de autos estadounidenses estarán entre los más perjudicados y los consumidores estadounidenses terminarán pagando más por sus autos, me dijo Fox. Además, México entrará en recesión, lo que aumentará la migración de indocumentados a Estados Unidos.
“La gente reacciona con el estómago cuando falta el empleo, cuando falta el ingreso, y entonces viene la migración”, me dijo Fox. “Trump podrá construir el muro más alto del mundo, y los mexicanos, con hambre y sin empleo, van a encontrar la forma de cruzarlo por puentes por abajo, o saltando por arriba”.
Aunque los aranceles de Trump se aplicarán a fabricantes de automóviles de todo el mundo, México es el principal exportador de automóviles al mercado estadounidense. El año pasado, México produjo un récord de 3.9 millones de vehículos, de los cuales el 87% se exportó, principalmente a Estados Unidos.
Si Trump pone en práctica su amenaza de aranceles a los autos importados, la economía mexicana se contraerá en un 1 % este año, según la mayoría de los economistas. Esto representa un gran problema para un país donde hasta 2 millones de jóvenes se incorporan al mercado laboral todos los años. Si no hay empleo, muchos más van a querer emigrar.
La ironía es que, a pesar de las falsas afirmaciones de Trump sobre una presunta “invasión” de migrantes mexicanos, los datos del censo estadounidense muestran que la migración no autorizada desde México ha disminuido de 6.9 millones en 2007 a 4 millones en la actualidad, según el Pew Research Center. Esta disminución se debe principalmente a que el creciente comercio con Estados Unidos ha creado empleos, y sacado a muchos mexicanos de la pobreza.
Si bien el número de migrantes no autorizados procedentes de Venezuela, Cuba y Centroamérica aumentó en los últimos años, la migración desde México no lo ha hecho tanto, según muestran las cifras oficiales.
La pregunta crucial es: ¿por qué Trump está iniciando una guerra comercial mundial, a sabiendas de que la mayoría de los economistas, e incluso el diario conservador The Wall Street Journal, afirman que también perjudicará a Estados Unidos?
Trump dice que su objetivo es que los fabricantes de automóviles extranjeros trasladen sus plantas a Estados Unidos. Muchos partidarios de Trump creen que se trata de una táctica de negociación para lograr que otros países reduzcan sus aranceles a las exportaciones estadounidenses. Pero las guerras comerciales tienden a tener el efecto contrario: aumentan los impuestos a la exportación para los productos.
Mi teoría es que la motivación de Trump es principalmente política. No me sorprendería si Trump ya sabe de planes de compañías automotrices de abrir plantas en Estados Unidos, tomados incluso antes de su victoria electoral. Su plan, entonces, sería anunciar estas nuevas plantas automotrices en Estados Unidos como grandes victorias —”como nunca antes se han visto en el mundo” — de sus políticas económicas.
El problema es que el nacionalismo económico de Trump está destruyendo el sistema de comercio global que ayudó a Estados Unidos a ser la mayor economía del mundo.
Además, está impulsando a socios comerciales clave como Canadá a declarar oficialmente que Estados Unidos ha dejado de ser un socio comercial confiable, y está impulsando a gran parte del mundo occidental a buscar vínculos comerciales más estrechos con China.
Y sumado a todo esto, hará disparar la migración de México. Es un costo altísimo que pagará Estados Unidos por unos pocos titulares que beneficiarán a Trump en estados claves.