Sin embargo, la noticia sobre la ley antisobornos debería haber provocado una reacción mucho más fuerte. Se trata de un hecho concreto que podría hacer aumentar los niveles de corrupción en América Latina y en varias partes del mundo.
Según la directiva de Trump,Estados Unidos “pausará” la implementación de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA) de 1977, que ha sido la principal herramienta estadounidense para combatir la corrupción en el extranjero. La ley ayudó a destapar, entre muchos otros, el escándalo de sobornos de Odebrecht que sacudió a más de media docena de gobiernos latinoamericanos hace una década.
Según un comunicado de la Casa Blanca del 10 de febrero, la decisión de Trump de suspender las investigaciones sobre sobornos en el extranjero tiene por objeto “restaurar la competitividad y la seguridad de Estados Unidos”. El comunicado dice que la actual ley antisobornos no le permite a las empresas estadounidenses “participar en prácticas comunes entre competidores internacionales, lo que crea un campo de juego desigual”.
Muchas empresas estadounidenses se han quejado durante años de que sus competidoras de China y otros países ganan grandes licitaciones gubernamentales en otros países pagando sobornos a funcionarios gubernamentales, y que eso las pone en desventaja.
Al menos 31 empresas estadounidenses estaban bajo investigación por presuntos sobornos en el extranjero bajo la ley antisobornos a fines de 2024. Ahora, la ley será “revisada” y reemplazada por “directrices más razonables”, dijo la Casa Blanca.
Pero las organizaciones de lucha contra la corrupción latinoamericanas dicen que la nueva medida alentará aún más corrupción en las Américas.
“Esto tendrá un impacto muy negativo en América Latina”, me dijo José Ugaz, un ex fiscal peruano que lideró algunos de los casos de corrupción más conocidos de su país, y ahora dirige el grupo de lucha contra corrupción Proética en Perú.
“Por un lado, los funcionarios latinoamericanos se van a sentir mucho más confiados para recibir sobornos, porque saben que no van a ser tan investigados como antes,” me dijo Ugaz. “Por el otro lado, las empresas de Estados Unidos que quieran venir aquí a hacer negocios corruptos van a sentir que están más protegidas que antes por las leyes norteamericanas”.
La suspensión temporal de la ley antisoborno por parte de Trump se produce en momentos en que un nuevo ranking de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional, un grupo anticorrupción con sede en Alemania, muestra un aumento de la corrupción en muchos países latinoamericanos.
Luciana Torchiaro, directora de la división de las Américas de Transparencia Internacional, me dijo que “hay muy pocos casos de países latinoamericanos que hayan mejorado en el ranking de percepción de corrupción de este año, y varios otros que tienen puntuaciones por debajo de sus niveles históricos, como Brasil, Chile, Honduras, Nicaragua y Venezuela”.
Ahora, con la orden de Trump, los niveles de corrupción de la región pueden empeorar aún más, agregó.
La directiva de Trump podría impulsar a la Unión Europea a relajar sus propias leyes anticorrupción. Las empresas europeas seguramente se sentirán en desventaja respecto a las estadunidenses a la luz de la orden ejecutiva de Trump, y probablemente pidan a sus gobiernos que flexibilicen sus leyes, afirman muchos expertos.
Los defensores de la medida de Trump señalan que existen otras leyes estadounidenses menos draconianas que prohíben las dádivas a gobiernos extranjeros. Sin embargo, la ley suspendida por Trump es de lejos la herramienta más eficaz de Washington para combatir la corrupción.
¿Trump realmente cree que levantar la prohibición a los sobornos hará a las empresas estadounidenses más competitivas? ¿O simplemente está recompensando a las grandes empresas que financiaron su campaña presidencial?
Probablemente sea esto último. Su orden ejecutiva, a menos que sea revocada o modificada, fomentará una mayor corrupción en América Latina, aumentará la inestabilidad política y empobrecerá a los países.
Increíblemente, en lugar de usar su poder para presionar a China y otros países para que adopten leyes antisobornos, Trump está desmantelando una del las principales armas de lucha contra la corrupción en todo el mundo.