Maribel Hastings
A pesar del caos, la crueldad y la intencional estrategia de la administración Trump de abrumar a los sectores afectados por sus múltiples y draconianas órdenes ejecutivas en diversos rubros, no únicamente en inmigración, todavía se ven ejemplos de resistencia aunque los retos son complicados.
Durante el fin de semana y este lunes hubo manifestaciones e incluso “un día sin inmigrantes” para condenar las redadas y deportaciones del gobierno de Trump y reiterar el importante papel que juegan esos inmigrantes en la economía del país y en sus comunidades.
Muchos cuestionarán qué diferencia hace este tipo de eventos y la respuesta es sembrar una semilla de acción y de esperanza para no cruzarse de brazos ante la avalancha de nefastas acciones del gobierno de Trump y que afectan la educación, la salud, la economía, la inmigración, la inclusión, las agencias de ley y orden e incluso la vital ayuda que ofrece Estados Unidos a países en desarrollo.
Trump inició los primeros vuelos de indocumentados a la Base Naval de Guantánamo en Cuba. Aunque afirman que buscan ampliar el centro que ya existe para procesar inmigrantes interceptados en alta mar, principalmente cubanos, dominicanos y haitianos, activistas han denunciado por años violaciones de derechos civiles y humanos en esta instalación. No hay que ignorar el mensaje enviado de que los inmigrantes son una amenaza para la seguridad nacional.
Según la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, Trump “no va a permitir que Estados Unidos sea un vertedero para criminales ilegales de naciones de todo el mundo”.
Para quienes no votaron por Trump, para los demócratas y para los diversos sectores y organizaciones afectados por las órdenes ejecutivas no ha habido tregua. La ofensiva de Trump ha sido brutal y constante porque la intención es paralizar a la oposición que todavía no se recupera del golpe de la derrota en la elección presidencial de 2024.
Y en honor a la verdad, los demócratas y muchos de esos sectores todavía no han encontrado la voz, el mensaje y la estrategia para enfrentar a un presidente de Estados Unidos cuyas acciones atentan contra la tradición democrática de la nación.
Un presidente que está usando las instituciones gubernamentales para literalmente vengarse de quienes considera sus enemigos políticos, como ha hecho con quienes investigaron y procesaron a los responsables del sangriento asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, incitado por Trump y basado en la mentira de que le habían “robado” las elecciones en 2020.
En el mundo bizarro de este presidente, se indulta a los violentos delincuentes cuyas acciones provocaron muerte y destrucción ese 6 de enero, pero se persigue y se castiga a los fiscales y agentes de ley y orden cuyo arduo trabajo resultó en las convicciones de esos delincuentes.
Y Trump indulta a criminales pero sus redadas y deportaciones masivas no se centran únicamente en delincuentes como él alega. La semana pasada NBC reportó que al menos la mitad de los detenidos en un solo día de operativos no tiene historial delictivo. Hasta puertorriqueños, que son ciudadanos, han sido detenidos por ICE.
Su purga de inmigrantes tampoco se limita a los indocumentados. Ya se anunció que Trump revocó el Estatus de Protección Temporal (TPS) a más de 300,000 venezolanos haciéndolos vulnerables a la deportación.
El bombardeo de medidas no ha silenciado algunas voces que se alzan para denunciar despidos injustificados y excesos de Trump en las agencias federales, o a los grupos que presentan demandas ante tribunales para frenar las acciones de Trump que consideran ilegales y anticonstitucionales.
También están las valientes acciones individuales como la Reverenda Mariann Budde que le pidió a Trump tener compasión de los inmigrantes diciéndole que no son criminales.
Hasta los propios indocumentados encaran a Trump. La Opinión reportó que la poblana Anely Solís, indocumentada, se unió al llamado del “día sin inmigrantes” en Los Ángeles y no envió a sus hijos a la escuela. Sus hijos viven con el constante terror de que su madre sea detenida y deportada.
Pero Solís quiere que sus hijos vean que su mamá “hizo algo bueno tanto para nosotros como para la comunidad latina y luchó por las personas que no tienen papeles”.
Es una lección para los demócratas para que sacudan la derrota electoral y comiencen a tomar las acciones que les sean posibles desde la minoría y hagan más que meramente denunciar a Trump. Pueden creer que doblar las manos ante Trump es la mejor opción política, pero no es la humanitaria ni moralmente correcta.
Aunque tome tiempo reagrupar fuerzas, la resistencia es incluso más urgente ahora que en la primera administración Trump, pues sus peores amenazas se están haciendo realidad.