El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declaró improcedente el miércoles, como bien se sabe, los argumentos esgrimidos en contra de la declaratoria de gobernador electo de Américo Villarreal Anaya con el fin de anular los comicios del pasado cinco de junio en Tamaulipas.
Previamente y pese a la impugnación que pesaba en contra de Villarreal Anaya fueron dados a conocer los integrantes de una parte del gabinete que acompañará en su gestión administrativa al ahora confirmado gobernador electo entre decepciones y elogios de muchos observadores.
Pero superado el escollo judicial electoral, ¿es de esperarse que la transición se torne tensa en la última etapa de la entrega recepción? que, al decir del equipo entrante, no había sido no solamente lo cordial que debería, sino que se restringió información sobre el estado que guarda la administración estatal actual.
La ciudadanos tamaulipecos en general, no los políticos, grupos de interés o partidos políticos, han sido azorados testigos de lo que ha ocurrido en las últimas décadas en Tamaulipas: dos ex-gobernadores en la cárcel, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández; un candidato asesinado vilmente en la última etapa de su campaña política, el Dr. Rodolfo Torre Cantú; un gobernador que tras ser acusado de varios delitos fue solicitado su desafuero, el actual Francisco J. García Cabeza de Vaca, quien superó la intención de desaforarlo pero que el día primero de octubre se enfrentará a una nueva o complicada situación; y una resistencia a aceptar el resultado electoral de las pasadas elecciones que se tornó en un evidente enfrentamiento entre el gobernador que se va y el que llega.
¿Se estará en condiciones de iniciar sin problemas una nueva etapa gubernamental en Tamaulipas?, es pregunta.
Se ha presenciado en las últimas semanas una inédita, ríspida, casi explosiva transición, si se le puede llamar así, en Tamaulipas que propició encontradas opiniones de analistas, periodistas y actores políticos no exentas de ofensas y descalificaciones.
Es tranquilizador que se haya dado un veredicto con respecto a la impugnada elección del ahora confirmado gobernador electo, y eso da paso a que la nueva administración inicie sus funciones.
El innegable conflicto ha captado la atención nacional y, por vecindad, la de residentes de Texas que tienen una enorme relación en todos los sentidos con Tamaulipas.
No basta un final feliz a una disputa electoral, que habrá siempre quién, como en toda actividad política, no comparta la decisión a la que nos referimos, sino que se dé un cambio de gobierno que cumpla con las formalidades y cortesía elemental de quienes se van y de quienes llegan.
Tamaulipas merece eso y mucho más.