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En un estudio de personas mayores que no tenían diagnóstico clínico ni signos de demencia al momento de estar hospitalizadas por una fractura de cadera, los investigadores de Johns Hopkins dicen haber descubierto que, en la mayoría de estos pacientes, se identificaron los biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer al analizar sus muestras de líquido cefalorraquídeo. Los científicos alegan que los resultados de su estudio refuerzan hallazgos previos de que los trastornos cerebrales causantes de la falta de equilibrio en las personas mayores pueden ser una justificación del aumento del riesgo de las caídas con fracturas de cadera y de la enfermedad de Alzheimer, y que por ende la fractura de cadera en sí podría ser uno de los primeros signos de la enfermedad aún no diagnosticada.
“Hemos estudiado a pacientes sin diagnóstico clínico de demencia, lo que quiere decir que muchos de los participantes en nuestro estudio llevaban una vida activa e independiente sin ningún signo evidente de la enfermedad de Alzheimer,” indicó la Dra. Esther Oh, M.D., Ph.D., docente titular de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y directora adjunta del Centro de Tratamiento de Johns Hopkins para la Memoria y la Enfermedad de Alzheimer.
La Dra. Oh advirtió que su estudio no insinúa que toda persona mayor con una fractura de cadera padece de la enfermedad de Alzheimer, ni que ahora se debería analizar el líquido cefalorraquídeo de todos los que se hospitalizan por una fractura de cadera para detectar los biomarcadores. Pero lo que sí insinúa es que cualquier persona que se va a someter a una reparación quirúrgica de una fractura de cadera después de una caída debería ser monitoreada de cerca por si aparecen signos de delirio posoperatorio u otros problemas mentales o cognoscitivos durante su convalecencia, en vista de que algunas personas pueden tener enfermedad de Alzheimer subyacente y eso podría hacerlas más vulnerables.
La investigadora también observó que actualmente los médicos están diagnosticando la enfermedad de Alzheimer mucho más pronto y que mucha gente vive por décadas después de ser diagnosticadas. Aunque no existe ninguna cura ni tratamiento científicamente comprobado, la detección temprana y la planificación del cuidado pueden mejorar las estrategias para sobrellevar el mal y prolongar el tiempo de vivir en forma independiente.
Según las estadísticas del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, se calcula que en los Estados Unidos más de 5.5 millones de personas (la mayoría sobre los 65 años) padecen de la enfermedad de Alzheimer.
El informe sobre los hallazgos se publicó en la revista científica PLOS ONE.
El trabajo de la Dra. Oh fue, en parte, una respuesta a los resultados de un estudio publicado por investigadores de Johns Hopkins a principios de este año en JAMA Surgery, el cual demostró que 34 por ciento de pacientes con fracturas de cadera presentaban delirio durante su hospitalización, un trastorno caracterizado por agitación, delirios y pensamiento y habla incoherentes. Debido a que los pacientes con la enfermedad de Alzheimer tienen mayor tendencia a presentar estos síntomas y a que la tasa de mortalidad asociada con las fracturas de cadera es más alta que la normal comparada con otras cirugías, la Dra. Oh y su equipo planearon su estudio con la idea de hacerles pruebas directamente a los pacientes con fracturas de cadera para identificar los biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer.
Para esta investigación, el equipo de Johns Hopkins reclutó a 200 pacientes con fracturas de cadera internados en el Hospital Johns Hopkins y en el Centro Médico Bayview de Johns Hopkins entre noviembre de 2011 y mayo de 2016. Los participantes tenían en promedio 82 años de edad, fluctuando entre las edades de 65 y 102 años. La mayoría de ellos, 74 por ciento, eran mujeres. Aproximadamente 96 por ciento eran caucásicos.
En 168 de los pacientes, las muestras de líquido cefalorraquídeo se analizaron para detectar concentraciones elevadas de los biomarcadores comúnmente aceptados de la enfermedad de Alzheimer y de otras enfermedades neurodegenerativas. Los biomarcadores incluyeron las proteínas beta-amiloide 42 (Aβ42), beta-amiloide 40 (Aβ40), tau y tau con la adición de un grupo químico fosfato (p-tau). Las proteínas amiloides y la proteína tau se encuentran en los típicos ovillos de neurofibrillas dentro de las neuronas y en las placas que se forman en el cerebro de las personas con enfermedad avanzada de Alzheimer. Los niveles elevados de la proteína p-tau son indicativos de una lesión cerebral o de otros tipos de deterioro de las células cerebrales.
Antes de la cirugía, los participantes inscritos en el estudio completaron también el Mini examen de estado mental y el formulario breve del Cuestionario para informantes sobre el deterioro cognoscitivo en los ancianos, que son las pruebas estándar para determinar el estado mental, la memoria y la cognición.
Basándose en esos resultados, a los participantes se les dio una Evaluación clínica de demencia (CDR, por sus siglas en inglés). Un puntaje de 0 en la evaluación significaba completamente sano (70 participantes), 0.5 indicaba síntomas de deterioro cognoscitivo leve (81 participantes), más de 1.0 indicaba principios de demencia (13 participantes) y 2.0 indicaba demencia moderada (cuatro participantes). De las personas incluidas en el estudio, el 86 por ciento tenían concentraciones anormales de la proteína Aβ, el 65 por ciento tenían una concentración anormal de tau y el 35 por ciento tenían una concentración anormal de p-tau. Cuando los investigadores analizaron específicamente las concentraciones de biomarcadores en el grupo de pacientes con una Evaluación clínica de demencia de 0, descubrieron que 62 de 70 participantes (88.6 por ciento), tenían concentraciones anormales de cualquiera de los biomarcadores. En el grupo con una Evaluación clínica de demencia de 0.5, lo cual indicaba deterioro cognoscitivo leve, 80 de 81 participantes (98.8 por ciento), tenían concentraciones anormales de cualquiera de los biomarcadores.
Los investigadores descartaron la edad avanzada como un posible factor de sesgo en sus resultados; normalmente 23 a 32 por ciento de las personas entre 65 y 74 años de edad tienen concentraciones anormales de la proteína Aβ. Sin embargo, en los pacientes con fracturas de cadera, 68 por ciento de las personas entre esas mismas edades con una Evaluación clínica de demencia de 0 tenían niveles anormales de la proteína Aβ.
El equipo de investigadores de la Dra. Oh planea monitorear a los participantes del estudio durante un año después de cada cirugía con el objetivo de documentar el avance y los puntajes de la Evaluación clínica de demencia.