Una tumba prehispánica de hace 1.000 años abre sus puertas por el Día de Muertos en México

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Un hombre adorna el “Altar de los cráneos esculpidos” con maíz, amaranto, cacao y flores de cempasúchil, el 1 de noviembre de 2023, en la zona arqueológica de Cholula, estado de Puebla (México). EFE/Hilda Ríos

Puebla (México) (EFE).- La Pirámide de Cholula, considerado el mayor basamento piramidal del mundo, abrió este Día de Muertos el “Altar de los cráneos esculpidos”, una tumba arqueológica de hace cerca de 1.000 años con los restos de una pareja indígena en la que los visitantes colocaron una ofrenda prehispánica.
El sitio, descubierto por arqueólogos entre 1935 y 1936 en una parte alta de la zona norte de la pirámide, está restringido al paso, pero abrió por la relevancia del Día de Muertos, que cumple ahora 20 años de ser considerado “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” por la Unesco.
En el recinto arqueológico del municipio de San Pedro Cholula, del central estado de Puebla, arqueólogos y visitantes colocaron una ofrenda con alimentos prehispánicos elaborados con maíz y semillas, pan de sal, e inciensos.
Además, están rodeados de flores de cempasúchil que, según la cosmovisión mexicana, atraen el alma de las personas enterradas en la zona.
Entre los platillos están el chiktok, elaborado con semillas, nopales y algunas hierbas comestibles; nacatltlale o tamales de carne; itzmi o verdolagas, y el tzoalli, que tiene como base semillas y sangre animal, que antes era humana.
El lugar también es conocido como el “templo miniatura” porque en un espacio menor a los 50 metros hay dos esqueletos en posición flexionada cubiertos de barro y estuco en un momoxgli, es decir, un altar o plataforma baja.
Los arqueólogos creen que los restos son de una mujer, que tenía como ofrenda dos comales, tres ollas, un malacate para hilar, dos agujas de hueso y un pequeño alfiler de cobre.
El otro es un hombre acompañado de su ofrenda, basada en vasijas de cerámica, un vaso silbador, puntas de flecha de obsidiana, una mandíbula de perro y un fragmento de hueso con muescas laterales, llamado omichicahuiztli.
Por ello, se cree que los restos sean de una pareja sentimental que murió por edad avanzada entre los siglos X y XI.
“Deben ser una dualidad, una pareja, unos esposos, nada más que antes no había concepto de esposo y esposa porque no estaban amarrados, estaban juntos, se dualizaban, se equilibraban uno al otro”, explicó a EFE Arturo Ramírez Molina, secretario nacional de Educación y Capacitación del Consejo Nacional de Pueblos, Comunidades Indígenas y Afroamericanos.
El experto compartió que han buscado mostrar a los visitantes esta zona, que es “del pueblo”, por lo que se acercaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para que esta actividad se realice cada Día de Muertos.
“No está abierta al público, fue una gestión que se hizo por el Consejo Nacional de los Pueblos Originarios y empleados del INAH que están teniendo el deseo de mostrar todo al público en general”, comentó.

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