Guadalajara, Notimex).- El impacto de la tecnología, sobre todo en niños menores de tres años, está generando síntomas confusos en su neurodesarrollo; no muestran interés en sus manos, no miran a los ojos de otro humano, dijo la experta Emelyn Sánchez Gómez.
Asimismo, están presentando retraso en el lenguaje, hiperactividad, impulsividad o sedentarismo, falta de enfoque, nula tolerancia a la frustración e inexistencia de intención comunicativa, afirmó la asesora del Instituto Internacional de Neurociencias de Panamá.
Durante la conferencia magistral “Neuroeducación en la Época de la Digitalización”, dictada durante la jornada de clausura del X Congreso Nacional de Neuropsicología “En el presente mirando al futuro; Retos de la Neuropsicología”, resaltó que “hoy en el 2018 el cerebro está sobrecargado de información”.
La experta y también asesora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en asuntos de Neuroeducación, reiteró que la excesiva digitalización en edades críticas del neurodesarrollo en los primeros años altera el sistema sensorial y de concentración.
Alertó sobre las nuevas formas de conducta, interacción y aprendizaje que están presentando los niños durante sus primeros mil días de vida, característicos de la actual era digital, ante la exposición desmesurada a dispositivos digitales como tabletas, teléfonos móviles, videojuegos, etcétera.
“La memoria se forma por repetición, llega a la sinapsis (comunicación entre células nerviosas), y ocurre dentro de los primeros mil días de vida a una velocidad de 700 a mil conexiones por segundo. Antes de los 5 años de edad las vías sensoriales y de lenguaje están por alcanzar su mayor madurez”, explicó.
La docente del Instituto Internacional de Neurociencias de Panamá, explicó también que el cerebro busca luz y movimiento para sobrevivir, así como sonidos agudos y exagerados.
“La luz blanca en exceso es nociva para la célula retiniana y en la actualidad existe la tendencia en el ser humano de efectuar cierres de ojos a medias del ojo, con el objeto de no perder información mientras se encuentra expuesto ante la pantalla o monitor, lo que ocasiona que no lubrique bien el ojo y se generen irritaciones”, dijo.
Informó que la imagen de las pantallas electrónicas recrea dos dimensiones, la realidad está en tres, y que los niños digitalizados también están teniendo trastornos alimenticios, ya que los padres de familia los exponen a la pantalla mientras comen y el menor no percibe lo que está comiendo.
La pantalla está creando en el cerebro un exceso de búsqueda de movimiento. La vida real va de 0 a 1 cuadro por segundo; por ejemplo, si el papá habla o le canta a un menor de tres años alcanzará de 10 a 12 cuadros por segundo; las pantallas, mientras se está utilizando un videojuego, pueden alcanzar un nivel de rapidez de 200 y 300 cuadros por segundo.
La conferencista sostuvo que en la maduración del lenguaje del bebé intervienen factores como la importante necesidad del menor de ver a los ojos y la expresión facial del rostro humano, “Ahora las mamás dan pecho chateando y no están teniendo contacto con el rostro humano”, puntualizó.
Ante el comportamiento actual del mundo digital, especialistas en el tema a nivel global proponen no facilitarles pantallas o aparatos electrónicos a los niños antes de que cumplan los dos años de edad, o bien, hasta que el menor desarrolle un lenguaje funcional, pues lo que nos convierte en humanos es el lenguaje, aseguró.
Sánchez Gómez destacó que el ser humano necesita de otro humano para poder aprender. Aunque dijo ignorar cómo podría evolucionar el aprendizaje a futuro, reconoció que en la actualidad se está recibiendo información sin la coordinación adecuada, se están creando nuevos cerebros y nuevo retos en el área del neurodesarrollo.
La especialista apostó por la prevención y el trabajo conjunto de padres de familia. En niños de primaria la exposición ante pantallas electrónicas se debe limitar a dos horas al día y nueve horas de sueño; restringir su uso en niños menores de dos años y apostó por la dieta tecnológica para el correcto desarrollo cerebral del infante.