Por Andrés Oppenheimer
El nuevo pronóstico económico del Fondo Monetario Internacional dado a conocer pocos días atrás trae malas noticias para América Latina: la región tendrá el crecimiento económico más bajo del mundo este año. O sea, será el campeón mundial del estancamiento económico.
Según las previsiones del FMI, las economías de América Latina crecerán un promedio de 0.6 por ciento en 2019. Eso debería activar las alarmas en la región porque sucede en el marco de una economía mundial en crecimiento.
El FMI pronostica que la economía mundial crecerá un 3.2 por ciento este año, incluida una tasa de crecimiento del 6.2 por ciento en Asia y del 3.4 por ciento en el África subsahariana.
La mayoría de los países más grandes de América Latina crecerán menos de lo que se había anticipado, dijo el FMI.
La tasa de crecimiento de México se ha revisado a la baja a 0.9 por ciento este año. La economía de Brasil crecerá solamente 0.8 por ciento, y la de Argentina se reducirá en un 1.3 por ciento en 2019, y crecerá un 1.1 por ciento en 2020. La economía de Venezuela caerá un 35 por ciento este año.
Solamente Chile, Colombia y Perú crecerán a tasas saludables de 3.2, 3.4 y 3.7 por ciento, respectivamente, este año, dice el FMI.
¿Por qué está estancada América Latina? Hay muchos motivos, pero estos son algunos de los más importantes:
– Falta de continuidad en las políticas económicas, lo que ahuyenta a los inversionistas. En muchos países, cada nuevo presidente quiere reinventar la rueda y deshace todo lo que hizo el anterior.
En México, por ejemplo, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha prometido llevar a cabo una “cuarta transformación” en la historia del país. López Obrador, entre otras cosas, suspendió contratos para la enorme renovación del aeropuerto de la Ciudad de México y está dando marcha atrás a reformas para mejorar la calidad de la educación pública.
Eso ha creado “una fuerte incertidumbre en torno a las políticas económicas de México”, según el FMI. Uno puede estar de acuerdo o no con eso, pero el hecho es que la “cuarta transformación” de López Obrador está ahuyentando las inversiones. El presidente no parece entender que sin inversión no habrá crecimiento, y sin crecimiento no habrá reducción de la pobreza.
– Excesivo gasto público, baja productividad y una pésima distribución de la riqueza. Muchos de los países más grandes de la región, como Argentina, simplemente gastan mucho más de lo que producen.
Nuevas cifras que circulan en las instituciones financieras internacionales muestran que Argentina tiene sólo 9 millones de trabajadores en el sector privado y autónomo, que en conjunto mantienen a 15.3 millones de personas a cargo del Estado, entre ellos los pensionistas, gente que recibe subsidios estatales y empleados públicos.
Entre 2003 y 2015, durante los gobiernos populistas de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, el gasto público de Argentina se duplicó.
Y sin embargo, la fórmula presidencial que incluye a la ex presidenta Cristina Fernández como candidata a la vicepresidencia está liderando varias encuestas, y podría ganar las próximas elecciones. Muchos argentinos aún no han aprendido la lección de que un país no puede gastar más de lo que produce sin ir de crisis en crisis.
– Bajos estándares de educación, ciencia, tecnología e innovación. Los países latinoamericanos ocupan los últimos lugares en la prueba internacional PISA de estudiantes de 15 años y registran muy pocas patentes internacionales de nuevos inventos.
Mientras que Corea del Sur registró 17,000 patentes ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual el año pasado, todos los países de América Latina y el Caribe juntos registraron solamente 537 patentes. En una economía global basada en el conocimiento, esa es una receta para el atraso.
Mi conclusión es que los países de la región no pueden seguir culpando a factores externos por su estancamiento económico, porque la economía mundial está creciendo y otros países emergentes de todo el mundo están creciendo mucho más. Es hora de reconocer que tenemos un problema interno, y comenzar a abordarlo creando un clima que atraiga las inversiones y promueva la innovación.