Nueva York, (EFE News).- “Sinceramente soy yo mismo. No trato ni de alejarme ni de acercarme a un estereotipo”, cuenta a Efe el rapero español Tristan Simone quien, apartado completamente de la estética del hip hop, se abre paso en el complicado panorama de la música de Estados Unidos, y actúa este jueves en Chicago en el popular festival Lolapallooza.
“Siempre me ha encantado tomarme las letras muy en serio, contar historias difíciles y explorar política, mi sexualidad como artista homosexual, un montón de cosas que creo que no existen en el hip hop y que me gustaría expandir”, explica este madrileño de 23 años y de nombre real Arturo Fernández Durango.
Aunque la melena rubia a lo Nick Carter, las delicadas gafas y las camisas formales con las que aparece en buena parte de sus publicaciones en las redes sociales dan al joven músico un aire de seriedad, sus canciones tienen un carácter urbano inconfundible y le han llevado, antes incluso de haber lanzado su primer álbum, hasta el escenario The Grove del Lolapallooza.
Ahí actuarán buena parte de los artistas de hip hop en este popular festival, donde este año participan artistas de la talla de Foo Fighters, Post Malone o Tyler, The Creator, y por donde han pasado en ediciones anteriores The Strokes, Ariana Grande, The Weeknd o Artic Monkeys.
“Estoy con un cacao mental bastante grande. (…) Me parece todo tan surrealista, en mitad de una pandemia en EE.UU. poder tocar en un festival como este”, confiesa horas antes de su concierto.
Tristan Simone descubrió del hip hop a los 7 u 8 años, cuando se “enamoró” del género por la oportunidad que veía de fusionar estilos y géneros que por aquel entonces no se veían.
Por ello, su música tiene retales de jazz, gospel, soul, rock, y también el subgénero de flamenco rap que han popularizado Rosalía o C Tangana, algo que cree necesario en el hip hop, donde considera hay poca diversidad, “no sólo musicalmente, sino en cuanto a personalidad”.
De esta falta de variedad en el hip hop habla, por ejemplo, en su canción “Ironic”, en la que, en tono humorístico, destaca la repetitividad y la superficialidad de las letras de las canciones, en las que los raperos presumen de su “falsa fama” y de sus “groupies pagadas”.
“Creo que es importante encontrarle el humor a la situación. Me encanta provocar un poco, pero provocar, con sabor, con cultura e inteligencia”, opina el rapero, que se ha formado en la Universidad de Música de Berklee (Boston), la universidad privada de música más grande del mundo.
La prestigiosa institución reconoció rápidamente el talento de Tristan Simone, que se convirtió en sólo el tercer rapero en ser admitido en Berklee, una escuela de jazz “muy anticuada y muy disciplinaria”.
El español, que por el trabajo de su padre ha vivido en cinco países distintos, reconoce que tampoco ha crecido en el típico ambiente de los artistas de hip hop, que históricamente han procedido de barrios empobrecidos y con altas tasas de criminalidad de EE.UU.
“Yo no he crecido como los estereotipos de hip hop. Yo no vengo del barrio, no me pongo los pantalones bajos ni nada de eso. Mi historia es muy distinta y me gusta ser bastante honesto con eso”, apunta.
También es muy consciente de que su homosexualidad supone una importante diferencia: “Creo que de cierta manera el ser un rapero gay tiene mucho que ver con mi forma de expresarme, que no creo que es la misma que los demás de cierta manera, pero cada vez hay más diversidad”.
Su álbum “The Wounded Coyote”, que tiene previsto lanzar en agosto o septiembre y que grabó en una habitación con un ordenador, un micrófono y “mucha pasión”, es el que asegura le ha dado la oportunidad de actuar en Lolapallooza.
“La historia que queríamos contar era que cuando el mundo paró, nosotros no, y creo que eso les ayudó mucho a decir que me querían”, explica el músico, que apunta que es un artista independiente y que por lo tanto no cuenta con la ayuda de una casa discográfica.
Tristan Simone, que le ha “robado” el apellido a la artista que le “cambió la vida”, Nina Simone, vive ahora en Los Ángeles, y a pesar de haber pasado buena parte de su vida viviendo en distintos países, se agarra fuertemente a sus raíces españolas.
“He vivido dos años en España solo, cuando nací, pero he pasado cada verano e invierno en Madrid. Soy español de pura cepa”, afirma entre risas.