Flushing Meadows (Nueva York, EE.UU.), (EFE).- La pista central Arthur Ashe Stadium volvió a atravesar la medianoche en el partido de cuartos de final del Abierto de Estados Unidos en el que el serbio Novak Djokovic, número uno del mundo, destrozó al italiano Matteo Berrettini, que solamente pudo descifrar su juego durante el primer set (5-7, 6-2, 6´2 y 6-3).
Tras perder esa manga, Djokovic dio toda una cátedra de tenis, con un control absoluto de sus emociones y ni un segundo de desconcierto.
Nadie ha encontrado en los cinco partidos disputados hasta ahora una debilidad al tenis total de Djokovic, que está a dos triunfos más de completar el ciclo de Grand Slam, algo que nadie logra desde que lo hizo en 1969 el australiano Rod Laver, y llegar a los 21 títulos en torneos mayores.
Djokovic cedió el primer set por tercer partido consecutivo en Flushing Meadows, y por novena vez en un Grand Slam en 2021, pero nuevamente corrigió de inmediato sus golpes y venció a Berrettini, sexto favorito, después de tres horas y 27 minutos de acción que comenzaron el miércoles y acabaron el jueves.
El serbio también fue demoledor cuando se anticipó a los periodistas y les dijo: “No me pregunten nada sobre la historia. Sé que está ahí”.
Nadie lo puso en duda después de ver cómo jugó. Colocó golpes ganadores desde cualquier ángulo de la pista y luchó cada pelota para demostrar que está dispuesto a “todo lo que sea necesario” para formar parte de la historia.
Después de 17 errores no forzados en el primer set, Djokovic hizo un total de 11 el resto del encuentro. Al concluir reconoció que había jugado sus tres mejores sets en el torneo.
“Tiene esta habilidad y probablemente por eso es el mejor de todos los tiempos: mejorar su juego, su nivel, todo el tiempo”, admitió Berrettini, quien también perdió ante Djokovic después de ganar el primer set de la final de Wimbledon. “No importa lo bien que juegue, él juega mejor”.
Djokovic lo demostró con sus triunfos esta temporada en Australia, en canchas duras, en las de arcilla de Roland Garros, en las de hierba de Wimblendon y ahora en las duras del Abierto ya lleva cinco triunfos.
Se enfrentará al subcampeón de 2020, el alemán Alexander Zverev, de 24 años, cuarto favorito, en las semifinales del viernes.
Si Djokovic puede ganar ese partido y la final del domingo, se unirá a Don Budge (1938) y Rod Laver (1962 y 1969) como los únicos hombres que han firmado los cuatro grandes trofeos individuales de tenis en una temporada.
En la competición femenina lo han hecho tres mujeres, la más reciente la alemana Steffi Graf en 1988; la candidatura de Serena Williams en 2015 terminó en las semifinales del Abierto.
Un título más de Grand Slam también rompería la marca de 20 que Djokovic comparte actualmente con el suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal.
Zverev llega a las semifinales con una racha ganadora de 16 partidos, incluido un triunfo en las semifinales por 1-6, 6-3, 6-1 contra Djokovic en su camino hacia la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y también se encuentra en una forma excepcional.
“Estoy emocionado”, dijo Djokovic, mirando hacia lo que le espera. “Cuanto mayor es el desafío, más gloria se obtiene al superarlo”.
Zverev también marcha arrollador y venció en los cuartos al surafricano Lloyd Harris, 46 del mundo, por 7-6 (6), 6-3 y 6-4.
La otras semifinal masculina la protagonizan el número dos de mundo, el ruso Daniil Medvedev, dos veces finalista de Grand Slam, contra el decimosexto cabeza de serie, el canadiense Felix Auger-Aliassime, verdugo del adolescente español Carlos Alcaraz.
Lo que Djokovic no ha podido conseguir todavía es que los aficionados neoyorquinos le den su apoyo y se entusiasmen con sus triunfos. De nuevo volvieron a estar con su rival, el poderoso Berrettini al que el propio campeón serbio ha denominado el “martillo del tenis”.
Cualquier rival se hubiese venido abajo ante tanto poder y tras perder el primer set, pero no Djokovic, que recuperó sus mejores instintos, sus reflejos, agilidad y movilidad para demostrar que era superior con resto a pelotas de saque de Berrettini que alcanzaron los 211 kilómetros por hora y lograr un “break” decisivo.
“Cuando perdí el primer set, simplemente pasé a un nivel diferente y me quedé allí hasta el último punto”, explicó Djokovic sobre su victoria. “Eso es algo que definitivamente me anima y me da mucha confianza, que siempre puedo mejorar”.