Washington, (EFE).- La transición del uso de carbón al gas natural y energías renovables ha beneficiado más a las comunidades blancas y acomodadas que a las minorías étnicas y de bajos ingresos, según un estudio de la Unión de Científicos Conscientes que denuncia la persistencia de la “injusticia ambiental” en Estados Unidos.
“Las comunidades de color y las de bajos ingresos, han vivido o viven en condiciones de contaminación ambiental más marcadas que las que experimentan otras comunidades de mayores ingresos, blancas, con mayor poder político y económico”, ha declarado a Efe Juan Declet Barreto, autor principal del estudio divulgado este miércoles en Public Library of Science (PLos).
“Existe una injusticia ambiental”, ha destacado Barreto, científico sénior para vulnerabilidad climática en la Unión de Científicos Conscientes.
Los investigadores analizaron datos correspondientes al período de 1995 a 2015 de las plantas de generación de electricidad en una decena de estados que participan en la Iniciativa Regional de Gases de Invernadero (Regional Greenhouse Gas Initiative).
Esta iniciativa, puesta en marcha en 2009, comprende Connecticut, Delaware, Maine, Maryland, Massachusetts, New Hampshire, Nueva York, Rhode Island, Vermont y Virginia. Nueva Jersey, que participó entre 2009 y 2011, se retiró durante la administración del gobernador republicano Chris Christie, y ahora ha retornado al programa.
El grupo encabezado por Declet Barreto revisó la información de todas las plantas de generación eléctrica en las regiones que queman carbón o gas natural y tienen una capacidad de 25 megavatios o más.
“Dónde se localiza una planta eléctrica, un vertedero municipal, una planta de procesamiento de aguas residuales, cualquier tipo de actividad industrial o tecnológica, supone riesgos para la salud de las personas”, explica el investigador.
“El concepto de injusticia ambiental incluye todas las fuentes de contaminación a las cuales las personas viven expuestas”, añade. “Por ejemplo, la falta de supermercados con comidas frescas es parte de la injusticia ambiental”.
“Nuestro estudio documenta las fuentes de emisiones de las centrales eléctricas que incluyen dióxido de carbono, dióxido de sulfuro y dióxido de nitrógeno, aparte de otros contaminantes atmosféricos que son nocivos para la salud”.
Esos contaminantes forman parte de las emisiones de las centrales eléctricas que queman combustibles fósiles e incluyen partículas, y metales pesados como cromo y mercurio.
LA CERCANÍA AL PELIGRO
De acuerdo con el estudio, el porcentaje de personas de color que vive a menos de 10 kilómetros (6,2 millas) de una planta de energía eléctrica es un 23,5 % más alto que la proporción de blancos que viven en la misma área.
Si en lugar del color de la piel o la categoría étnica se considera el nivel de ingresos, la proporción de personas que viven en la pobreza a menos de 8 kilómetros (5 millas) de una planta eléctrica es 15,3 % más que la de la población que no está en la pobreza.
“Vemos que la transición del carbón al gas natural ocurrió más en comunidades blancas y de más altos ingresos”, señala Declet Barreto. “La transición se ha dado a nivel global en muchos países, con el desfase paulatino del carbón, y el paso al gas natural y las energías renovables”.
“En Estados Unidos esa transición, que ha ocurrido en el contexto de lucha y las coaliciones creadas por activistas del ambiente, ha beneficiado más en esos estados a las comunidades de más altos ingresos”, agrega.
“Una de las consecuencias de estas desigualdades es que en los programas y esfuerzos para reducir la contaminación, no se han incluido mandatos para resolver la injusticia ambiental”, dice el investigador.