Sundance abraza a la Amazonía peruana con “Shirampari: Herencias del río”

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Fotograma cedido por Cabo Sur de Arlindo Ruiz (d) y Ricky Ruiz en una escena de Shirampari: Legacies of the River. El cortometraje documental "Shirampari: Herencias del rÌo", una producciÛn de Per˙ y EspaÒa, aterrizÛ en el Festival de Sundance este fin de semana con una propuesta que visibiliza los valores y el legado del pueblo indÌgena ash·ninka en la AmazonÌa peruana. EFE/ Diego PÈrez /Cabo Sur/SOLO USO EDITORIAL/ SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPA—A (CR…DITO OBLIGATORIO)

Los Ángeles (EE.UU.), (EFE).- El cortometraje documental “Shirampari: Herencias del río”, una producción de Perú y España, aterrizó en el Festival de Sundance con una propuesta que visibiliza los valores y el legado del pueblo indígena asháninka en la Amazonía peruana.
El corto, dirigido por la peruana Lucía Flórez y producido por el español Chemi Pérez, fue incluido en la terna de 64 obras que componen la Selección Oficial de Sundance. El certamen de cine independiente más prestigioso del mundo vuelve este año a la presencialidad y se desarrolla hasta el 29 de enero en Utah (EEUU).
“Personalmente es un sueño cumplido. Siempre quise traer un proyecto a Sundance”, explicó Flórez en una entrevista con EFE recalcando el valor de haber resultado elegidos entre el total de 10.980 cintas que se habían postulado.
Una postura con la que coincide el productor del filme, también presente en la entrevista, que definió Sundance como el lugar “ideal” para exhibir este corto por su voluntad de contar “historias indígenas” y dar voz a “narrativas que no tienen cabida en otros festivales”.
En la última entrega de Sundance, “Utama”, una coproducción de Bolivia, Uruguay y Francia rodada en quechua y español, ganó el premio del jurado en la sección internacional.
Flórez y Pérez, quienes se conocieron como alumnos de la Nueva York Film Academy situada en Los Ángeles (EEUU), se desplazaron hace más de un año junto a todo su equipo hasta la comunidad nativa Dulce Gloria, en las entrañas de la Amazonía peruana, para este rodaje.
Tras varias noches en medio de la selva, un viaje en bote y largas caminatas, la expedición consiguió arribar hasta la zona de Yurúa, hogar, entre otros, de los asháninka, un pueblo originario que continúa viviendo en aislamiento voluntario.
Allí transcurre la historia que vertebra “Shirampari: Herencias del Río” y que refleja la relación del líder indígena Arlindo con su hijo, Ricky, cuando el pequeño se encuentra en su decisivo momento vital de dar paso a la adultez.
Durante los 15 minutos que dura el filme, la cámara sigue al progenitor y a su vástago en el río Yurúa durante el ritual de pesca de un bagre (también conocido como pez gato o siluro) gigante que consagrará a Ricky formalmente como adulto.
Sirviéndose de la naturalidad y cercanía que aporta el estilo de filmación “verité”, y también por haber sido rodado en lengua nativa, el cortometraje coloca al espectador frente a una escena familiar asháninka con un trasfondo muy profundo.
“Jugó a nuestro favor que nunca se habían puesto delante de una cámara, así que todo salía de forma orgánica, sin ningún tipo de capa de vanidad que, a veces, tenemos todos”, explicó Flórez.
Así, la obra cristaliza en un cortometraje íntimo que reconoce el valor del legado de los pueblos originarios amazónicos y su respeto por la naturaleza.
“Shirampari: Herencias del río” conecta con el lado más humano del vínculo intrafamiliar padre-hijo y se erige como una defensa de los derechos humanos y la conservación de culturas amenazadas.
Tanto Flórez como Pérez también quisieron hacer una llamada a la acción con este documental y reivindicar el valor de una tierra ancestral cuyo patrimonio cultural y ecosistemas pueden verse gravemente perjudicados próximamente por la construcción de una autopista que conectará la región de Yurúa con su país vecino, Brasil.
Además, para abandonar la “mecánica extractivista y capitalista de filmar y no volver jamás”, Flórez y Pérez seguirán involucrándose con la comunidad Dulce Gloria a través de la creación de una escuela audiovisual de cine para que el pueblo asháninka pueda “contar por sí mismo cómo está cambiando su tierra”.
Previamente, el cortometraje ha sido reconocido en certámenes internacionales especializados en el formato documental como DOC NYC en Nueva York, DOK Leipzig (Alemania) y Shorts México, y se alzó con diferentes galardones en los festivales Lima Alterna (Perú) y Amazonia Fi-Doc (Brasil).
Las productoras Cabo Sur (España) y El Taller.pe (Perú), encargadas de la consecución de este corto, obtuvieron financiación por parte de National Geographic Society y del Fondo para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), entre otros, para sacar adelante este proyecto.

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