Postdebate 1.1

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El debate de los candidatos a la Presidencia de la República llevado a cabo el domingo 22 de abril resultó un vertedero banquete, en sentido figurado, para quienes gustan de seguir los acontecimientos políticos o bien participan, de una forma u otra forma, en las múltiples contiendas electorales que tienen lugar en el territorio mexicano.
Desde la expectativa del encuentro entre los aspirantes, hasta los efectos de su actuación, pasando por los ingeniosos y no ingeniosos “memes” que inundaron las redes sociales, el tema parece no agotarse y con seguridad incidirá, aunque no sea en forma abrumadora, en las nuevas encuestas que se den a conocer en los siguientes días.
¿Cambiará esto radicalmente las preferencias? Seguramente no, con respecto a los más posicionados, pero si puede ser el inicio de un efecto que a la larga puede afectar los resultados de la elección.
Ha sido un buen ejercicio, sin el acartonamientos ni ausencia de intercambio de ideas (o ataques) como ha ocurrido en los debates presidenciales anteriores o los que se dieron en algunos de los estados en los recientes procesos electorales.
¿Puede mejorarse? Claro que sí. No solamente en le formato, sino también en el conocimiento previo que cada uno de los contendientes debe de tener sobre lo que le corresponde hacer durante la réplica y de los tiempos que dispone, así como de su administración. Hubo candidatos que desperdiciaron el tiempo del que disponían en exposiciones que muy bien pudieran haber sido más concretas y reservar tiempo para comentarios adicionales o imprevistos. Ese tiempo debe de racionalizarse y ser aprovechado, es como comprar tiempo aire.
El siguiente debate, como ya lo ha anticipado el INE, tendrá nuevas modalidades.
Los espectadores del debate, sin embargo, generalmente no siempre podemos sustraernos a nuestras preferencias personales y en ocasiones seguimos la participación de los actores como quien sigue al equipo de su preferencia, esperando que gane, minimizando, los aciertos del oponente y sobrevalorando las intervenciones de nuestro favorito.
Es difícil ver con objetividad el desarrollo de un evento político de tan especial naturaleza, pero no es imposible.
Este fue el primero de tres.
Y sin que este se pueda decir que ha sido malo, los posteriores deben de mejorar la participación personal, la profundidad de los temas y en la coordinación entre el Instituto Nacional Electoral, los candidatos y los moderadores para que las reglas sean claras y entendidas por los contendientes y les permitan aprovechar al máximo la gran oportunidad histórica que el proceso electoral les brinda.
Finalmente, lo más importante, y ese creemos que debe de ser el espíritu de los debates, es proporcionar a los electores la visión más amplia posible de la personalidad, atributos, temperamentos, cualidades y defectos de quienes aspiran, en este caso, a encabezar el gobierno de México durante los próximos seis años.
Hasta donde entendemos, en las ocho entidades donde se elegirá gobernador, así como en la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, tendrán lugar similares eventos donde podrán los aspirantes a gobernar sus estados y CDMX confrontarse con sus similares en forma abierta y bajo las directrices que el proceso electoral les impone.
Sabemos que en lo que respecta a las disputas por las senadurías y las diputaciones federales difícilmente se va a dar este, que debería de ser un imprescindible ejercicio democrático.
Los municipios donde se eligen alcaldes la situación es muy similar a la que se presenta con las senadurías y diputaciones federales.
El verdadero ganador del debate ha sido, hasta ahora, sin ninguna duda, la opinión pública, que ha tenido la oportunidad de informarse más y mejor, al margen de las personales y entendidas preferencias de cada cada ciudadano tenga