Muchas situaciones inéditas y hasta insólitas están teniendo oportunidad de percibir quienes siguen con atención el proceso electoral que permitirá, con los comicios del primero de julio, conocer los nombres del nuevo presidente de México, de los diputados federales, senadores y en estados como Tamaulipas, los de los alcaldes, algunos de ellos reelectos, sin olvidar los gobernadores de varias entidades, claro, si no se da un conflicto postelectoral en cualquiera de esas importantes posiciones políticas.
Las precampañas se encuentran en plena actividad en lo que corresponde a la definición del candidato a la Presidencia por cada una de las tres coaliciones además de los posibles independientes. A estas alturas, al margen de que concluya la etapa de precampaña no hay absolutamente ninguna duda que, salvo una casi imposible declinación, respaldados por sus respectivas coaliciones Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y Jose Antonio Meade serán candidatos. Es decir, sin contendiente en sus respectivos bloques de apoyo cada uno de ellos llegará a aparecer en la boleta electoral y, claro, aprovecharán el tiempo que la ley electoral vigente brinda para que se haga, entonces sí, formalmente la “campaña”, aunque ésta desde hace tiempo virtualmente ya se inició.
Por otra parte, sim importar quien haga la encuesta, desde reconocidas y ameritadas empresas demoscópicas hasta algunas poco conocidas, se coincide en que quien encabeza en este momento las preferencias electorales es López Obrador, abrigado por las siglas partidistas de Morena, PT y PES.
Si bien en general se coincide en que el segundo lugar lo tiene Ricardo Anaya, del PAN, PRD y MC, la diferencia con respecto a Meade, del PRI, Verde y Panal es muy variable, dependiendo de la encuestadora que elabore el estudio.
Lo singular de esta contienda es que, no habiendo duda de quien marcha en primer lugar en las preferencias, ahora sus opositores tratan de ganar terreno en el campo de la aceptación popular para que quienes rechazan la posibilidad, por lo que sea, de que López Obrador se convierta en presidente hagan causa común con quien se encuentre más fortalecido y con mayores posibilidades de derrotarlo, es decir, que a la hora de la elección se emita lo que se conoce como voto útil, entendiéndose por éste el que se otorga a quien sí podría ganarle al tabasqueño.
Así, parece que los estrategas de campaña o precampaña de Meade y Anaya se concentran por ahora más que nada en demostrar que uno de ellos tiene la fuerza o potencial para derrotar a quien aparece como favorito hasta ahora, pase lo que pase, en las encuestas para reemplazar a Enrique Peña Nieto en la Presidencia.
Falta mucho aún relativamente para la gran definición. Sin duda mientras se llega ese momento las sorpresas y situaciones inéditas seguirán presentándose como nunca.