Conforme se aproxima la fecha en que habrá de renovarse el Gobierno de Tamaulipas y tome posesión el nuevo gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, las especulaciones sobre quiénes habrán de ser los titulares de las principales dependencias de su gobierno han sido tema cotidiano en medios informativos y no tan informativos.
Los nombres, a estas alturas, de los integrantes del gabinete si bien se encuentran ya muy perfilados, nada puede asegurar que se encuentren firmes, porque aunque así lo quisiera el propio Cabeza de Vaca los imponderables políticos pueden hacer cambiar la decisión final.
Hace algunas semanas en el programa radiofónico “Reporteros en la mesa” repetíamos aquella frase de “si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”, para ilustrar que los más sólidos propósitos pueden ser revocados por múltiples factores.
El mejor ejemplo nos lo dio la imprevista renuncia de Luis Videgaray a la Secretaría de Hacienda y el ascenso de Luis Enrique Miranda a la Secretaría de Desarrollo Social para cubrir la vacante que dejó José Antonio Meade, quien entró como relevo emergente de Videgaray.
Hace tan sólo un par de semanas ese panorama era inimaginable.
Los efectos en la opinión pública de la invitación que hiciera el presidente Enrique Peña Nieto al candidato republicano Donald Trump, obligaron, como ya es ampliamente sabido, a que le fuera aceptada su renuncia a Videgaray, artífice de la gestión para que visitara Los Pinos el aspirante republicano, en un esfuerzo por evitar la irritación nacional donde el peor afectado era el propio Primer Mandatario.
Pero si bien, volviendo a la alusión especulativa del futuro gabinete tamaulipeco, no estamos en condiciones de asegurar quiénes en definitiva serán los colaboradores cercanos del inminente gobernador panista, sí podemos, desde ahora, prever que se dará un giro en las relaciones que se tienen con las ciudades texanas y el propio gobierno del llamado “Estado de la estrella solitaria”.
Han sido varias las reuniones que el futuro mandatario ha sostenido con diversas dependencias texanas, destacando su presencia en Laredo, así como en las oficinas del puente internacional Anzaldúas; de su reunión con directivos de las plantas maquiladoras, ambas en Mission, donde afirmó que la secretaría de Desarrollo Económico sería trasladada a la fronteriza Reynosa; y este lunes con un grupo de alcaldes del sur de Texas que fueron convocados en la ciudad de Brownsville a iniciativa del alcalde de esta población.
Para quienes seguimos de cerca la información noticiosa en el área fronteriza nos resulta bastante incomprensible que teniendo una frontera en común con Texas, los alcaldes y funcionarios gubernamentales estatales tamaulipecos tengan tan poca presencia en tierras texanas, de donde provienen muchas de las divisas de los paisanos que, pese a lo que se suponga en contrario, siguen visitando las ciudades tamaulipecas.
En Texas surgió y así sigue aconteciendo, la gran promoción industrial en el ramo de las maquiladoras que generan, no solamente una gran inversión, sino cientos de miles de empleos directos en la franja fronteriza tamaulipeca.
En contraparte, miles de mexicanos, entre ellos un buen número de tamaulipecos, son inversionistas en el Valle de Texas y el resto del estado a distintos niveles. Desde los que adquieren una modesta casa para vivir definitiva o temporalmente, hasta aquellos que montan grandes empresas que requieren de cuantiosas inversiones.
Los consumidores mexicanos, desde luego, al incursionar en el lado estadounidense se convierten, asimismo, en impulsores de la economía de la Unión Americana generando no solamente ventas, sino impuestos que contribuyen a dotar de obras y servicios que sirven a la gran comunidad estadounidense.
El acercamiento con Texas está más que justificado. Sólo resta que los ejecutores de esa labor designados por el nuevo gobernante cumplan con la alta expectativa.