Sicosis de méxicoamericanos

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El mensaje de una apreciada compañera periodista por Whatsapp, el sábado por la tarde, dándome a conocer la noticia de un tiroteo en el área de Odessa – Midland, dos ciudades texanas ubicadas al oeste del estado, fue el primero de una sucesión de misivas similares, sobre todo de quienes saben que una de mis hijas presta servicios docentes en esa próspera área estadounidense.
Pero al igual que quien escribe estas líneas, miles de residentes en el territorio texano y fuera de él, sobre todo de origen mexicano, que tienen familiares y amigos trabajando en el área aludida fueron presa de una momentánea angustia recordando los trágicos hechos ocurridos en el Walmart de El Paso recientemente, donde el objetivo de un desquiciado sujeto fue matar al mayor número de mexicanos posible, logrando desafortunadamente consumar una masacre.
Midland y Odessa forman una próspera región petrolera en la que laboran miles de personas procedentes principalmente de varias latitudes del estado, sin excluir a otras venidas de la amplia geografía estadounidense e inclusive, de otros países. La industria de los hidrocarburos demanda empleo de todos los niveles de especialización y esta región, que es un referente petrolero internacional por sus enormes reservas de gas y petróleo en su subsuelo, ofrece múltiples oportunidades laborales.
Sin duda hay una gran concentración de hispanos, en su mayoría de origen mexicano, sin llegar a los porcentajes de ciudades fronterizas como El Paso, Laredo, McAllen o Brownsville.
La absurda tragedia del sábado tuvo su origen en un intento de la policía por detener al multiasesino tras cometer una infracción vial menor. El infractor reaccionó inexplicablemente disparando con un arma de alto poder dando origen a una persecución policiaca en la carrera interestatal 20, que une a ambas poblaciones, a lo largo de la cual el fugitivo disparó arbitrariamente a quien se le atravesó.
El saldo: Siete muertos y 18 heridos. Entre los fallecidos hay quienes llevan apellidos hispanos como Hernández, Peregrino y Granados, por mencionar algunos.
La zozobra se ha apoderado de grandes segmentos de la población hispana, sobre todo de mexicanos, que sienten que sobre ellos pende la amenaza latente de atentados y actos de terrorismo.
Muchos de esos mexicanos, o méxicoamericanos amenazados representan una gran fuerza laboral y económica que hacen una gran aportación a la economía estadounidense, pero, también, a la economía mexicana, a la que brindan, con sus remesas, la mayor fuente de divisas de ese país.
Es decir, trabajan intensamente, pero ahora bajo amenaza. Producen y aportan a la economía de Estados Unidos y son muchas veces discriminados. Mandan enormes cantidades de dinero a México y son vistos, no como migrantes que salieron por necesidad en busca de un mejor futuro y sostienen desde Estados Unidos a sus familias, sino como una graciosa fuente de divisas donde el mérito parece que se lo dan a una acción gubernamental mexicana, pero raramente a quienes las producen y aportan, inclusive, en muchas ocasiones a riesgo de sus vidas, de su estancia en territorio estadounidense, o de su salud.