Para La Red Hispana
Todo empezó con el demócrata Bill Clinton hace más de un cuarto de siglo. La idea era engañosamente simple: elevar secciones de muro en la frontera entre Estados Unidos y México para cerrarles una vía de acceso a los indocumentados, contrabandistas de personas y traficantes de drogas en las ciudades fronterizas de El Paso y San Diego.
De un brochazo, Bill Clinton rompió con la circularidad del fenómeno migratorio. La creciente dificultad que empezaron a encontrar entonces los mexicanos para cruzar a este lado de la frontera, los llevó a traer a sus familias enteras. El resultado: el número de indocumentados se catapultó en su punto más alto a más de 12 millones de personas.
Por supuesto, el muro con México hizo poco para frenar la llegada de esos indocumentados. Sólo logró empujarlos a cruzar a través de la peligrosa travesía por el desierto de Arizona. De paso enriqueció a las organizaciones de contrabando de personas. A mayores dificultades y riesgos, más alto el precio de entrada.
Después vinieron los ataques del 9/11, sucesivas legislaciones en el Congreso para lograr el “control operativo” de las fronteras y la presidencia de Donald Trump, que transformó el muro con México en el símbolo de sus políticas xenofóbicas con las que difamó a los inmigrantes mexicanos como criminales o traficantes de drogas. Y el muro fronterizo siguió creciendo.
Pero Trump fue estrepitosamente derrotado por Joe Biden en las urnas en las elecciones presidenciales de 2020. Durante su campaña presidencial, el actual presidente de los Estados Unidos declaró que “ni un pie más” del muro con México sería construido en la frontera con México, para lo cual puso en suspenso los fondos asignados por Trump al Pentágono.
Y entonces ocurrió lo impensable: la administración del presidente Biden anunció en días pasados a través de su Departamento de Seguridad Nacional (DHS) que reanudará la construcción del muro en la frontera con México, a la altura de la presa Morelos, en Arizona, a fin de proteger a los indocumentados que mueren tratando de navegar el río Colorado.
“Esta área presenta riesgos de seguridad y peligro para la vida de los migrantes que intentan cruzar a los Estados Unidos, donde existe riesgo de ahogamiento y lesiones por caídas. Esta área también representa un riesgo para la vida y la seguridad de los socorristas y agentes que responden a incidentes en esta área”, explicó el DHS.
Antes de empezar la construcción, el DHS dijo que participará en la planificación ambiental estándar y llevará a cabo actividades de divulgación y consulta con las partes interesadas. Pero está documentado que el muro con México ha tenido un efecto lesivo en los hábitats de muchas especies de fauna y flora a lo largo de su recorrido.
Es difícil creer que la decisión, anunciada a unos meses de las elecciones de noviembre, donde los demócratas podrían perder el control del Congreso, tampoco incluye motivaciones políticas, especialmente para apoyar a candidatos demócratas que están pagando el precio de la percepción de un desorden en la frontera.
Porque si la única motivación es humanitaria, lo congruente sería que la administración Biden dedicara mayor capital político a una modernización del sistema de asilo, a la aprobación del presupuesto prometido para lidiar con las causas de la migración, a una reforma migratoria integral. De lo contrario su decisión corre el riesgo de ser vista como un acto electorero sin resolver de raíz la problemática migratoria.