Washington, (EFE).- El presidente de EE.UU., el demócrata Joe Biden, y el exmandatario republicano Donald Trump (2017-2021), convertidos matemáticamente en los candidatos a la Casa Blanca, inauguraron este miércoles una cruenta campaña electoral llena de ataques personales y que se prevé especialmente bronca.
Biden y Trump lograron este martes por la noche la mayoría de delegados necesarios para ganar las primarias a 239 días de la contienda electoral del 5 de noviembre. Lo hicieron a la vez, después de imponerse en Georgia, Misisipi y el estado de Washington.
Será por lo tanto una de las campañas más largas de la historia moderna de Estados Unidos, comparable con las de los años 2000 y 2004.
En el año 2000 el demócrata Al Gore, por ese entonces vicepresidente, y el republicano George W. Bush, que era gobernador de Texas, se quedaron sin rivales en las primarias después del supermartes de marzo, aunque aún no tenían los delegados suficientes para considerarse candidatos matemáticamente.
Cuatro años después, en 2004, el demócrata John Kerry también selló su candidatura después del supermartes para enfrentar a Bush, que optaba a la reelección.
Pero el clima político ha cambiado mucho en estas dos décadas y la tensión de una campaña electoral de casi ocho meses entre Trump y Biden no tiene precedentes.
Los dos candidatos tienen además altos índices de rechazo y serán los votantes que tienen una visión negativa tanto de Biden como de Trump quienes acaben diciendo la contienda.
Biden tiene un rechazo del 58 %, mientras que el de Trump es del 57 %, según una encuesta de enero de la consultora Gallup.
Biden pone pie en los estados clave
Ante el panorama de una campaña larga, cruda y ajustada, Biden empezó el viernes pasado en Pensilvania una gira por varios de los estados clave que decidirán las elecciones de noviembre.
Este miércoles estará en Milwaukee (Wisconsin) para un mitin y para inaugurar el cuartel de su campaña en esa ciudad, mientras que mañana viajará a Míchigan, donde su importante comunidad árabe le dio la espalda en las primarias de finales de febrero como señal de protesta por su apoyo a Israel.
Estos tres estados le otorgaron la victoria a Trump en las elecciones de 2016 frente a Hillary Clinton, pero Biden los recuperó para los demócratas en 2020 para hacerse con la Casa Blanca.
Todo después de pronunciar el jueves pasado ante el Congreso un discurso del estado de la Unión muy combativo con Trump y los republicanos: “Mi predecesor y algunos de ustedes aquí buscan enterrar la verdad sobre el 6 de enero (…) Este es el momento de decir la verdad y enterrar las mentiras. Aquí hay una verdad simple: No puedes amar a tu país solo cuando ganas”, dijo en referencia al ataque al Capitolio en 2021.
“Puede que este haya sido el peor discurso sobre el estado de la Unión jamás pronunciado, el más furioso y menos combativo. Joe Biden está huyendo de su gestión y miente como loco para tratar de huir de la responsabilidad por la horrible devastación que él y su partido han creado”, respondió Trump tras esa comparecencia.
Para Trump, la alegría de haberse asegurado matemáticamente la candidatura republicana no ha llegado sola.
Este miércoles por la mañana el juez encargado de instruir su caso penal por injerencia electoral en Georgia decidió archivar seis de los 41 cargos del caso al considerar que la fiscal, Fani Willis, ha aportado una “carencia fatal de detalles”.
Trump celebró la decisión judicial, pero en un correo en el que pedía aportaciones económicas avisó a sus seguidores de que aunque “la corrupta guerra que Fani Willis está librando se está desmoronando, las numerosas cazas de brujas todavía siguen a todo gas”.
Los problemas legales de Trump serán otro elemento permanente de inestabilidad política en los próximos meses en Estados Unidos, en los que una decisión judicial puede llenar de incertidumbre el futuro del país.