Querétaro (México), (EFE).- En un momento en el que el feminismo ha tomado fuerza a nivel mundial pero también donde las mujeres son violentadas y asesinadas en cifras descomunales, la novela “Cometierra”, de la autora argentina Dolores Reyes, ha cobrado vital importancia no sólo en la lucha por la vida de las mujeres sino como una lectura que acompaña al movimiento, particularmente desde las juventudes.
Publicada en 2019, esta novela le tomó más de cinco años completarla y desde el principio el tema de los feminicidios que ocurrían en América Latina, pero particularmente en Argentina y México, gritaban a la autora para ponerle voz a muchas de esas desapariciones y a muchas de esas muertes, a través de una obra que, al menos a los personajes de la historia, brinda consuelo y da respuestas.
“La escritura en sí tiene muchísimas cosas en relación a México. Yo crecí viendo a las buscadoras de Ciudad Juárez (Chihuahua) que muchas veces colocaban fotos de sus hijas con cintas en alambrados, en cercos, pidiendo justicia o pidiendo saber de ellas y esas imágenes se me fueron grabando en la cabeza y en el corazón también. Y a la hora de escribir están muy presentes”, comenta a EFE.
Resalta el impacto que ha tenido en ella el saber que cerca del 50 % de los feminicidios en México son de jóvenes menores de 17 años, edad en la que se sitúa la protagonista de “Cometierra” y es un dato que conecta a lo que sucede en Argentina, con México, donde se viven situaciones similares.
Apunta que el personaje joven que protagoniza la historia no es algo casual, sino que se conecta con esa población que ha quedado desamparada tras la muerte de sus madres víctimas de feminicidio.
Por ello que el personaje principal muestra esa situación de abandono, ese crecimiento y ese camino que recorre como hija de una víctima.
“Siento que son los jóvenes los que pueden construir una ciudad distinta y libre de violencias, quizá por eso también me interesa explorar cuáles son las formas de relacionarse y ahí está Walter en ‘Cometierra’, esa relación de hermanos tan linda en la que no se violentan, se acompañan y además porque la novela tiene una cara que súper incomoda y que no nos queremos hacer cargo de las violencias y la oscuridad del mundo de los muertos, pero también ese mundo absolutamente vital que tiene que ver con la adolescencia”, agregó.
La autora relata a Efe que “Cometierra” nació con la visión de una pequeña niña comiendo tierra sentada en un cementerio y que, al cerrar los ojos, podía visualizar cosas de la vivencia que quedaba de la vida de esas personas ahí enterradas y contar lo que les había pasado, dónde estaban sus cuerpos, quién las había matado, cuál era su historia e, incluso, devolverla muchas veces a los seres queridos.
“Yo sentí que cuando comencé a escribir ‘Cometierra’, el tema de los feminicidios me estaba esperando muchísimo, la necesidad de justicia, de devolver los cuerpos, de saber qué había pasado con todas esas mujeres que nos faltan y por eso también decidí contar esta historia desde la perspectiva de la hija de un feminicidio”, relata.
Su visión al escribir esta novela era que el lector fuera atrapado por la historia pero que al mismo tiempo se sensibilizara, se emocionara y saliese transformado en una experiencia profunda para intervenir incluso en la sociedad que lo rodea; haciendo hincapié en que se trata de una historia dirigida a todos, hombres y mujeres. EFE
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