Maribel Hastings
Con su difícil decisión de abandonar la contienda por la Casa Blanca, el presidente Joe Biden demostró patriotismo y humildad, algo de lo que pocos políticos pueden dar fe, comenzando por el aspirante republicano que solamente busca su propio beneficio y ni siquiera pudo admitir que perdió ante Biden en 2020.
Tras una impresionante carrera política, Biden busca la nominación presidencial demócrata en 2019 por un “sentido de deber” ante la caótica y peligrosa presidencia de Trump. Gana la contienda presidencial a los 77 años de edad en noviembre de 2020, en medio de una pandemia global venciendo a un Trump que no reconoció su derrota e instigó una sangrienta toma del Capitolio federal para impedir la certificación del triunfo de Biden.
Desde entonces Trump y su movimiento MAGA en la Cámara Baja de mayoría republicana se han dedicado a entorpecer la agenda legislativa de Biden y los demócratas.
Biden enfrentó a Trump a lo largo de este año hasta que su desempeño en el primer debate en CNN provocó llamados para que se retirara de la contienda. Lo que se concretó este domingo 21 de julio cuando Biden además apoyó la nominación de la vicepresidente Kamala Harris, hija de inmigrantes, para encabezar la fórmula demócrata.
Así, Biden protegió su legado y dio una lección de desprendimiento y valentía que solamente algunas personas poseen, aquellos que como él se han curtido con duras experiencias de vida, desde su tartamudez, la trágica muerte de su primera esposa y de su hija en un accidente de tránsito, ser intervenido por dos aneurismas cerebrales, la muerte de su hijo Beau por un tumor cerebral, los problemas personales y legales de su hijo Hunter, y ahora el coro demócrata pidiéndole que abandonara la contienda.
Tras este gesto, resta esperar que los electores entiendan todo lo que está en juego en esta elección.
Los contrastes entre los dos partidos siguen siendo claros.
La fórmula Trump-Vance ofrece una visión pesimista, oscura y aislacionista con propuestas extremistas y retrógradas sobre los derechos de la mujer, las minorías, los inmigrantes y la propia democracia, como plantea el Proyecto 2025 de la Heritage Foundation, la hoja de ruta de la potencial segunda administración Trump.
En inmigración, la pieza central del plan Trump-Vance son redadas y deportaciones masivas así como enormes campamentos de detención para los inmigrantes detenidos por equipos de militares y policías encargados de indagar la situación migratoria de las personas. Las deportaciones incluirían, entre otros, a los Dreamers y a los indocumentados que llevan décadas viviendo, trabajando y pagando impuestos en este país y que tienen hijos y familiares ciudadanos.
Pero los republicanos también buscan eliminar la inmigración legal y el asilo e imponer una serie de medidas draconianas que fueron frenadas en tribunales en el primer mandato de Trump, como el veto musulmán.
Los republicanos, asimismo, le achacan falsamente a Harris la crisis fronteriza que la administración Biden ha enfrentado. Aunque Biden le encargó a Harris un plan a largo plazo sobre cómo atajar las causas de la migración desde los países de donde provienen los migrantes, los republicanos comenzaron a llamarla “zar de la frontera” en tono burlón y a responsabilizarla de que los cruces se dispararan. Pero los cruces y el control de la franja no eran ni son responsabilidad de Harris.
En marzo de este año, la Casa Blanca anunció que Harris había logrado que firmas privadas se comprometieran a destinar, desde mayo de 2021, más 5,000 millones de dólares en el Triángulo Norte de Centroamérica para promover oportunidades económicas que generen los empleos y la seguridad que eviten que las personas emigren. El anuncio fue opacado por los cruces.
En su carrera política como fiscal general de California y como senadora federal de ese estado, Harris siempre apoyó una agenda pro inmigrante de una reforma con vía a la ciudadanía, defendió la causa de los Dreamers y fue la primera legisladora en pedir una investigación de la horrenda separación de niños de sus padres en la frontera bajo la Tolerancia Cero de la administración Trump. Como vicepresidente, es parte de una administración que, a falta de reforma migratoria por la obstrucción republicana, ha apoyado programas de reunificación familiar como el que se anunció recientemente para legalizar a casi medio millón de cónyuges y a 50,000 hijos indocumentados de ciudadanos estadounidenses.
En un abanico de temas que van desde el derecho al aborto, los derechos civiles y de los trabajadores, salud, educación, vivienda e inmigración las diferencias entre Harris y los demócratas con la fórmula Trump-Vance son abismales. Los primeros intentan ampliar y defender los derechos en todos estos temas, mientras los republicanos buscan revertir los progresos alcanzados.
Los votantes decidirán entre esas dos visiones. Comienza el conteo regresivo.