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Wednesday, December 4, 2024
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Cuatro años en la tormenta: Lecciones y futuro post-pandemia

“Ha habido en la historia de la humanidad guerras terribles, catástrofes desastrosas, y epidemias horrorosas.  Hemos soportado, pero no hemos aprendido.

Hay algo en los seres humanos que nos hace olvidarnos y actuar como si algo no se repetirá.”

Andrés Hinojosa Cuéllar

INTRODUCCIÓN

El 11 de marzo de 2020 marcó un antes y un después en la historia contemporánea. Ese día, la Organización Mundial de la Salud declaró al Covid-19, comúnmente conocido como coronavirus, una pandemia global.  Lo que siguió fue un torbellino de eventos: desplomes en la bolsa de valores, el presidente Donald Trump dirigiéndose a la nación, algunos personajes famosos, como Tom Hanks anunciando su contagio y la NBA cancelando su temporada.  El mundo siguió con acciones semejantes.  Las escuelas cerraron, los lugares de trabajo se vaciaron y las medidas de higiene se intensificaron. El uso masivo de mascarillas no fue recomendado inmediatamente pero pronto se hizo la norma, aunque algunos nunca colaboraron.

Cuatro años después, el balance es sombrío. Con más de siete millones de muertes confirmadas y una estimación que ronda los 30 millones de decesos por causas directas e indirectas, Covid-19 se ha convertido en uno de los peores azotes de nuestro siglo, comparable con la pandemia de gripe de 1918 y superando a otras enfermedades como el SIDA en términos de mortalidad rápida.

Este artículo extiende el análisis publicado en mi libro “Apuntes de una Pandemia Inconclusa” publicado por “El Periódico USA” en el 2022.  Hace una evaluación sobre lo que funcionó y lo que se pudo hacer mejor, sobre todo en Estados Unidos y en México.

BALANCE EN ESTADOS UNIDOS

En Estados Unidos, el impacto ha sido especialmente duro, con una de las tasas de mortalidad más altas entre los países de ingresos altos. La dispersión del sistema médico, la dificultad para acceder a pruebas y la vulnerabilidad de ciertas poblaciones han contribuido a esta trágica estadística.  Además, el rechazo a las vacunas, influido por divisiones políticas, ha exacerbado la situación, creando un abismo en las tasas de mortalidad entre diferentes comunidades.

OTROS EFECTOS NEGATIVOS DE LA PANDEMIA

La pandemia no sólo ha cobrado vidas, sino que ha alterado profundamente nuestra sociedad. El aislamiento, la interrupción de servicios médicos y el aumento en problemas sociales como el consumo de alcohol, drogas y violencia son sólo algunas de las secuelas.  Además, el costo indirecto en los jóvenes, quienes han enfrentado pérdidas educativas significativas y desafíos de salud mental, dibuja un panorama preocupante para el futuro.

NO HA HABIDO UNA COMPLETA RECUPERACIÓN

A cuatro años de aquel 11 de marzo, aunque se han logrado avances científicos significativos en la comprensión y manejo del virus, la sociedad aún no se ha recuperado plenamente. La pandemia ha expuesto y exacerbado debilidades estructurales en la salud pública, la política y la cohesión social.  Frente a este escenario, la vacunación sigue siendo una herramienta crucial para prevenir hospitalizaciones y muertes, mientras que la adaptación y la resiliencia colectiva se perfilan como retos que no se han resuelto.

NO SOLO FUE UNA PANDEMIA, FUE UN RETO SIN PRECEDENTES PARA EL MUNDO

En retrospectiva, el Covid-19 ha sido más que una crisis sanitaria; ha sido un espejo de nuestras sociedades, revelando tanto nuestras vulnerabilidades como nuestra capacidad de adaptación y solidaridad.  A medida que avanzamos, queda claro que la recuperación completa requerirá no sólo avances científicos y médicos, sino también un profundo compromiso con la reconstrucción de la sociedad misma y el fortalecimiento de nuestras comunidades frente a futuros problemas semejantes.

LA VISIÓN MÉDICA

A casi cuatro años del anuncio de la pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud, el coronavirus sigue entre nosotros y seguirá.  Aun así, las muertes que provoca, aunque superan a las de la influenza, son menores en comparación con años anteriores.  Además, tenemos ahora algo que básicamente sigue siendo un misterio, la amenaza del Covid prolongado o Covid largo, con sus síntomas que nos debilitan de manera general y persisten tras la infección inicial.

Sin embargo, nuestra respuesta ha evolucionado.  Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos han ajustado sus recomendaciones, indicando que las personas con Covid ya no necesitan aislarse por cinco días tras enfermarse. Ahora, pueden retomar sus actividades habituales una vez que hayan pasado 24 horas sin fiebre, alineándose así con las recomendaciones para la gripe y otras enfermedades respiratorias.

Covid ya no es diferente de la gripe estacional y otros virus respiratorios, siendo una molestia para la mayoría, pero aún un peligro mortal para algunos, sobre todo los viejos.

ESTADOS UNIDOS Y MÉXICO

México ha registrado una de las tasas de mortalidad más altas del mundo debido al COVID-19. Un factor que contribuyó a esto fue la dificultad para acceder a pruebas diagnósticas, lo que llevó a un subregistro de casos y muertes. Además, México adoptó una estrategia de no realizar pruebas masivas a su población, lo que complicó la identificación de casos y el rastreo de contactos.

En comparación con Estados Unidos, México enfrentó retos en el despliegue de su campaña de vacunación.  Mientras que Estados Unidos inició rápidamente su programa de vacunación a finales de 2020, México tuvo un inicio más lento, impactado por desafíos logísticos y retrasos en la entrega de vacunas. Aunque México logró mejorar significativamente su tasa de vacunación a lo largo del tiempo, inicialmente hubo una brecha notable en comparación con los Estados Unidos.

LAS VACUNAS

Ante la demanda de vacunas México tuvo que recurrir a la vacuna producida por China, la SinoVac o CoronaVac.  Estas dos vacunas utilizan protocolos de manufactura diferente, o sea virus inactivados para que no puedan causar la enfermedad.  Las Pfizer-Bio NTech, utiliza la tecnología de ARN, o sea un mensajero de mRNA que instruye a las células del cuerpo para producir una proteína que desencadena una respuesta inmune sin tener que utilizar el virus vivo.  Aunque ambas vacunas son efectivas, la china tiene menor efectividad, de entre 83 y 50%, al compararla con la americana de Pfizer que es de 95%, en grandes masas termina teniendo un impacto que responde, al menos parcialmente con el mayor número de muertos por 100 mil habitantes que hubo en México.

Como dijimos, los mismos problemas sociales y de salud mental se vivieron en ambas naciones. Sin embargo, México enfrentó desafíos adicionales debido a su sistema de salud, que ya estaba bajo presión antes de la pandemia. La falta de inversión en salud pública y la alta prevalencia de comorbilidades, como la diabetes y la obesidad, exacerbó los efectos del COVID-19 en la población mexicana.

CRÍTICAS A ESTADOS UNIDOS

Estados Unidos también enfrentó críticas por su manejo de la pandemia, especialmente en las etapas iniciales, pero logró avanzar más rápidamente en términos de vacunación y acceso a tratamientos. A pesar de sus propios problemas, la infraestructura de salud en Estados Unidos y la inversión en respuesta a la pandemia proporcionaron una base para una recuperación más ágil en algunos aspectos, como la vacunación.

LA POLÍTICA Y LA PANDEMIA

Durante la pandemia de COVID-19, las reacciones a las recomendaciones sanitarias y a las medidas de mitigación mostraron una división política significativa entre republicanos y demócratas en Estados Unidos, como sucedió en México con la polarización entre partidarios y opositores de AMLO.  Esta división reflejó diferencias en las actitudes y respuestas políticas hacia la pandemia, las cuales se manifestaron de varias maneras.

REPUBLICANOS: ESCEPTICISMO HACIA RESTRICCIONES

Muchos republicanos, especialmente aquellos alineados con el entonces presidente Donald Trump, mostraron escepticismo o rechazo hacia las medidas de confinamiento y las restricciones a negocios y actividades, como resistencia al uso de mascarillas alegando que era una infracción a las libertades individuales.  La vacunación fue otro tema de reticencia con los mismos argumentos.  Esto explica que haya un mayor número de demócratas vacunado y consecuentemente se concluye que es ésta la razón de mayor número de muertes de republicanos.

¿VENDRÁ OTRA PANDEMIA?

Las posibilidades de que ocurra otra pandemia en el futuro son significativas.  Varias razones subyacen a esta previsión: Emergencia de nuevos patógenos (zoonosis), globalización y movilidad, sobre todo los viajes aéreos; cambio climático modifica los patrones de enfermedades al expandir los hábitats en nuevas áreas geográficas; resistencia a los antimicrobianos, como antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiparasitarios, son sólo algunas obvias razones de porqué debemos seguir esperando otra pandemia.  Pero quizá los más grandes retos son los sistemas de salud pública.  Si algo dejó en evidencia la pandemia del COVID 19 es que los sistemas de salud enfrentan limitaciones de recursos, lo que puede dificultar la capacidad de respuesta rápida y efectiva a brotes emergentes. Además, la desigualdad en el acceso a la atención médica y a las vacunas puede exacerbar la propagación de enfermedades.  Todo esto se intensifica con la densidad de la población en áreas urbanas.

CONCLUSIÓN

La pandemia de COVID-19 ha sido una experiencia sin precedentes para todos los países, y cada uno ha tenido sus propias dificultades y lecciones aprendidas.  Los retrasos de aprendizaje es fecha que ninguna nación los ha solventado y aquellas más atrasadas como México pagarán un precio adicional de varias maneras.  México al igual que muchas otras naciones, ha enfrentado críticas por su manejo de la pandemia, pero también ha tomado medidas para adaptarse y mejorar su respuesta con el tiempo.  La colaboración internacional y el aprendizaje compartido serán clave para enfrentar futuras crisis de salud pública.  Las posibilidades de que ocurra otra pandemia en el futuro son significativas. Los expertos en salud pública y epidemiología advierten que no es cuestión de si habrá otra pandemia, sino cuándo ocurrirá.  Mientras que la posibilidad de futuras pandemias es real y debe tomarse en serio, la capacidad de la humanidad para prepararse y responder a estas amenazas también ha aumentado. La clave está en aplicar las lecciones aprendidas y mejorar continuamente los sistemas de salud pública y la cooperación internacional.  Mientras tanto, el mundo entero, al recordar esos fatídicos pero interesantes cuatro años de pandemia se pregunta, ¿estamos listos para la próxima?

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