1ª Parte
“La ambición es el camino hacia el éxito. La persistencia es el vehículo en el que llegas”.
Bill Bradley
INTRODUCCIÓN
Cuando el legendario Coach Hagedorn, en Alemania, del equipo de basquetbol Bayer 04 de Leverkusen me dijo: “Mexikaner, cuídame al 10, te saca casi dos pies de estatura, pero tú sabes bien lo que tienes que hacer”. Terminó sus instrucciones con una sonrisa maliciosa. Nos fuimos al centro, pusimos nuestras manos juntas y gritamos los cinco jugadores: “BAYER”, corriendo a iniciar el juego. A los 10 minutos el equipo contrario, cambió a su gigante frustrado de que no había logrado una sola canasta. El mexicanito de sólo 5.8 (1.75 m) había logrado que un jugador de unos 6.10 con un buen promedio de puntos por juego se fuera a la banca frustrado. ¿Cómo era posible que yo me enfrentara a jugadores donde mi frente les llegaba a sus pectorales y pudiera ser un buen defensa limitando sus anotaciones y sus tableros?
Este artículo explica de cómo lo que aprendí en el basquetbol me sirvió en mi vida académica convirtiéndome en el primer mexicano que enseñó en Harvard.
ACTITUD, ACTITUD, ACTITUD
Nadie puede ser líder, nadie puede ganar, nadie puede lograr algo significativo, sino cree honesta y con plena convicción que puede lograrlo. El que empieza un juego, está convencido que ganará o que puede ganar y depende de él y sus compañeros lograrlo. Este es el principio y el final de todo lo que conduce a una victoria. Platiquen con cualquier deportista, cualquier psicólogo del deporte, cualquier coach exitoso, les dirán lo mismo. Quien entra a un juego con miedo, dudas, desconfianza, ya está derrotado. La actitud de un deportista explica, marca y resulta en todo lo que logra. La actitud persistente de decir: “Seré más rápido, saltaré más alto, seré más certero, le ganaré, se traduce en realidad.
Esa misma actitud, la tuve aquella mañana que acudía a iniciar mi primera clase en Harvard como profesor. Ese día de finales de agosto de 1980 repetía en mi mente antes de entrar al salón: “Seré el mejor maestro, contestaré con precisión e imaginativamente las preguntas de mis alumnos, seremos un equipo todos aprendiendo, todos ayudándonos y recibiré las más altas evaluaciones de mis alumnos”. En perspectiva, ese día y el primer juego en la Bundesleague de Alemania, eran muy parecidos, en éste era un gimnasio repleto de gente. En el primer caso era un salón de clase con 18 alumnos en la Escuela de Educación de Harvard.
DISCIPLINA Y PERSISTENCIA
El entrenamiento y el estudio son dos hermanos separados sólo porque el primero es con todo el cuerpo, el segundo es con el cerebro. Así como el entrenamiento constante en el basquetbol es crucial para mejorar las habilidades en la cancha, la disciplina en el estudio y la preparación es esencial para el éxito académico. La capacidad de mantener un régimen estricto de trabajo me permitió abordar proyectos académicos con la misma intensidad y enfoque.
Alimentarse bien, no desvelarse, no abusar de diversiones, jugar basquetbol regularmente en donde estuviera, reflexionar antes del juego, antes de una clase o de una reunión con colegas, son las mismas habilidades que sólo cambian de contexto. De la misma manera que me levantaba a las 5 AM para entrenar, me levantaba a la misma hora para ir a la biblioteca. De forma semejante en que me parecía desfallecer porque no podía más en un entrenamiento, igual sacaba fuerzas para concentrarme en las páginas de libros que leía cuando me parecía que se me cerraban los ojos de cansancio. Seguía en mi vida la misma estructura que había usado en el basquetbol, ahora adaptado a las arenas académicas.
TRABAJO EN EQUIPO
En el basquetbol, el éxito depende de la capacidad de trabajar como equipo, entender las fortalezas y debilidades de tus compañeros, y contribuir a un objetivo común. Esto se traduce perfectamente en el mundo académico, donde la colaboración entre colegas, la coautoría en investigaciones y la enseñanza en equipo son fundamentales.
Sin embargo, jugué en decenas de equipos y trabajé igual en cerca de 20 universidades y los contextos que en teoría deberían ser muy parecidos, como lo explico al principio de esta sección, el mundo académico es -primitivo- para trabajar en equipo, comparándolo con la cultura de solidaridad avanzada que existe en el deporte.
En las universidades todo está estructurado para estimular los egos y la competencia individual. A diferencia de los coaches y entrenadores que son generalmente respetados y obedecidos por los jugadores, los dirigentes académicos, jefes de departamentos, decanos (directores de facultad), vicerrectores y rectores son personas con escaso conocimiento del valor de trabajar en equipo.
Muchas veces llegué a pensar que era un plan institucional de los dirigentes administradores de la academia promover y estimular los conflictos entre profesores; al hacerlo, más se benefician los funcionarios universitarios, porque evitan que las facultades se unan en contra de las autoridades. Fue triste mi experiencia de intentar tratar a colegas en la academia como trataba a compañeros de equipo. Invariablemente encontré envidias, traiciones, escasa o nula visión de las ventajas de trabajar en equipo y poca solidaridad para causas comunes.
Debo reconocer que mi vida como directivo, Jefe de Departamento, Decano, y Director de instituciones de investigación fue generosamente aprobada porque actué como un capitán o un coach de un equipo de basquetbol. Constantemente apelé a la unidad para ser más fuertes, dirimí conflictos, aprendimos a resolverlos evitando que escalaran y les mostré caminos de que colaborando todos ganábamos, siempre poniendo a los alumnos en primerísimo lugar.
Las evaluaciones de la facultad que siempre eran un instrumento de represalia o para apoyar a aliados en las fórmulas políticas de los contextos educativos y particularmente universitarios, yo como dirigente, las convertía en los instrumentos de progreso y superación profesional. Empezaba por siempre hacer públicas mis propias evaluaciones.
En el basquetbol una derrota es el camino para aprender y ganar próximos juegos; una mala evaluación en la academia debería ser lo mismo. Las victorias en el basquetbol están precedidas de muchas derrotas, las buenas evaluaciones en la academia son los resultados de muchos fracasos por críticas de alumnos y directivos que se reflejan en las evaluaciones negativas.
TOMA DE DECISIONES BAJO PRESIÓN
En la cancha, tomar decisiones rápidas y bajo presión es clave y parte de las rutinas. Esta habilidad se transfiere a la vida académica, especialmente en situaciones como dirigir proyectos, tomar decisiones estratégicas para departamentos académicos, o manejar discusiones difíciles en el aula, o terminar un proyecto solicitando fondos cuando la fecha está muy cercana.
Me acuerdo cuando en un intenso juego, sacaron a cinco jugadores de nuestro equipo por cometer cinco faltas. De los cinco que quedábamos jugando dos teníamos cuatro faltas. La decisión de poner distancia de los oponentes para no tocarlos siquiera y que no nos marcaran faltas fue instintiva en los que quedábamos, a pesar de que eso facilitaba que nuestros enemigos en la cancha pudieran anotar fácilmente. Eventualmente, nuestra decisión funcionó y ganamos el juego habiendo jugado los últimos minutos con sólo cuatro jugadores porque uno de nosotros acumuló las cinco faltas. Las decisiones deben ser rápidas, no hay tiempo de discutir o deliberar.
En la academia, en mi vida de estudiante de posgrado, quería estudiar el doctorado en Educación Física, fui a ver al Jefe del Departamento en la Universidad de Alabama y le dije que había sido admitido al doctorado pero que no tenía dinero para pagar mis estudios. Me dijo: ve a ver a este profesor. Fui y lo vi. Le expliqué que anhelaba estudiar mi doctorado en Educación Física pero no tenía recursos económicos. Me contestó: “Yo te doy una beca y trabajo, pero no para Educación Física, te lo ofrezco para Administración Educativa”. Contesté: “¿Lo puedo pensar?” Su respuesta con una gran sonrisa y viéndome intensamente fue: “¡Claro!, tienes 10 segundos para pensarlo”. Mi vida cambió con esa pregunta y mi respuesta instintiva. Debía tomar una decisión rápida. Las oportunidades llegan y son meteóricas en el basquetbol o la academia y se toman bajo presión.
LA ADVERSIDAD ES EL CAMINO DEL TRIUNFO
Ya expliqué antes que uno aprende de las derrotas. Pero antes hay otro aprendizaje por el que se pasa. Cuando el empeño en una justa deportiva con raya en los sobrehumano, pero culmina en una derrota deja a cualquier deportista frustrado y aniquilado, sobre todo y mucho más cuando uno tuvo en los segundos finales de un partido un tiro libre para empatar o ganar y lo falló.
Muchas veces sentí que le fallé a mi equipo, que debí hacer más. Otras sentí que fueron otros miembros de mi equipo los que fallaron. La derrota, sin embargo, era para todo el equipo. Pronto uno aprende que cada minuto de pena y depresión, no sólo no cambia ningún resultado, sino que le resta a uno y al equipo entero tiempo para enmendar lo que se hizo mal. Igual, culpar a otros compañeros o a los árbitros nada cambia y mucho perjudica al ánimo de todo el equipo. Este es aprendizaje previo antes de aprender de las derrotas. Los sentimientos de hacerse uno víctima, o de culpar a otros es una gran barrera para ser mejor.
Cuando perdí un juego de campeonato por haber fallado un tiro libre, me propuse nunca irme de la cancha al terminar una práctica sin tirar 100 tiros libres y encestar un mínimo de 90. Muchas veces me quedaba en 89 y volvía a empezar. Era un solitario enloquecido buscando la perfección en los tiros libres. Esa costumbre logró que muchos más juegos se ganaban porque yo encestaba los tiros libres.
El deporte enseña a superar las derrotas y a aprender de ellas. Esta resiliencia es crucial en la academia, donde las ideas pueden ser desafiadas por colegas o por profesores en otras universidades, los artículos son rechazados con demasiada frecuencia y los proyectos pueden enfrentar obstáculos de muchos tipos. La capacidad de perseverar y adaptarse buscando soluciones, no culpables es una de las cualidades más importantes para el éxito a largo plazo.
En una ocasión presenté un artículo cuyo tema etnográfico de estudiantes exitosos hispanos me emocionó mucho. Mi artículo fue rechazado, uno de los jueces que rechazó mi artículo fue despiadado con sus críticas. Decía que era una vergüenza leer esas contribuciones, que el autor (yo) no sabía nada de etnografía y muchas cosas negativas más de esas que atacan el ego de los mejores. Por segundos me frustré, pensando que hubiera podido decir lo mismo constructivamente y no ser tan cruel. Pero también en pocos segundos, lo que aprendí en el basquetbol me hizo transformar el mismo artículo, y someterlo en menos de una semana a la misma revista. Esta vez mi contribución no sólo fue aceptada, eventualmente fue premiada como el mejor artículo académico etnográfico del año. La crueldad de aquel juez fue mi motor que me motivó a cambiarlo y probar mi valía.
FIN DE LA PRIMERA PARTE