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Wednesday, December 4, 2024
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De la cancha a Harvard: Cómo el basquetbol formó mi trayectoria académica 2ª Parte

“La ambición es el camino hacia el éxito. La persistencia es el vehículo en el que llegas”.

Bill Bradley

EN LA 1ª PARTE

Este artículo presenta la peculiar fusión del basquetbol con la academia.  El autor fue jugador profesional de basquetbol en Europa integrante del equipo BAYER 04 de Leverkusen, el equipo más legendario en esta especialidad en la República Alemana.  Con su escasa estatura después de un año de participar en ese equipo, decidió abrazar la vida académica y con una Licenciatura, Maestría y Doctorado de la Universidad de Alabama llegó a convertirse en el primer mexicano y mexicoamericano enseñando en la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard.

En la 1ª Parte que antecede a esta publicación, el autor nos explica cómo fueron sus experiencias adquiridas en las canchas jugando basquetbol lo que creó la personalidad y cualidades profesionales que lo hicieron triunfar como académico. Se refiere a la importancia de la actitud, la disciplina y persistencia, el trabajo en equipo, la toma de decisiones bajo presión, y cómo la adversidad es el camino al triunfo.  El autor hace comparaciones y pone ejemplos de cómo lo que aprendió en el basquetbol en esas áreas, lo usó en su carrera académica.

Este artículo culmina esta contribución refiriéndose al: liderazgo, la visión estratégica, la ética de trabajo, concluyendo que de la misma manera que un atleta intenta dejar huella, el académico igual busca lo mismo.  Misma meta en contextos diferentes.

LIDERAZGO

Como jugador de basquetbol tuve roles de liderazgo en la cancha, fui capitán muchas veces en muchos equipos motivando a todos y guiándolos hacia la victoria. En la academia, este liderazgo se manifestó en la dirección de investigaciones, la gestión de grupos de trabajo y la formación de nuevas generaciones de académicos.  Como dije en la sección referente al Trabajo en Equipo, no fui exitoso con compañeros en recintos académicos; éstos estaban en una cultura formidable de competencia e individualismo, pero como dirigente en las funciones de liderazgo todo fue diferente y fue gracias a lo que aprendí en el basquetbol.

Eventualmente, el tema de liderazgo me llevó a consolidarme como un especialista, académico, escritor y consultor en estos temas primero aplicado a la educación, y eventualmente de organizaciones diversas.

Mi experiencia en las canchas como líder me trajo muchos beneficios como profesional y más importante, fue muy útil a las organizaciones que se beneficiaron de mis enseñanzas y consultorías.

En una ocasión, hicimos una gira para jugar con diferentes equipos en México.  Éramos estudiantes de preparatoria, yo era jugador, capitán y entrenador.  Uno de nuestros jugadores nos daba constantes problemas.  Se desvelaba, se levantaba tarde, retrasaba las salidas del autobús por sus retardos.  A veces se perdía en las noches y a todos nos creaba preocupación. Nos acompañaba un profesor que era un gran maestro y que gracias a él habíamos logrado el permiso de la preparatoria en Matamoros y la renta del autobús.  Sin embargo, éste no intervenía en asuntos del equipo.

El problema descrito del miembro del equipo que no se disciplinaba hizo crisis.  Llamé a una reunión emergente con todos.  Me acuerdo de que empecé diciendo.  “Nadie puede ser un buen capitán si no enfrenta los problemas, y todos sabemos que este jugador (dije su nombre) ha sido un dolor de cabeza permanente. Hemos hablado con él, y no ha respondido.  Con pena en mi corazón, propongo que juntemos un dinero, se lo demos y se vaya a donde quiera o tenga que irse porque él ha perdido su lugar en este equipo y en esta gira.”  Para mi sorpresa, no hubo nadie que lo defendiera, él quiso balbucear algo en su defensa, y el profesor respondió.  “Es lo mejor, he hablado numerosas veces contigo y parece que te regocijas en darnos problemas”. Acto seguido aquel muchacho recogió sus cosas, obviamente tomó el dinero escaso que le pudimos dar, pero que le alcanzaba holgadamente para regresar y nunca volvimos a saber de él.  Tenía yo 17 años, pero el basquetbol me había hecho un adulto para tomar decisiones como líder.

Años después decía con firmeza a mis alumnos en los cientos de clases que di sobre liderazgo: “Lo que está mal en una organización debe atenderse, corregirse y enmendarse.  Cuando eso que está mal proviene de una falla humana y este ser humano no muestra empeño en mejorarse, que nadie se toque el corazón para hacer lo que los líderes tienen que hacer, deshacerse de la fuente generadora del mal.  Sigan sus procedimientos y protocolos legales, pero háganlo con determinación. No hacerlo es igual a que todos le pierdan el respeto al jefe y es un estímulo a que otros hagan lo mismo.  Una manzana podrida descompone a todas las demás.”

  

VISIÓN ESTRATÉGICA

El basquetbol requiere una comprensión profunda de la estrategia, anticipando los movimientos del oponente y ajustando tácticas sobre la marcha. Esta habilidad estratégica es invaluable en la investigación académica, donde anticipar las tendencias en tu campo y desarrollar enfoques novedosos es clave para innovar.

Muchas veces en mi medio siglo en aulas universitarias tuve que usar visiones estratégicas.  Dos que sirven de ejemplos de visiones inspiradas en el basquetbol que cambiaron mi vida para siempre fueron: cuando después de escuchar los ideales y visiones de Manuel Cavazos Lerma, Gobernador del Estado de Tamaulipas traduje su visión en algo operativamente estratégico creando, con el apoyo de este funcionario el Instituto Tamaulipeco de Investigación Educativa y Desarrollo de la Docencia.  Esta gran experiencia merece describirse con detalle en otra parte, pero baste decir que han pasado tres décadas de su funcionamiento y todavía me encuentro profesores jubilados en mis conferencias que me dicen: “Doctor que cosa más grande y maravillosa fue El Instituto, todavía tengo la colección de todas las revistas que publicaron.  Mi maestría la saqué con ustedes. ¿Por qué desapareció? Fue lo más bueno que ha tenido Tamaulipas en educación”.

La segunda visión fue la creación de la disciplina La Micropolítica: El Ejercicio del Poder.  Aunque algo de esto me lo habían inspirado otros autores, me propuse darle todo un tratamiento académico con bases teóricas y sistematización de su concepción, uso, y desarrollo. Todo muy parecido a lo que uno hace como jugador, y más como entrenador cuando inventa nuevas jugadas de acuerdo con las características de los jugadores para sacarles mejor provecho y teniendo en cuenta a quién se enfrenta uno.

ÉTICA DE TRABAJO

El esfuerzo constante en el deporte es un reflejo de la ética de trabajo que he aplicado en mi carrera académica. El deporte me enseñó la importancia del compromiso, la dedicación, y el empeño con las metas, valores que sin duda he llevado en mi vida profesional.

La ética no es sólo invento de uno, la dan los entrenadores, los jefes en la academia y los rectores. Estos lo recuerdan constantemente a través de la dimensión simbólica en sus discursos en eventos especiales.

Siempre me pregunté en mi trabajo académico y como jugador de basquetbol, ¿qué tanto la práctica refleja los valores que nos identifican como miembros de este equipo, o institución educativa?  Las respuestas a esas preguntas guiaban mi comportamiento y mis participaciones en reuniones, bien sea del equipo cuando era jugador, o de colegas cuando era profesor investigador.

CONCLUSIÓN

Muchas cosas más y multitud de ejemplos podría ofrecer acerca de cómo el basquetbol me dio el bagaje profesional para triunfar en los recintos académicos.

Termino diciendo que así como un atleta busca dejar su marca en el deporte con una entrega absoluta, y mis experiencias me llevaron de Matamoros, Tamaulipas a Colonia y después a Leverkusen de la entonces Alemania Occidental, jugando una temporada como jugador profesional ganando el campeonato nacional alemán y después jugando en la Copa Europea contra equipos de numerosas naciones del continente europeo; igual  he buscado y logrado dejar un impacto significativo en el ámbito académico, siendo el primer mexicano en enseñar en Harvard.

Al reflexionar sobre cómo estas experiencias en el deporte me dieron la confianza y la ambición para alcanzar logros pioneros en la educación superior de México y de Estados Unidos.  De ninguna manera sugiero que todos los académicos que jugaron basquetbol tendrán una vida exitosa.  Sólo aseguro que, en mi caso, las enseñanzas provenientes de mi experiencia en el basquetbol fueron la estructura que orientó y facilitó mi vida académica en instituciones educativas.

Como colofón diré que aun cuando mi edad y mi colección de lesiones me cobran una reducción de mi motricidad, sigue siendo un momento bendecido jugar a mis casi 80 años un jueguito, o una 21, como decimos en Matamoros, con mi nieto Remko. Me gustaría jugarlo con Mateo, otro nieto, que es mayor, pero éste anda muy ocupado siguiendo su destino.

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